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Partido de los Trabajadores Socialistas
    Buenos Aires   |  29 de marzo de 2024
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LA DERROTA DEL GOLPE MILITAR CONTRA LA REVOLUCION
El complot de Kerenski y Kornilov
Por: Comisión del IPS

16 Aug 2007 | A 90 años, la actualidad de la Revolución Rusa hace de su estudio pormenorizado una tarea imprescindible para todos aquellos que luchamos por derrotar al capitalismo e instaurar una sociedad socialista. En esta sección que se extenderá durante todo 2007, La Verdad Obrera junto con el Instituto del Pensamiento Socialista “Karl Marx”, se proponen (...)

La Conferencia de Estado en Moscú había dejado entrever las intenciones de la burguesía respecto a cómo pretendía resolver la situación originada en la revolución de febrero. El momento de apoyar la colaboración entre el soviet y la “democracia” había terminado, era necesario dar un golpe de mano contra la revolución. Como trasfondo había emergido un nuevo ascenso huelguístico entre los obreros y el inicio de la insurrección campesina. El fracaso de la Conferencia de Estado, la impaciencia de la burguesía y el inicio de un nuevo ascenso de masas determinó el cambio brusco de los acontecimientos. El desenlace como veremos fue inesperado.

Los gestos de “unidad” y “fraternidad” del partido de la burguesía liberal con los representantes políticos de los soviets conciliadores, los social-revolucionarios y mencheviques, durante la conferencia de Moscú escondían su verdadero plan. Tras esta fachada la burguesía y los terratenientes preparaban un golpe que liquidaría a los soviets. Ya los bolcheviques habían sido arrestados y perseguidos, ahora el plan era liquidar incluso a aquella parte de los soviets que gustosa le había cedido el poder y seguían propugnando por mantener un gobierno de unidad con la burguesía. El gobierno del “doble poder”, como tantos gobiernos de unidad entre las clases en una revolución, significa para la burguesía la aceptación momentánea de una relación de fuerzas desfavorable. Una vez que ésta se sintiera lo suficientemente fuerte o urgida a cambiar esa relación de fuerzas, estaría preparada para hacerlo. El partido liberal de la burguesía, Kerenski y los Generales, con Kornilov, estaban entretejiendo el complot contra las masas, con el apoyo del imperialismo inglés y francés.

El acuerdo “secreto” entre los dos candidatos a Bonaparte de Rusia, consistía en que Kerenski aceptaba la implementación de una serie de medidas de excepción como la imposición de la ley marcial en Petrogrado y la movilización de tropas cosacas bajo el mando de Kornilov con el objeto de sofocar un supuesto “levantamiento bolchevique”. La fecha fijada para la acción era la semana del 27 de agosto.

El objetivo era dar un golpe de Estado, con la excusa de la sublevación bolchevique, apresar a los integrantes del soviet y consolidar un directorio que incluía a Kornilov pero cuya figura central fuera ejercida por Kerenski. Para llevar a cabo este plan, Kornilov comenzó la movilización de tropas desde el frente con el objetivo de cercar la capital rusa. Nada importaba a la burguesía debilitar el “frente de batalla” contra las tropas alemanas, más aún teniendo en cuenta que las tropas alemanas ya habían avanzado hasta las puertas de la ciudad, ocupando Riga. Como la burguesía francesa que aplastó a los comuneros en París, la burguesía rusa estaba dispuesta a pactar con los alemanes o incluso a entregar Petrogrado a éstos para aplastar a las masas. Además el peligro de ocupación militar de la capital petesburguesa era utilizado para imponer orden entre los soldados, introduciendo medidas de disciplina como la pena de muerte. De las tropas del generalísimo Kornilov que marcharían sobre la capital se destacaban la “División Salvaje”1. También harían su “aporte” con unos 2 mil hombres, muy bien armados, la burguesía y las sociedades Patrióticas de Petrogrado.

El inicio de la ofensiva contrarrevolucionaria

El contacto entre los dos líderes de la sublevación contrarrevolucionaria se había establecido a través de un mediador, un noble aventurero caído en desgracia que había terminado sus días vagando por las calles de París hasta transformarse en adivino: Lvov. En uno de sus encuentros Lvov revela a Kerenski que el General, que se encontraba cercano a la capital, tenía el plan de exigir la renuncia de Kerenski y proclamarse él, jefe de Estado. Asustado Kerenski, haciéndose pasar por Lvov, se comunica telegráficamente con Kornilov y recibe la confirmación del plan por parte de éste. Esa misma noche Kerenski reúne a sus ministros, lee la comunicación telegráfica y exige la renuncia de todo el gabinete para concentrar él los plenos poderes del Estado “para combatir la contrarrevolución”. Dice así Trotsky que “Kerenski encarnaba tan a la perfección la democracia y la burguesía, que ahora aparecía simultáneamente como sumo representante del poder del Estado y como conspirador criminal contra él mismo”2.

