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RAJOY REDOBLA LA GUERRA CONTRA LOS TRABAJADORES
Estado Español: hay que derrotar la reforma laboral
Por: Santiago Lupe

16 Feb 2012 |

El Gobierno de Mariano Rajoy entró pisando fuerte, con un recorte de 16.000 millones de euros y ahora, con la nueva reforma laboral, se dispone a atacar contundentemente a todos los sectores de la clase trabajadora. Se trata de una liquidación de derechos adquiridos que deja pequeñas todas las reformas anteriores -las de González, Aznar y Zapatero- porque supone casi un retorno a las relaciones laborales del franquismo más oscuro, el de los años ‘50. Gran parte de las conquistas arrancadas con huelgas, manifestaciones, presos y muertos, tanto a la dictadura como a los primeros gobiernos de la monarquía, se pretenden liquidar de un plumazo. Se reinstaura una total arbitrariedad patronal para imponer las condiciones de trabajo y un despido libre y barato, convirtiendo los convenios colectivos en papel mojado.

Aunque este plan lo lleve adelante el Partido Popular (PP), cuenta con el respaldo de las burguesías periféricas -la catalana y la vasca sobre todo a través de sus partidos históricos, PNV y CiU-, el Rey -que ya nos pedía “sacrificios” en el discurso navideño- y va en la línea de la “obra” iniciada por Zapatero -más allá de la oposición demagógica que va a hacerle el PSOE-. Y por supuesto cuenta con el beneplácito de la Unión Europea, de los presidentes Merkel (Alemania) y Zarkozy (Francia), el FMI y el Banco Central Europeo.

Con todo ello el gobierno de Rajoy se siente presionado a la vez que fuerte. Por un lado aún respira su reciente victoria electoral, y por el otro, no tiene una oposición seria enfrente, ni política –el PSOE está en crisis-, ni sindical -el desprestigio de los dirigentes sindicales Toxo y Méndez es un “activo” que quieren aprovechar-. Esto se ve también en que a la vez que aumenta la guerra a los trabajadores empieza a abrir fuego contra derechos democráticos como el aborto o mantiene su ofensiva en defensa de la memoria del franquismo bien activa, como se ha visto con el proceso y la sentencia contra el juez Garzón. Más allá del curriculum de este juez, nada pegado a la defensa de los derechos humanos -basta ver su historial contra la izquierda abertzale-, esta victoria de la derecha post-franquista señala cómo el Régimen del ‘78 a la vez que avanza sobre los trabajadores y el Estado del bienestar, sella a cal y canto la impunidad de los crímenes de la dictadura y blinda a los políticos corruptos. Corren el riesgo de que aumente el desprestigio de una institución clave como la Justicia, y precisamente a la vez que el caso “Urdangarin” salpica de lleno a la misma Jefatura del Estado, la Monarquía borbónica.

El Gobierno, el Régimen y la burguesía española atacan a toda la clase obrera y sus organizaciones 

Esta reforma ataca frontalmente a todos los sectores de la clase trabajadora. La juventud que se verá obligada a pagarse un 25% de su salario con su propia prestación al desempleo, los parados que tendrán que trabajar gratis “para la comunidad” y serán vigilados como delincuentes, los trabajadores de PYMEs que verán cómo sus patroncillos quieren imponerles convenios por empresa muy por debajo del provincial o estatal. Pero también los sectores con mejores condiciones, con derechos adquiridos y una mayor sindicalización. Nos referimos a los trabajadores públicos, de la gran industria (metal, química, calzado), del transporte. Los que constituyen el principal pilar de afiliación de los grandes sindicatos. El despido libre y barato a 20 días, el descuelgue de los convenios, los ERE’s exprés [1], la limitación de la hiperactividad del convenio... pretenden dejar a muchos de estos trabajadores en la calle y a los que queden imponerles condiciones a la baja. Cuando el PP hablaba de acabar con las diferencias entre fijos y temporales se refería a esto, a dejar a los trabajadores con mejores condiciones a la altura los precarios.
 
Para lograr imponer este retroceso histórico el Gobierno y la patronal van a llevarse por delante a los propios sindicatos, dejándolos sin ninguna atribución reconocible: no podrán negociar los ERE’s, los convenios que firmen no tendrán valor y los despidos individuales serán casi todos procedentes. Es decir, a los trabajadores se nos aboca a una situación de total indefensión legal. Además del recorte aún mayor de algunas fuentes de financiación para las centrales sindicales, como los cursos de formación.

