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Partido de los Trabajadores Socialistas
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PANORAMA ECONÓMICO
Un “modelo” averiado
Por: Pablo Anino

10 Jan 2013 |

Con las expectativas puestas en la recuperación de la economía brasileña y en una gran cosecha, el gobierno pretende recobrar el clima favorable de cara a las elecciones. Pero no hay ninguna perspectiva de superar los problemas estructurales, mucho menos de mejorar las condiciones de vida del pueblo trabajador. Incluso, no hay garantías para que nuevos episodios de la crisis mundial agüen la fiesta que los K presumen comenzó con la llegada de la Fragata.

Se acabaron las tasas chinas
Luego de un mal año económico con la construcción en caída libre, varias industrias en retroceso, problemas en el comercio exterior y en el frente fiscal (nacional y provincial), se espera una recuperación en este 2013.

Los factores que favorecerán a Argentina son el crecimiento de Brasil y la cosecha de la soja (y precios muy altos del “bendito” yuyo). Además, el exiguo crecimiento de 2012 no gatilló los pagos adicionales por aumento del PBI que Néstor Kirchner le regaló a los “buitres” que entraron a los canjes, lo que supone menores desembolsos de deuda para este año. Aunque la entrega a los “buitres” que no entraron a los canjes podría alterar este panorama.

Es así que la escasez de dólares que llevó al “cepo” cambiario podría relajarse levemente. No obstante, la presión devaluatoria no deja de actuar. Es que un alivio temporal por el ingreso de dólares de la soja no trae soluciones mágicas al saqueo del capital imperialista y sus socios nacionales que fugan sus ganancias, ni a una deuda externa que sigue siendo una gran carga más allá del verso del desendeudamiento, ni a la necesidad de importar cada vez más cuando la economía crece.

La “maravilla” de los superávit “gemelos” no existe más. El superávit comercial se deteriora en gran medida gracias a una industria cuyo crecimiento demanda de crecientes importaciones por los grandes atrasos de productividad que exhibe en relación a las potencias económicas. Además, que sus inversiones resultaron insuficientes no ya para la transformación productiva, sino para sostener el ritmo de crecimiento.

El superávit fiscal se esfumó dilapidando el presupuesto público en los subsidios a las ganancias de las patronales industriales y de servicios públicos y en los pagos de deuda. Mientras, la recaudación se carga sobre la espalda del pueblo trabajador con el IVA (impuesto al valor agregado) y el impuesto al salario. En contraste, los jueces y el capital financiero a quienes CKF repudia públicamente no pagan un centavo de ese impuesto y la megaminería contaminante y muchas industrias cuentan con generosos beneficios impositivos. Esto no esto todo. Alfredo Zaiat, el economista de Página 12, en su afán de defender al gobierno se ha transformado en un indiscreto confesor de los baches del relato K: en Argentina no se cobra impuesto a la herencia de los grandes capitalistas millonarios (“Ricos y herencia”, P12, 6/1), a la derecha de lo que ocurre en EE.UU. y otros países donde sí se paga.

Inflación, “cepo” cambiario y déficit fiscal. Los problemas se acumulan y el “modelo” luce cada vez más averiado. Todos los pronósticos, tanto los buenos que auguran un crecimiento del 5%, como los malos que predicen 4% o menos, develan que se acabaron las “tasas chinas”.

El “cepo” al salario
El gobierno cerró 2012 con un tarifazo. Fue la respuesta al paro del 20N y a la movilización del 19D. En nada se diferencia la oposición patronal a la hora de ajustar al pueblo trabajador. Al tarifazo en el transporte público en el área metropolitana de Buenos Aires, se sumaron los de De la Sota en Córdoba y los aumentos de ABL de Macri en la Ciudad de Buenos Aires, dónde ahora quiere volver a subir el subte a $3,5. Mientras, se sigue viajando como ganado. En las últimas semanas hubo aumentos en los peajes, en combustibles y en otros servicios públicos. La inflación se acelera y el salario se deteriora.

El gobierno pretende poner un techo del 20% en las paritarias salariales. Según trascendidos, para hacerlo daría a cambio alguna concesión en el mínimo no imponible del impuesto al salario. Los K que se la pasaron denostando a una supuesta “aristocracia obrera”, a pesar que el impuesto lo pagan incluso quienes tienen un salario que no cubre la canasta familiar, ahora le harían alguna concesión a ese sector para imponer el techo salarial al conjunto de los asalariados. Es una estafa para licuar aún más el poder de compra del salario.

