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Partido de los Trabajadores Socialistas
    Buenos Aires   |  18 de abril de 2024
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Noé Jitrik sobre León Trotsky
17 May 2012 | Publicamos a continuación un fragmento del artículo del escritor y crítico literario Noé Jitrik (donde destaca la labor de Ediciones IPS), aparecido en la contratapa de Página/12 el 26/4.

Hay que señalar, ante todo, que en ese año [1924], en pleno ascenso de la influencia –o más bien apropiación– de Stalin en todos los organismos de Partido Comunista y él en la llamada “Oposición de Izquierda”, [Trotski] hablaba desde lo que podríamos llamar, al menos considerando este artículo, las finalidades de un cambio revolucionario en el proletariado urbano y campesino, como objetivo y consecuencia del sistema que la Revolución de Octubre había iniciado y que no le resultaba fácil implementar ni consolidar. Le preocupaban las formidables carencias culturales de un proletariado que, si bien había por eso mismo sido lo que había posibilitado la revolución ahora, en las vías de la construcción comunista, eran impedimentos, casi irreductibles zonas de alienación: llevar a ese proletariado tan particular a una conciencia política debía estar en el programa, pero, al mismo tiempo, exigía una respuesta que no podía ser mecánica ni ritual ni menos aún forzada.

El artículo, que salió publicado en Pravda, tiene una estructura argumentativa rigurosamente marxista: de una aclaración conceptual inicial desciende a un problema particular, examina sus rasgos y propone, imaginativamente, una solución. No tiene un tono admonitorio ni recriminatorio, más bien se parece a una invitación a pensar, nada extraordinario en sus escritos pero sí en relación con un contexto difícil, en plena crisis por la implantación de la “Nueva Política Económica”, que alguna urgencia tendría para el común de la gente, y las internas de un partido que pronto se vería ensangrentado por decisiones que llegarían a lo criminal. Y el problema, que seguramente todo político se plantea si no está tan sólo en el poder para su mero aprovechamiento, es cómo hacer para que el alcoholismo y la religión dejen de ser una rémora para la realización del programa de transformación de la sociedad que tiene como fin al ser humano.

[...] Trotski tenía una mirada que podemos llamar “moderna”, sabía que pasaban cosas en el mundo cuyo valor no podía ser ignorado y que lo más inteligente era acercarse a ellas y apropiarse de lo que proporcionaban, imaginación, cambio, suspensión, distracción, fantasía. [...] lo que me parece más importante todavía es que eso que le atribuye al cine puede aplicarse a toda manifestación artística y literaria y de lo cual surge algo análogo a una definición acerca de la función del arte. En esa idea de detener el saber de la experiencia concreta y cotidiana, sea cual fuere, proponiendo un pensar que se infiltre en las cabezas y las lleve a dejar entrar imágenes, dimensiones desconocidas de la realidad, posibilidades imaginarias, saltos al vacío conceptuales, residiría una esencial virtud, un poderoso agente de cambio que actúa en las sombras del inconsciente y que hace que los seres humanos comprendan más de lo que son y de lo que los rodea. El arte y la literatura, en suma, serían de acuerdo con esta lectura, las puertas de entrada a un reino de libertad que operando en el sujeto y su experiencia estética momentánea, se transmitiría a la sociedad en la que vive y le daría solidez a una voluntad consciente sin la cual ningún cambio podría tener fundamento.

 

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