Una apuesta arriesgada para la burguesía. El régimen está debilitando a una de sus patas clave para la contención de los trabajadores, la burocracia sindical. Si cunde el ánimo de resistencia entre los sectores que se vean atacados, se puede terminar reforzando nuestra capacidad de organización y lucha, aunque sin las mismas atribuciones legales, e incluso empezarse a purgar a los dirigentes que han llevado al nivel de parálisis y desprestigio de nuestras organizaciones que ahora quiere aprovechar el PP para liquidarlas. Un posible ascenso obrero, como el que metió en crisis terminal a la Dictadura, no va a tener aparatos sindicales reformistas con la capacidad que tuvieron entonces para imponer un desvío como la Transición.

Frente a las respuestas timoratas e ilusiones reaccionarias en el diálogo de Toxo y Méndez, los trabajadores debemos preparar una respuesta contundente.

Aún con este ataque las direcciones de CCOO y UGT siguen sin reaccionar a la altura de las necesidades, lo que muestra el nivel de putrefacción y adaptación al régimen imperialista del Estado español de estas cúpulas. El calendario de movilizaciones que han propuesto es totalmente insuficiente, sobre todo porque al mismo tiempo pretenden sentarse a negociar con el Gobierno. ¿Pero es que acaso se puede negociar una reforma que nos quiere devolver a la década de los ‘50? No es un ataque “matizable”. Es el mayor golpe contra la clase trabajadora en décadas, toda una declaración de guerra, que debería ser respondida con un plan de lucha ascendente y sostenido, que busque derrotarla, conseguir su derogación total. Toxo y Méndez se vuelven a colocar como un obstáculo terrible para que los trabajadores podamos enfrentar los planes de ajuste que los capitalistas y su gobierno nos quieren imponer. La estrategia de Toxo y Méndez de negociar en el trámite parlamentario nos llevará a nuevas derrotas y éstas de carácter histórico. En primer lugar porque en el Parlamento tiene mayoría el PP. En segundo porque la burguesía vasca y catalana apoyarán, a través del PNV y CiU. Y, en tercero, porque el PSOE que critica de boquilla, ya avanzó algunos elementos de esta reforma por medio del ex presidente Zapatero en 2010. Sólo la derrota total de la Reforma Laboral nos vale.

Las asambleas informativas que van a convocarse en los centros de trabajo y las movilizaciones previstas para el 19 y 29 de febrero debemos convertirlas en un trampolín para imponer a estas direcciones traidoras un verdadero plan de lucha que arranque con una gran jornada de huelga general. A la vez que se producen estas movilizaciones contra la Reforma, miles de trabajadores están luchando de manera aislada, por empresas y por sector. Trabajadores públicos de casi todas las administraciones, obreros contra despidos, como en la TEKA o Navantia, contra el incumplimiento del convenio, como los de TMB, junto a los estudiantes, como el PDI y el PAS de las universidades catalanas que harán huelga el mismo 29. La recomposición del movimiento obrero debe partir precisamente de estas luchas, coordinándolas, unificando sus demandas, organizándose en asambleas para ganar fuerza contra el gobierno y las patronales, servir de ejemplo para el resto de trabajadores y a su vez poder construir una alternativa en la “práctica” a la política nefasta de las direcciones de CCOO y UGT.

La lucha por la derrota de la Reforma Laboral y el resto de planes de ajuste debe servirnos a los trabajadores para fortalecer nuestra organización, retomar tradiciones como la asamblea decisoria, la conformación de comités de lucha y de huelga con delegados revocables, la coordinación y unificación de todas las luchas por empresa y sector que se están dando. Debemos recuperar la unidad de todos los sectores obreros. Nadie se salva de la “quema”, o golpeamos unidos o nos vencerán separados. Los trabajadores fijos, de ETT, subcontrata, contratos precarios, parados, inmigrantes. Debemos organizarnos juntos, unificar nuestras demandas, y empezar a dirigir desde la base los combates a los que nos aboca el Gobierno del PP.
 
La izquierda sindical y los sectores combativos de CCOO y UGT tienen una gran oportunidad y responsabilidad en estos momentos. Las políticas “sectarias” que se niegan a manifestarse junto a los grandes sindicatos no hacen más que permitir que estos dirigentes vendidos puedan mantener su política de diálogo y movilizaciones testimoniales sin problema.

Tampoco sirve la unidad sin crítica, como estamos viendo en conflictos de sanidad, educación y otros, donde la izquierda sindical comparte el 100% de la hoja de ruta de luchas aisladas de las direcciones de los mayoritarios. El sindicalismo alternativo y de clase debe ponerse a la cabeza del proceso de coordinación y unificación de las luchas en curso, de conformar bloques en las empresas que promuevan las asambleas y métodos de democracia directa, que conviertan las manifestaciones del 19 y 29 en un clamor por la huelga general y la derrota de la reforma.

Desde el Estado Español, por Santiago Lupe,

Clase contra Clase

 

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