Llegamos ayer a la poderosa Alemania. Imponente. Soberbia. Otro cambio de clima áspero en unas horas. Del suave calor Griego a la lluvia fresca de Berlín. Tendré que sentarme y con la colaboración de los compañeros y compañeras de nuestra corriente pasar en limpio la cantidad de actividades que hicimos. Con cuántas organizaciones trotskistas de distintas tendencias nos reunimos en 4 países. Con cuántas organizaciones obreras: sindicatos, comisiones internas, delegaciones, agrupaciones. En cuántas Asambleas de trabajadores estuvimos presentes. Las fabricas que visitamos en Barcelona, París, Grecia. Con cuántas organizaciones sociales! Redes de solidaridad, colectivos de resistencia. Cuántas charlas, paneles y eventos en 15 días. De verdad tengo, tenemos, que hacer estos relatos. Me quedo y adelanto mientras mi profundo agradecimiento a los compañeros y compañeras de nuestra corriente internacional que organizaron en tan poco tiempo y financiaron mi viaje. Me quedo con la camaradería, el compañerismo, la atención fraternal recibida. La colaboración revolucionaria y los equipos políticos que fuimos haciendo todos estos días. La alegría de saber que compartimos estas batallas en común. Estos días la tecnología volvió a jugarme malas pasadas. A la falta de tiempos se sumó que no siempre pude escribir como hubiera deseado la crónica tan intensa de cada día. Lo voy a hacer. Lo vamos a hacer. Anticipo que no hubo un solo día que no aprovecháramos este viaje. Para terminar esta jornada antes de viajar, voy a visitar la tumba de la gran Rosa Luxemburgo. Mujer. Revolucionaria internacionalista, asesinada por la socialdemocracia alemana. Hoy cuando muchos “izquierdistas” nos hablan del mal menor. De coaliciones amplias de izquierda. De gobiernos de izquierda (sobre todo en Europa) no estaría mal que recuerden adónde nos llevan esos engendros intermedios. Reivindicamos a nuestra Rosa que lucho por la revolución socialista internacional hasta el último de sus días. Vuelvo con ese compromiso renovado, y con el testimonio de comprobar una vez más, que no hay un muro entre el programa de los revolucionarios y nuestra clase obrera internacional. Pero el programa solo no avanza. Tenemos que hacerlo carne en nuestra clase. Necesitamos muchos más compañeros para esta tarea, que ya esta en marcha.