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Partido de los Trabajadores Socialistas
    Buenos Aires   |  29 de marzo de 2024
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El debate de la inflación
Por: Armando Mouzo

18 Feb 2010 |

El aumento de los precios, en particular los alimentos (en enero la carne aumentó un 35% y los lácteos un 23%) y la canasta escolar (un 30% con respecto al año anterior), golpea duramente las condiciones de vida de los sectores populares. Afecta a los trabajadores en blanco disminuyendo su poder adquisitivo, pero mucho más a los empleados precarizados o desempleados. Según el sociólogo Artemio López, de continuar la tendencia actual la inflación anualizada de alimentos y bebidas llegaría al 22,9%. En la misma proporción menguaría el poder adquisitivo de la asignación universal por hijo, los $180 equivaldrían en un año a $138,8.
Entre la oposición patronal, el gobierno y la prensa afiliada a uno u otro bando, se ha abierto un debate sobre las causas de este flagelo.

Según el diario de De Narváez, “ante la aceleración de los precios, que en enero treparon entre 2% y 3% (1% según la medición oficial del INDEC) y este mes subirían otro 1,5%, comenzaron a escucharse las clásicas recomendaciones de corte más ortodoxo para reducir la inflación: moderar el gasto, subir las tasas de interés y apreciar el tipo de cambio” (Cronista 17/2).

Los políticos patronales -UCR, PJ disidente, CC, PRO- evitan levantar este programa. Sin embargo, el mismo se desprende de sus críticas al gobierno. Al objetar los subsidios o el aumento del gasto, están pidiendo un ajuste. Lo mismo ocurre cuando recomiendan volver a negociar con el FMI, saben perfectamente que este organismo pedirá un ajuste en el gasto, una suba de tasas de interés y la apreciación del peso, como ya lo demuestra su política para los países europeos. Esta es la clásica vía para comprimir la economía, mantener o aumentar el número de desocupados, debilitando por esa vía a los trabajadores a la hora de pelear por sus salarios.

Por su parte el Jefe de Gabinete Aníbal Fernández dice que “la inflación no es por las complicaciones históricas que ha sufrido la Argentina, sino por un mejoramiento de la distribución (…) Ese dinero va al consumo, hace que exista una demanda que no se puede satisfacer y, cuando esto sucede, forzosamente tienden a subir los precios”. Enarbola la teoría que afirma que a mayor demanda, hay inflación.

Su política, más allá del maquillaje de las cifras del INDEK, pretende contener el alza de los precios con generosos subsidios a los capitalistas y acuerdos de precios monitoreados por el Secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno. En el mismo sentido, presiona por una baja de las tasas de interés, ya que considera que éstas permitirán una mayor inversión y la consecuente expansión de la oferta. Es de un cinismo completo cuando critican a los bancos por no bajar las tasas de interés y a la vez les facilitan un enorme negocio con la venta de dólares a futuro.

Las causas de la inflación

Es un hecho reconocido por opositores y oficialistas la caída de la inversión, lo que impide que aumente la oferta de productos en consonancia con el aumento de la demanda y que es un factor que influye en la suba de precios. En este sentido, las afirmaciones de Aníbal Fernández coinciden con las del ministro de Economía “quien considera que existe un retraso de la oferta de bienes y servicios por parte de las empresas frente a una creciente demanda del público” (Crítica 15/2).
Esto es contestado por la oposición. “Se sabe hace mucho que las inversiones implican arriesgar capital y necesitan contar, también con ciertas garantías de recupero”, afirma Clarín (16/02), que coincide con el liberal Solanet, que afirmó que "la rigidez de la oferta es una de las causas de la inflación pero la ausencia de condiciones apropiadas es causante de la falta de respuesta inversora". Según Crítica (15/2) el economista realizó estas afirmaciones tras recordar el proceso de estatización de AFJP y el intento de uso de reservas del BCRA.

Lo que no mencionan ninguno de estos bandos es la estructura económica local, que se caracteriza por la concentración y centralización oligopólica de la producción, el comercio y la distribución, mayormente en manos de capitales imperialistas. Esta es una herencia del neoliberalismo, que el “progresismo” kirchnerista no tocó en más de siete años de gobierno. Al no tener competencia, estos sectores oligopólicos no tienen ningún interés en ampliar la oferta para bajar sus precios. Eso iría contra sus propios intereses.

El ideal de los capitalistas para un crecimiento con baja inflación es el período que fue de 2002 a 2005, con un dólar alto y salarios por el suelo. La recomposición del movimiento obrero y las luchas salariales impidieron continuar con este ideal burgués. A partir de aquí apareció la inflación.
En este sentido, y teniendo en cuenta la puja salarial que se viene en las paritarias, los últimos aumentos les permitirían tener un “colchón” que asimile el aumento de los salarios. Los economistas privados calculan que la inflación sería del 20%, y que las discusiones por los aumentos rondarían en esta cifra.

Otra de las causas de la inflación está en el precio del dólar. Si el mismo se mantiene constante pero aumentan los precios, en realidad se produce una apreciación implícita del peso, lo que trae aparejado un aumento de los insumos importados. En cuanto al dólar, Mercedes Marcó del Pont, una devaluacionista histórica, está obligada a sostener la misma política que su antecesor, Martín Redrado, y desestimar, por ahora, a los sectores empresarios que presionan para una devaluación que conllevaría el riesgo de una segura disparada inflacionaria.

Siempre ganan los capitalistas

Como se puede apreciar, la discusión gira en torno a las condiciones apropiadas para garantizar las ganancias de los capitalistas y no las necesidades que tienen los trabajadores y el pueblo para contar con un empleo y un salario que les garantice la satisfacción de sus necesidades. Visto desde otro punto de vista, quienes producen la riqueza social (los trabajadores) se ven impedidos de disfrutarla. Esto se puede comprobar al ver la distribución del ingreso. Desde la dictadura militar a la fecha los poseedores de los medios de producción y de cambio, han incrementado su parte en desmedro de quienes menos tienen. Actualmente el 10% más rico de la población gana 50 veces más que el 10% más pobre.

En otras palabras contaron y cuentan con todas las garantías de recupero para llenarse los bolsillos y luego invertir sus ganancias en el exterior. U$S 7.000 millones transfirieron las multinacionales a sus países de origen en 2009, la mayor transferencia en las últimas décadas y el equivalente al Fondo del Bicentenario que tanto se discute.

Por su lado los grandes capitalistas argentinos imitan esa conducta sacando sus ganancias fuera del país, explicando así la otra parte de la fuga de capitales.

Las salidas

La oposición y el oficialismo, por distintas vías, pretenden garantizar las ganancias de los empresarios en desmedro del mejoramiento del nivel de vida de los trabajadores y el pueblo. Ni el ajuste que propone la oposición, ni los subsidios y acuerdos de precios del gobierno solucionan nuestros problemas, como ya se viene demostrando.

La realidad es que para conseguir un salario que cubra la canasta familiar (en el orden de $4.200), hace falta una gran lucha, ya que implica bajar las ganancias de los empresarios. La denominada “cláusula gatillo” -que los salarios se ajusten cada vez que aumentan los precios- es la única medida que impide la pérdida del poder adquisitivo.

También se necesita la movilización de todo el pueblo trabajador para controlar los precios en los supermercados, y la apertura de los libros de los capitalistas para que se hagan públicas sus fabulosas ganancias, lo que demostrará que la suba de precios es injustificada.

 

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