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Partido de los Trabajadores Socialistas
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KIRCHNERISMO, CENTRODERECHA Y CENTROIZQUIERDA
Tres variantes de los capitalistas
Por: Facundo Aguirre , Ruth Werner

09 Jun 2011 |

Los escándalos de corrupción que estallaron en el seno de la Asociación Madres de Plaza de Mayo a raíz de las denuncias contra Sergio Schoklender golpean al gobierno de Cristina Kirchner. Distintas denuncias informan que el negocio venía garantizado desde la Secretaría de Obras Públicas, donde José López, un hombre del Ministro De Vido, se encargaba de enviar las partidas millonarias para la construcción de viviendas, sin ningún tipo de licitación ni control. Hebe de Bonafini empezó insultando a quienes acusaban al ex apoderado de la Fundación para ahora tratarlo de “estafador” y “traidor”. Estas declaraciones son parte de un “operativo de despegue” iniciado días antes por el oficialismo para salvar el prestigio de la Asociación Madres de Plaza de Mayo y para que “el monje negro” quede como el único responsable de los ilícitos, sin salpicar a ningún funcionario.

“Transformismo” y política burguesa

El devenir de la Asociación Madres de Plaza de Mayo es un claro ejemplo del “transformismo” mediante el cual Néstor Kirchner, a partir de 2003, cooptó y convirtió a una organización de lucha en un apéndice de la política oficial, para darle credibilidad a su gobierno que se reclamaba “hijo de las Madres de Plaza de Mayo”. El valor de Hebe y de las Madres no sólo se debe a su enfrentamiento a la dictadura sino también a su lucha contra la impunidad durante el gobierno de Alfonsín, contra los indultos de Menem, o cuando le puso el cuerpo a la Montada en diciembre de 2001 contra De la Rúa. Aunque hemos mantenido con Madres muchas diferencias políticas, hemos compartido infinidad de movilizaciones y tribunas de lucha, como la del Encuentro de Fábricas ocupadas de marzo del 2003 en Rosario, convocado por los obreros de Zanon.

Desde su adhesión al kirchnerismo uno de los argumentos utilizados por Hebe de Bonafini fue proclamar que ella hace política para “continuar la obra de sus hijos”. Estamos a favor de que las organizaciones sociales, populares y de los trabajadores hagan política. El problema es qué política llevan adelante. Hebe se define como un “soldado del proyecto nacional y popular”. El caso Schoklender es una clara consecuencia de sumarse a la gestión de los planes de vivienda del gobierno y el Estado patronal, adquiriendo las formas y los vicios que la caracterizan. Esta es la causa de la corrupción que se ha desatado en estos días. La cooptación de la Asociación Madres de Plaza de Mayo liquidó la independencia de un sector importante del movimiento de DD.HH. respecto del Estado burgués y el gobierno. Ya desde 2006 Hebe de Bonafini abandonó las Marchas de la Resistencia porque “el Presidente es un amigo de las Madres” y cuando desapareció Julio López se dedicó a sembrar dudas diciendo que “no es un típico desaparecido, no lo vemos como un desaparecido como los que sufrimos durante la dictadura” (La Nación, 28/9/2006).

Crisis del “modelo de cooptación”

El caso Schoklender plantea no sólo una crisis política para el modelo de cooptación de los movimientos de derechos humanos, sociales, y de los sindicatos asociados al oficialismo sino también para el propio gobierno. Es un anticipo, como el choque que ya vimos poco tiempo atrás con la CGT, de las crisis que van a caracterizar a un probable próximo periodo de Cristina Fernández. El kirchnerismo ya no puede contener y evitar las crisis políticas provocadas por sus camarillas. Todo un signo del agotamiento del proyecto “nacional y popular”.

El manejo discrecional de la “asistencia social” fue la respuesta de los gobiernos de la democracia para ricos a la miseria y a la destrucción del país en manos de la dictadura. No nos olvidemos que bajo Alfonsín llovían las denuncias por los escándalos por corrupción, con las cajas con alimentos denominadas (P.A.N), utilizadas para fines políticos.

Los Kirchner se limitaron a incorporar a los movimientos sociales a la administración de una parte de los recursos destinados a la contención social de los más pobres que estaba exclusivamente en manos de los punteros del PJ y la UCR, de la burocracia sindical y la Iglesia.

El “nunca menos” que reivindican los intelectuales progres de Carta Abierta no es otra cosa que un “modelo” donde mientras los empresarios ganan fortunas los trabajadores “ganan 1,3% menos que hace 10 años” (y esto lo informa la CTA oficialista de Yasky). Hay millones de desocupados, millones trabajan en negro, el 80% de los jubilados gana 1200$. El petróleo, el gas, la electricidad, los teléfonos, los ferrocarriles, los puertos, la minería son recursos estratégicos que continúan en manos privadas.

