Cuando entré a Latingráfica me encontré con largas jornadas de trabajo, un sueldo bajísimo y ninguna posibilidad de reclamos ni organización. Hace casi tres años y medio que estoy, y esta empresa logró aumentar cada vez más sus ganancias. Claro que de “distribuir” nada: la fortuna que amasó fue a fuerza de exprimir hasta las últimas gotas de sudor de los laburantes. Incluso hasta hace unos meses, había mas de 20 trabajadores en negro. Los que laburan en la planta hacen jornadas de 12 horas, los sueldos están por debajo del convenio e incluso muchas veces se trabaja sin franco ni feriados, de lunes a lunes.

Pero en mi fábrica hace dos meses comenzamos a organizarnos para que haya delegados. Nos despidieron pero hicimos una campaña y logramos que todos los que nos propusimos como delegados fuéramos reincorporados.
Pero esta no es ni más ni menos que la situación en que se encuentra la mayor parte de la juventud trabajadora. Hoy más del 60 % estamos precarizados, cobramos sueldos que nunca alcanzan ni para alquilar, ni para salir, apenas para sobrevivir, y uno de cada cuatro pibes hoy no consigue trabajo. Y encima somos los que más sufrimos la represión. Por eso, dos símbolos de lo que pasó con los jóvenes estos diez años son Mariano Ferreyra, que murió reclamando contra la tercerización laboral, y Luciano Arruga, desaparecido por la policía bonaerense.

Peque, trabajadora gráfica