El día 27, la contrarrevolución amaneció con la confusión en sus filas. De pronto Kerenski, uno de los conspiradores, había hecho público el plan de la burguesía y el imperialismo. Mientras Kornilov comienza su marcha hacía la capital, Kerenski envía un telegrama donde exige su renuncia por actos de sabotaje contra la autoridad del Estado. Kornilov desencajado acusa a Kerenski de estar actuando bajo órdenes “del bolchevismo y el mando alemán” y proclama que actuará “abiertamente” contra el gobierno provisional, continuando su marcha sobre Petrogrado. Aparte de sus propias tropas, Kornilov había recibido la ayuda de la División Blindada, comandada por oficiales británicos.

Ante esta situación, los partidos conciliadores del soviet se ven impelidos a adoptar medidas de autodefensa contra el General. Convocan a una reunión del soviet y llaman a los bolcheviques, los únicos que podían transformar sus proclamas contra el “enemigo” en fuerza organizada, a formar un Comité para combatir la contrarrevolución. Así “Seis meses de revolución habían inculcado suficiente ánimo a las masas para rechazar toda tentativa contrarrevolucionaria. Los partidos del soviet coalicionista se asustaron hasta lo indecible por las consecuencias que pudiera tener la intriga de Kornilov amenazadora no sólo para los bolcheviques, sino para los grupos que dominaban en el nuevo régimen. Los socialistas revolucionarios y mencheviques creyeron entonces oportuno dar estado de legalidad al bolchevismo, aunque lo hicieron sólo a medias y con muchísimas reservas, para ponerse a cubierto de futuros peligros”3.

Kerenski y la política de frente único de los Bolcheviques

Los bolcheviques, cuyos dirigentes aún se encontraban en la cárcel o escondidos, aceptan integrar la comisión de “autodefensa revolucionaria” junto a sus antiguos detractores, socialistas revolucionarios y mencheviques, con una sola condición: que se entreguen armas a los obreros. 40 mil fusiles fueron distribuidos entre los trabajadores, quienes conformaron destacamentos organizados junto a los soldados, por cada distrito de la capital. Los bolcheviques, quienes habían previsto la posibilidad de que los soviets no se recuperarían de la política reaccionaria de sus jefes en julio, impulsaron nutrir a éstos por la base mediante el ingreso de nuevos contingentes de obreros y soldados. Por un lado propusieron el armamento de las masas, por otro, levantaron una política de defensa de las conquistas de la revolución sin que esto signifique la defensa del gobierno provisional de Kerenski. Esto para Lenin era muy importante porque defender a Kerenski era defender a la burguesía, al imperialismo y a su política de guerra. Así afirmaba: “Ni la caída de Riga, ni la caída de Petrogrado nos hará defensitas (…) Nosotros no debemos apoyar a Kerenski ni siquiera ahora (…) Vamos a combatir las tropas de Kornilov como lo hacen las tropas de Kerenski, pero nosotros no apoyamos a Kerenski sino que desenmascaramos su debilidad, ésa es la diferencia. Es una diferencia muy sutil pero archiesencial y no se la puede olvidar”4.
La diferencia, como indicaba Lenin, era definitoria si los bolcheviques deseaban intervenir en la lucha contra la contrarrevolución con una política independiente de la burguesía. Para hacerlo Lenin aconsejaba centrar la agitación en lo que él llamaba una serie de “exigencias parciales” a Kerenski: que arme a los obreros, que arreste a los jefes liberales, que expropie la tierra para repartirla a los campesinos, entre otras. Punto seguido aclaraba que estas exigencias no eran dirigidas “tanto” a Kerenski sino a las masas que se habían movilizado contra la amenaza de Kornilov. “Sugerirle” a las masas movilizadas que avancen lo más posible en su lucha contra la contrarrevolución; sugerirle a “ellas” que arresten a los liberales, que tomen las tierras, que ocupen los palacios, etc. Los marineros que regresaron a Petrogrado para defender el Palacio de Invierno, visitando a sus compañeros en la prisión de Kresty, donde se encontraba Trotsky, preguntaron a éste si no había llegado la hora de derribar al gobierno. Trotsky contesto: “No, no ha llegado aún el momento; apoyad el fusil sobre el hombro de Kerensky y disparad contra Kornilov. Después le ajustaremos las cuentas a Kerensky”5. Así resumía la política de los bolcheviques quienes no abandonaban su lucha contra el gobierno provisional, sino que sólo habían cambiado la forma en que ésta se llevaba adelante.
Los bolcheviques logran arrancar toda una serie de concesiones, como el armamento de los obreros, además de organizar velozmente a las masas en las Guardias Rojas y proponen comités de enlace permanente entre los soviets locales y distritales para organizar la autodefensa de la ciudad. Un papel clave es cumplido por los trabajadores ferroviarios, quienes sabotean el traslado de las tropas obstaculizando las vías, desviándolas hacia puntos muertos. Así el avance de las tropas rebeldes fue derrotado sin combate alguno. Incluso agitadores bolcheviques convencieron a los cosacos para que no lucharan, una delegación de musulmanes caucasianos se dirigió a la División Salvaje en su propia lengua. Los oficiales rebeldes fueron arrestados por sus propios hombres. Krymov uno de sus Generales se suicida. La revuelta de Kornilov fracasó estrepitosamente y, contradictoriamente a lo esperado por algunos “campistas” incondicionales, Kerenski no salió fortalecido del entuerto. Al contrario, la combinación de las sospechas evidentes sobre su colaboración con el complot por un lado, y por otro, la política independiente de los bolcheviques que armaron a las masas y pelearon con una política independiente, resultó en que fueron las masas y los bolcheviques quienes salieron claramente fortalecidos. La revolución había pegado un nuevo salto.