Sigue la concentración agraria en manos de una minoría y la sojización del suelo ha aumentado, los pagos millonarios al contado de la deuda externa al FMI crecieron, las empresas y bancos extranjeros agrandan su porción líder en el mercado. Los K no cambiaron nada de la estructura socio-económica de la Argentina semicolonial. Fueron y son sólo una versión “nac & pop” del entreguismo y sumisión al capital de la que todos los gobiernos capitalistas (militares y civiles) hicieron gala.

El PTS y el Frente de Izquierda levantan un programa para cambiar de raíz esta situación (ver páginas 10 y 11) y denuncia que el único objetivo que tiene el Estado burgués cuando coopta a las organizaciones populares es el de esterilizarlas como fuerzas de lucha. Peleamos por la más absoluta independencia respecto del Estado, los patrones y todo gobierno burgués para todas las organizaciones obreras y populares. A la obra pública y a las cooperativas de vivienda manejadas por punteros y dirigentes afines al gobierno le contraponemos el control por parte de los únicos que tienen las manos limpias: los trabajadores. Para ellos reclamamos el fin de la precariedad y el trabajo en negro, el reconocimiento de todos los derechos sindicales y el salario equivalente a la canasta familiar.

El frente de la centroizquierda sojera

El Congreso del Partido Socialista se apresta a lanzar la fórmula de Hermes Binner acompañado por Margarita Stolbizer del GEN. El acuerdo incluye a Proyecto Sur, a Luis Juez y a Víctor De Gennaro de la Unidad Popular. El Frente se postula para ocupar el espacio de centroizquierda, mientras la UCR ha conformado una alianza de centroderecha, con De Narváez y hasta el duhaldismo, llevando como vicepresidente a Javier González Fraga por recomendación de Roberto Lavagna (ver prontuario).
Si en los ’90 la centroizquierda del Frente Grande estaba liderada por carreristas pequeñoburgueses como Chacho Alvarez, el frente actual es desde el vamos mucho más a la derecha y patronal. Binner es un agente de las patronales sojeras, lo mismo que su vice Stolbizer que hasta quiso tentar a Mario Llambías de la CRA (Confederaciones Rurales Argentinas), para diputado en 2009. Juez no sólo representa a la burguesía agraria sino también a las automotrices cordobesas.

Hay un chiste que bien podría hacérsele a todos los partidos patronales. Dicen que Cristina está horrorizada porque Alfonsín concertó una alianza con De Narváez que es un empresario “facho y derechista”, sin embargo, no se asusta por el “derechista” (además de menemista) Daniel Scioli que espera ser reelecto en la gobernación de la provincia más importante del país, por el Frente para la Victoria. Un chiste similar podría hacérsele a Binner que parece que encontró en De Narváez su “límite ético” para conformar una alianza con la UCR. Sin embargo, Binner no le hace asco a “fachos y derechistas”, como la Democracia Progresista (que con Alberto Natale llegó a la intendencia de Rosario bajo la dictadura), con quien además de la UCR, cogobierna hace años la provincia. Mientras De Gennaro se entusiasma con Binner los estatales marchan en Rosario contra los sueldos de hambre del gobernador. Las palmas se la llevan sin duda el PCR y el MST, que acaba de decir que Binner puede encabezar un proyecto “emancipador”.

Con la fuerza de la juventud y los trabajadores

En Santa Cruz la rebelión de los maestros y de los petroleros es una gran batalla de clase contra el gobierno kirchnerista de Peralta y los empresarios del petróleo. La respuesta del gobierno “nacional y popular” ha sido el envío de la Gendarmería, los intentos de desalojo y hasta el uso de las patotas. Es todo un símbolo de lo que un nuevo gobierno de Cristina está dispuesto a hacer para defender las ganancias de las patronales. Pero Santa Cruz también muestra a un nuevo movimiento obrero que destaca dirigentes y avanza en su conciencia de clase, como los obreros de Donnelley (ex Atlántida) (ver páginas centrales).

El Frente de Izquierda que conformamos el PO, el PTS e Izquierda Socialista se nutre de cientos de luchadores provenientes del sindicalismo de base clasista, de la juventud combativa y de los derechos humanos de todo el país. En Neuquén la campaña del Frente de izquierda ha recibido grandes muestras de apoyo y simpatía popular (ver nota en página 3).

Contra las alternativas de los capitalistas que representan el oficialismo y las variantes de oposición de centroderecha y centroizquierda, el Frente lucha por la independencia política de la clase trabajadora. En el encuentro entre este programa y el activismo obrero y juvenil reside la fuerza del Frente de Izquierda.

 

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