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Crisis del Partido Bolchevique
El regreso de Lenin
12 Apr 2007 | A 90 años, la actualidad de la Revolución Rusa hace de su estudio pormenorizado una tarea imprescindible para todos aquellos que luchamos por derrotar al capitalismo e instaurar una sociedad socialista. En esta sección que se prolongará durante todo 2007, La Verdad Obrera, junto con el Instituto del Pensamiento Socialista "Karl Marx", se propone (...)

"El tren se puso en movimiento hacia Gottmadingen, la estación fronteriza alemana. Eran las tres y diez. Y el mundo cambió brutalmente de horario. Millones de obuses destructores habían sido arrojados en el curso de la guerra mundial. Los ingenieros continuaban inventando las armas más pesadas, las más poderosas y las más devastadoras. Pero ningún obús fue más devastador y más decisivo que este tren, con su cargamento de revolucionarios, los más peligrosos y más decididos del siglo, este tren, que de la frontera suiza se lanzaba entonces a través de toda Alemania hacia Petrogrado y se preparaba para hacer explotar el orden de los tiempos"1

La revolución se había iniciado hacía más de un mes, sin embargo la crisis nacional seguía siendo tan profunda como antes de la caída del zarismo. Las demandas principales que incitaron a cientos de miles a la lucha en las calles no se habían hecho realidad. El anhelo de paz era imposible si la guerra continuaba; el pan seguía escaseando mientras la tierra seguía en manos de los terratenientes; todas las demandas sociales de los obreros, soldados y campesinos, ante la carestía y la anarquía económica chocaban con la permanencia de la propiedad de los capitalistas.
Además, la principal causa del deterioro social y económico era la guerra. El nuevo Gobierno Provisional, dirigido por el político burgués Miliukov, imponía la continuidad de la intervención de Rusia en la guerra con el objetivo de anexiar nuevos territorios y expandir su rol de aliado de las potencias capitalistas.
Con esto el Gobierno dejaba en claro que todas las promesas y concesiones sociales y políticas realizadas ante el movimiento de la revolución de febrero serían incumplidas y postergadas.
El conflicto con las luchas de las masas autoorganizadas no tardaría en llegar. Pero esta lucha social estaba lejos de expresarse en toda su claridad. El gobierno provisional no sólo representaba los intereses de la burguesía, sino que también, mediante su alianza con los representantes socialistas "moderados" de los soviets, lograba contener los alcances del proceso bajo la ilusión de estar construyendo una nueva "democracia" que vendría a resolver los principales problemas nacionales.

El apoyo crítico al gobierno provisional: "bolchevismo conciliador"
Los Soviets estaban hegemonizados por los "conciliadores", pero de hecho en este primer momento de la revolución todos los partidos otorgaban su apoyo al Gobierno Provisional, incluidos los representantes bolcheviques.
Durante el primer mes y medio de la revolución primaba el desconcierto y la confusión en el bolchevismo. Este había jugado un rol histórico en la revolución de febrero, ya que había sido el partido que moldeó a través de los años a la vanguardia del movimiento obrero que protagonizó la insurrección que derrocó al zar. Sin embargo, esto fue insuficiente, ya que el propio partido bolchevique no actuó dirigiendo los acontecimientos, por lo que no pudo evitar que la insurrección fuera expropiada y el poder pasara a manos del Gobierno Provisional dando lugar a una inestable situación de doble poder2.
El partido, recién salido de la clandestinidad, y con sus dirigentes más experimentados todavía en el exilio, cayó preso de la vacilación. A medida que se fue asentando el nuevo régimen y las ilusiones populares depositadas en él, también se fue imponiendo en el partido una línea de apoyo crítico al Gobierno Provisional. Stalin y Kamenev le dieron un rumbo oportunista al diario Pravda, cediendo totalmente a las presiones de las instituciones de la "democracia revolucionaria" y de los dirigentes conciliadores de los soviets.
Incluso la mayoría de los representantes bolcheviques en el soviet llegaron a apoyar que "los soviets elijan representantes al gobierno provisional". Lo que estaba en juego era esencialmente qué actitud tomar ante el gobierno provisional. Apoyarlo, aunque sea críticamente, contribuía a sembrar ilusiones en él. La clave política era que el partido bolchevique actuara de manera independiente, confluyendo con el incipiente descontento de las masas y preparando el enfrentamiento de clase que tendría lugar tarde o temprano, o si dejaría pasar la oportunidad.
La política de Stalin y Kamenev de apoyo crítico al gobierno (actuando en común con los mencheviques en los soviets) se justificaba "por izquierda" con el argumento de "mantener el apoyo el gobierno provisional en cuanto éste luchase contra la reacción y la contrarrevolución". Con esto no solamente cedían a las ilusiones populares sino que dejaban de lado el problema principal que era la continuidad de la guerra.
Según Trotsky, con esta orientación los dirigentes bolcheviques durante el mes de marzo "No hablaban como representantes de un partido proletario que se dispone a afrontar una lucha imponente por la conquista del poder, sino como el ala izquierda de la democracia que, al proclamar sus principios, tiende a abrazar el cometido de oposición leal durante un período de tiempo indefinido".3