Los millonarios ahorros de Cristina y el enorme patrimonio de Daniel Scioli ventilados en medio del chisporroteo pre-electoral muestran lo lejos que están los políticos patronales de la realidad de ese 35% de los trabajadores que sigue en negro y cobra en promedio $1800 o del conjunto de los trabajadores que apenas llega a los $3700 en promedio, y ni siquiera se acercan a cubrir la canasta básica de $7000 que le permite a una familia vivir en condiciones apenas por encima de la miseria.

Entre los trascendidos también se dice que el elenco oficial lanzaría un plan de obras públicas de impacto inmediato, aumentaría la AUH y los planes sociales. Mientras, pasan los meses y los ingresos de los asalariados y el pueblo pobre se siguen licuando. Incluso, los K fogonean el consumo de las clases medias vía créditos. No van a mejorar sustancialmente las condiciones de vida del pueblo trabajador ni acabar con la pobreza. Buscan emular un clima favorable similar al de 2011 cuando CFK sacó el 54% de los votos. Pero toda esta “ficción” guiada por el pragmatismo electoral choca con los estrechos límites fiscales y la “sintonía fina”, un verdadero ajuste en cuotas.

Los que ganan con la inflación, los que no invierten y el “modelo” K
Son las patronales, en particular los oligopolios como Techint, las terminales automotrices, las alimenticias como Arcor y Kraft, las grandes cadenas de supermercados, las que aprovechan su poder de mercado para ganar cada vez más en el río revuelto de la inflación. Todas estas “corpos” son generosamente tratadas por los K con múltiples beneficios. Ahora, los aduladores del gobierno sacaron a la luz que éstas remarcan precios a piacere (P12, A. Zaiat, “Oligopolios y precios”). No es novedad que los empresarios remarcan y ganan con la inflación. Pero la tesis que la inflación se debe sólo a la remarcación tiene patas cortas y busca ocultar el fracaso de la política económica K.

Las patronales en su ambición de no perder un centavo aumentan los precios. Con el desgaste del “modelo” y las tendencias contractivas del año pasado evitaron hacer inversiones significativas para sostener sus ganancias produciendo más con nuevas instalaciones y maquinarias. En 2012 la inversión se derrumbó: “acumulando hasta noviembre una caída del 6,6% en la inversión bruta fija, con parciales negativos de 1,7 en construcción y 7,8 en equipo durable.” (Cronista, 4/1). Economistas afines al gobierno dicen que la burguesía tiene “reticencia inversora”. Invierten poco. En general fugan ganancias. Pero el gobierno ayudó al derrumbe de la inversión con la “sintonía gruesa” de Guillermo Moreno impidiendo importaciones y con la “sintonía fina” en el presupuesto público que redujo las obras públicas.

La alta inflación expresa una contradicción profunda entre rentabilidad y competitividad. Los aumentos de precios que hacen los empresarios para sostener la rentabilidad daña la competitividad porque la producción local se encarece frente a la de otros países. El circuito continúa con el gobierno haciendo mini devaluaciones que de todos modos son insuficientes para recuperar la competitividad. Integrado en una relación compleja que comprende otros factores, los baches fiscales se cubren en parte con emisión monetaria del Banco Central que termina alimentando la inflación. Es el gobierno el que lleva la batuta de estos desequilibrios económicos.

Más atraso y dependencia
La importancia de la soja para sostener el “modelo” y las alianzas que CFK ratificó con Monsanto de EE.UU. y con la Barrick Gold de Canadá son muestra fiel de la gravitación de la producción primaria y del capital extranjero en la economía. Los recientes acuerdos de YPF con Chevron y con el Grupo Bridas de Bulgheroni (el hombre más rico de la Argentina) para explotar Vaca Muerta develan que la expropiación parcial de la petrolera fue para renegociar las condiciones de expoliación con el capital imperialista y sus socios locales. A las petroleras el gobierno les regaló un aumento de los combustibles. El relato que hablaba de un “modelo” de transformación productiva e industrialización, y que ganaba grados de soberanía está cada vez más deshilachado.

 

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