Un compromiso con los socialistas reformistas

Inmediatamente después de confirmada la derrota de los kornilovistas, Lenin actúa audazmente proponiendo un “compromiso” a los socialistas revolucionarios y mencheviques. Este compromiso, según Lenin, era posible por la nueva situación surgida de la derrota de la contrarrevolución y de la revitalización de los soviets. Era una propuesta planteada quizás “por algunos días, o tal vez horas”: la posibilidad de que los socialistas revolucionarios y los mencheviques declaren la conformación de un gobierno sovietico. Así, decía Lenin, la consigna de “todo el poder a los soviets”, de esos soviets donde aún sus órganos directivos eran dominados por los conciliadores, podía estar planteada por algunos días nuevamente. La condición para apoyar la conformación de un gobierno soviético era la completa libertad de crítica y agitación de los bolcheviques, quienes apoyarían la instauración de ese estado basado en los soviets pero no conformarían parte de su gobierno. La otra condición era el llamado inmediato a la conformación de la Asamblea Constituyente.

Esta posibilidad estaba inscripta en la política que había declarado la Comuna de París, que ante la traición de la burguesía frente el ejército alemán, se había declarado gobierno autónomo. Lenin no ponía sus esperanzas en la respuesta positiva de los conciliadores sino que opinaba que éstos se dividirían en tres posiciones ante su propuesta. Una primera posición sostenida por aquellos que evaluando que, como la Comuna de París había sido derrotada, era mejor seguir bajo el amparo de la burguesía. Una segunda posición intervendría, ésta respondería que el proletariado ruso había aprendido de la comuna, que los bolcheviques “marcharían sobre Versallies” e incautarían los bancos, y que “incluso bajo aquellas condiciones la comuna podría haber triunfado”. Pero que es difícil que la mayoría de la población, los campesinos, sigan a los “extremistas”. Por lo cuál mucho mejor mantener un gobierno apoyado en la mayoría, junto a la burguesía, que perecer heroicamente como los comuneros. Estarían por último quienes, como la izquierda de los socialistas revolucionarios con representantes como Spiridonova6 o los internacionalistas mencheviques con Martov7, se “indignen” con sus compañeros que terminan justificando el apoyo a los enemigos de la revolución. Aclarando luego que ellos no estaban por establecer una comuna pero que si ésta, a pesar suyo se impone, estarán del lado de los oprimidos y explotados. Así indicaba Lenin “la discordancia en el “bloque” es grande e inevitable. Pues en la democracia pequeñoburguesa está representado un mundo de matices, desde el completo burgués plenamente ministerialista hasta un semimendigo, no del todo apto aún, para adoptar el punto de vista del proletariado. Y cuál va a ser en cada momento dado la realidad de esa discordancia, nadie lo sabe”8.

De lo que se trataba era de saber hasta dónde la discordancia entre los reformistas y la emergencia de las masas armadas en los soviets daba quizás una oportunidad única a la revolución rusa: la posibilidad de que las masas se hicieran del poder sin recurrir a la guerra civil, es decir de manera relativamente pacífica. Lenin, revolucionario astuto, no perdía oportunidad política para avanzar en su objetivo. Los socialistas revolucionarios y mencheviques no estaban dispuestos a afrontar semejante giro, volverían a lo seguro, conformar un nuevo gobierno de coalición. Pero la revolución había salido fortalecida, las masas se encontraban armadas y los soviets se habían radicalizado. Las posiciones “intermedias” estaban destinadas al fracaso.

 

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