El regreso de Lenin
En realidad esta no era la única expresión del bolchevismo. Desde el primer momento la orientación derechista fue resistida por importantes sectores bolcheviques de base, principalmente aquellos obreros organizados como el comité de la barriada de Viborg, quienes ya planteaban que el poder soviético debía deshacerse del lastre de la burguesía.
Del mismo modo, Lenin desde el exilio daba indicaciones completamente opuestas a la adaptación al gobierno. En sus Cartas desde Lejos, Lenin denunciaba al gobierno por representar a los capitalistas y sus objetivos imperialistas en la guerra, a la vez que declaraba la intransigencia que el partido bolchevique debía mantener.
Pero Lenin tenía que volver a Rusia y sortear las barreras que la guerra le imponía. El único plan realizable fue volver a través de Alemania que era un país beligerante ante Rusia. Recién el 3 de abril llegó Lenin a Petrogrado. Miles de obreros y soldados celebraron su llegada. También los conciliadores se apresuraron a recibirlo, buscando que Lenin "entienda" su política. La respuesta de Lenin no pudo ser más tajante. Enfrentando la política del gobierno ante la guerra, Lenin afirmó que no estaría lejos el día que respondiendo al llamamiento de Liebknecht4 los pueblos volverán las armas contra los gobiernos de los explotadores capitalistas y acabarían con las guerras imperialistas.
Ese mismo día Lenin comienza una actividad frenética para que el partido bolchevique superara la crisis. Durante poco menos de un mes encabeza una verdadera "lucha de tendencias" dentro del partido, enfrentando el ala oportunista y apoyándose para ello en la base obrera del partido. Los otros dirigentes no eran extraños al partido, se habían formado durante muchas batallas, incluidas las actividades clandestinas o el exilio, pero ya sea porque éstos actuaban alejados del proceso que emergía, "desde abajo", en las fábricas donde estaba la vanguardia obrera, lo cierto es que se dejaban influenciar por el proceso político posterior a la revolución de febrero, en el que la revolución se había detenido a las puertas del poder estatal. Por esto se dirigían a la confluencia con el partido menchevique, siendo Stalin uno de los más enfáticos en proponer la fusión inmediata con estos.
No era la primera vez que Lenin debía dar dura pelea por sus posiciones políticas. No son más que mentiras las leyendas de que el partido bolchevique en vida de Lenin era monolítico o dirigido autoritariamente por su líder. En realidad era en un sentido normal que el partido tuviera que hacer su propio metabolismo interno para dar cuenta de aquellas nuevas situaciones que imponían giros inesperados. Para esto había que superar tales vacilaciones y solamente la autoridad de Lenin podía hacer que el partido lo hiciera a tiempo.

