Nuestros compañeros del PTS no podían creer semejante columna en la marcha, estábamos saliendo en los principales medios del país, llevando la lucha de MadyGraf, de Lear, de FelFort, de Liliana, entre otras. Esto es Pan y Rosas, miles de mujeres organizadas, diciendo que sí se puede.
Priscilla, 11 años, hija de un obrero de MadyGraf (Zona Norte - GBA)
Es la primera vez que participo en un ENM, es una gran experiencia ver las más de mil compañeras de Pan y Rosas que estábamos en Salta. Con mis compañeras de trabajo y familiares de aeronáuticos armamos la comisión de mujeres-El Despegue y vinimos al encuentro.
Ayelén, delegada de hecho de GPS, empresa tercerizada de Aerolíneas Argentinas (CABA)
Pensamos que Salta sería hostil, pero nos equivocamos. Fuimos a los talleres con nuestro color particular, haciendo descolocar con nuestras intervenciones a las mujeres más conservadoras y también a las más burócratas.
Ahí estaban las celestes de Lear, las remeras azules de la comisión de mujeres de Donnelley.
Carina, despedida de FelFort en lucha
Supe sobre el ENM por mi compañera Laura. Es horrible trabajar en un hospital y ver situaciones de mujeres pobres que pasan por abortos clandestinos. Que no esté legalizado es un problema.
Romina, trabajadora del hospital Alende (Lomas de Zamora)
Me sentí sensibilizada al ver el recibimiento de las compañeras de Pan y Rosas de todas las provincias, a la comisión de mujeres obreras de Lear y Donnelley que luchan y aguantan la represión de las llamadas “fuerzas de seguridad”, que las atacan por pedir la reincorporación a sus puestos de trabajos hace casi cinco meses. Ellas y nosotras decimos: “Familias en la calle, nunca más, que la crisis la paguen ellos”.
Natalia, estudiante (Tucumán)
Me gustó participar del ENM con Pan y Rosas y del debate contra la Iglesia, por que nosotras tenemos que decidir por nuestros cuerpos, no ellos. Contra el gatillo fácil y junto a la mamá que viajó con nosotras digo: ¡Basta de represión policial!
Francisca, “Pancha”, ama de casa (Córdoba)
Una parada en Lear sirvió para canalizar parte de la energía contenida. Allí pudimos ver a las mujeres luchando a la par de sus compañeros. Subimos al colectivo emocionadas por las palabras de las que tuvieron que quedarse, “hagan oír nuestra voz en el Encuentro”.
Ailen, La Plata
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