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Partido de los Trabajadores Socialistas
    Buenos Aires   |  17 de abril de 2024
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Centroizquierda Essen
Por: Octavio Crivaro

20 Sep 2012 |

Así como los superhéroes responden a llamados o señales para salvar al mundo, los héroes de la centroizquierda sojera salen de su letargo inspirados en el clank clank de las cacerolas. Puede haber piquetes, huelgas, tomas de fábrica o represiones como en el Tabacal, pero nada de eso conmueve la rutina de Pino Solanas, Hermes Binner, Stolbizer o Donda. Pero en cuanto el cucharón de madera golpea la cacerola, estos personajes se rasgan las vestiduras por los pesares de los sectores más acomodados de las clases medias. Con ustedes, la Centroizquierda Essen.

El 2001 de Hermes Binner

Binner, la esperanza blanca del progresismo clarinista, se emocionó con los cacerolazos. Hermes suele tomarse a pecho eso de “una de cal, una de arena”. Él garantiza hechos y declaraciones que cada tanto refrescan la vaga idea de que es “progresista”, pero siempre deja sentado que es una opción potable para los grandes empresarios. Venía de pavonearse con los asesinos de mineros del CNA sudafricano y de admitir que no descartaba una alianza con Macri. En ese contexto había admitido que apoyaba el voto a los 16, pero el cacerolazo le vino al pelo para volver a “clarinear” y comparó el cacerolazo con el 2001, con el “que se vayan todos”.

Uno podría objetar lo necio de la comparación: el 19 y 20 las capas medias salieron a las calles enfrentando el Estado de sitio. Ante una crisis que hundía a los más pobres, e incautaba los ahorros de los sectores medios, las movilizaciones denunciaban al gobierno, a todos los partidos patronales y a instituciones como el Congreso. Durante 2002 hubo no pocas acciones comunes entre sectores de desocupados y “caceroleros”, naciendo una breve pero muy progresiva alianza: “piquete y cacerola, la lucha es una sola”.

Las movilizaciones de esta semana, aunque repita algunos actores, es en un sentido lo contrario: no rechazan al régimen político sino sólo al gobierno, mientras reclaman una oposición “que se ponga a la cabeza”. Y, sobre todo: no son sectores que se solidarizan con los más pobres, sino que los repudian porque “viven del Estado” por la Asignación Universal por Hijo (aunque no se quejan de la Jubilación por Amas de Casa, aprovechada por muchas personas paquetas sin aportes suficientes para jubilarse).

Pero lo llamativo no es lo que dice Binner del 2001, sino que tenga el tupé de hablar de esos días. Luego de integrar la Alianza que encabezó De la Rúa, el 19 y 20 de diciembre Binner conformó en Rosario un Comité de Crisis con Reutemann, representantes de los supermercados, la Iglesia, la Policía y el Ejército. Era el organismo que encabezó la represión. Rosario fue la ciudad donde proporcionalmente hubo más muertes, entre ellas la de Pocho Lepratti.

Re tonto

Pino Solanas dijo que es “re tonto” el que piense que el cacerolazo fue contra el cepo cambiario, por no poder salir del país. Quiere convencer de que él no se preocupa exclusivamente por el bienestar de los sectores medios acomodados: “Aunque haya sido sobre todo una manifestación de capas medias, son las capas medias en la Argentina las que han protagonizado grandes puebladas”. Como Binner, compara una manifestación de un sector que reclama una representación política coherente por derecha al gobierno, con importantes gestas de las que participaron las clases medias, como el 2001. Pino es coherente con su apoyo al lockout agrario y a los reclamos de los patrones rurales, pues no participó ni elogió a los reclamos de los sin tierra en Soldati, las huelgas o conflictos del Subte o Kraft, las marchas de desocupados. Incluso en 2011 condenó, concordando con Macri, las tomas de los secundarios de Capital.
No son, ni el FAP ni Proyecto Sur, alternativas para los trabajadores. Miremos, sino, los descuentos de Bonfatti, el gobernador del FAP, a los docentes que hacen paro. La conducción Verde de la CTA apoya a Binner-Bonfatti, insistiendo en la política que tuvo como resultado la liquidación de la Central. Los trabajadores deben confiar en sus propias fuerzas para dar una salida política.

 

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