Preparando la "segunda revolución"
Lenin venía a reorientar radicalmente la estrategia y la táctica bolchevique expresando en un breve escrito lo esencial de las nuevas tareas en la revolución. Este es conocido como las Tesis de Abril. Allí caracteriza la guerra imperialista y señala qué actitud deben mantener los socialistas, explica la táctica de enfrentamiento al Gobierno Provisional y la necesidad de una lucha paciente por conquistar la mayoría de la clase obrera y los soviets para una política anticapitalista. También explica que los soviets, desembarazados de la tutela de la burguesía, eran no sólo magníficas organizaciones de autoorganización obrera sino "la única forma posible de gobierno revolucionario" y la base para construir un nuevo estado.
Contrariamente a esto muchos "viejos bolcheviques" utilizaban erróneamente algunos esquemas teóricos previos, que habían quedado viejos en la nueva situación. Hasta la Revolución de Febrero los bolcheviques se habían planteado que la revolución rusa tendría un carácter democrático burgués con el objetivo de superar el atraso histórico de Rusia en comparación con la Europa Occidental. Pero contra los mencheviques, que derivaban de allí su apoyo a la burguesía, los bolcheviques señalaron que era imposible que la burguesía encabezara una revolución porque estaba unida al capital imperialista y, temerosa de las masas populares y de la clase obrera, se limitaba a presionar por la autorreforma del zarismo.
Los bolcheviques planteaban una fórmula de poder gubernamental que llamaban "dictadura democrática de obreros y campesinos", la que debía tirar "dictatorialmente" al zarismo, quebrando la resistencia de la burguesía y llevando adelante en una alianza de obreros y campesinos objetivos democráticos propios de una revolución burguesa. Pero los hechos fueron más complejos que las previsiones teóricas previstas hasta ese momento por el bolchevismo. Rápidamente Lenin comprende cómo la revolución de febrero no dio por resultado la realización de las tareas de la revolución "democrática y burguesa" como el reparto de tierras a los campesinos, la jornada de 8 horas para los obreros y la convocatoria a una Asamblea Constituyente que reorganizara la nación extirpando la herencia del zarismo. Es que nada de esto se realizaba precisamente por la presencia de la burguesía en el poder. Se imponía ir más allá en los objetivos de la revolución, hacer una "segunda revolución" (Lenin). La fórmula de gobierno de "dictadura democrática de obreros y campesinos" utilizada por los bolcheviques para la revolución democrática quedaba vieja, ya había dado todo de sí.
El 4 de Abril Lenin defiende sus tesis en la conferencia bolchevique, y alejándose de estos esquemas apunta al problema esencial para los revolucionarios: "¿Por qué no se ha tomado el poder?", ante lo cual viejos bolcheviques repetían "porque no se ha superado la primera etapa, que es democrática y burguesa". Lenin respondía "Esto es absurdo. La única razón es que el proletariado no es lo bastante conciente todavía ni está suficientemente organizado. Hay que reconocerlo. La fuerza material reside en manos del proletariado; pero la burguesía ha resultado ser más conciente y estar mejor preparada. Es un hecho monstruoso, pero hay que reconocerlo franca y abiertamente y decir al pueblo que si no ha tomado el poder, ha sido por su desorganización y la falta de una conciencia clara". La vacilación del partido hasta ese momento impedía que la subjetividad de las masas conquistara la "conciencia clara" de lo que estaba en juego.
Con esto Lenin se acercaba decididamente en su comprensión de la revolución a aquella teorizada por León Trotsky, según la cual la revolución rusa comenzaría por las tareas democráticas pero no se detendría allí, adquiriría una dinámica "permanente" combinándose con tareas propias de la revolución socialista. Trotsky sostenía el programa de que el proletariado llegue al poder acaudillando a los campesinos y llevando adelante desde los primeros momentos de la revolución las primeras medidas anticapitalistas y socialistas. Ahora también Lenin veía la revolución rusa como "el prólogo de la revolución socialista mundial". Ya no pensaba que Rusia debía seguir los pasos que habían tomado las revoluciones en Europa Occidental, repitiéndolos, ahora Lenin quería "explotar el orden de los tiempos" cambiar el curso armónico de la historia realizando la primer revolución socialista.
En las próximas entregas continuaremos explicando este debate de estrategias en la revolución rusa.

1 Sthephan Zweig, Sterstunden der Menscheit, citado en Jean-Jacques Marie, Lénine.1870-1924.
2 Ver LVO N° 226 y 227.
3 León Trotsky, Historia de la Revolución Rusa, capítulo XV, Los bolcheviques y Lenin, pág. 233.
4 Carlos Liebknecht, (1871-1919) dirigente del ala izquierda del socialismo alemán preso por luchar contra la guerra imperialista. Ver LVO N°223.

 

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