Los trabajadores del Centro de Salud Mental Ameghino están en pié de lucha, con cortes de calle, tomas del edificio y en estado de asamblea permanente. El Gobierno de Macri pidió recientemente la renuncia de los directores del Moyano, Tobar García y del Centro Ameghino, que habían firmado una nota exigiendo que se clarifiquen las políticas en salud mental junto a los directores del Borda, el Alvear y el CSM N°1. Antes, había nombrado como director de Salud Mental a Gregorio Alcaín, cuyo único “mérito” es provenir del riñón del nefasto N. Merchant (destituido en 2005 del Moyano –luego de dos décadas–, con denuncias de todo tipo, desde administración fraudulenta de protocolos psicofarmacológicos hasta la prostitución de pacientes).

El plan de Macri es desmantelar el sistema de salud pública y avanzar en la entrega de la atención a los capitales privados, y para la Salud Mental esto implica además hacer de los terrenos del Borda y el Moyano un gran negocio inmobiliario y político, cerrando los hospitales y trasladando allí el centro cívico. Hace unos días, incluso, desde el Macrismo dijeron que no cerrarían los hospitales, aunque agregando “con ironía que ‘…quedarán insertados en el centro cívico, si es que se logra trasladar algún día’” (La Nación, 27/08). En definitiva, movidas coyunturales pero el plan parece mantenerse. Esta es la tarea de Alcaín, y para esto buscan ubicar funcionarios que ejecuten esta política: en el Moyano, por caso, el nuevo director sería Alberto Monchablón Espinoza, que ya tiene una causa judicial por experimentación fraudulenta de psicofármacos en pacientes (P/12, 13/08)

Pero el dato es que también los residentes y concurrentes de los hospitales públicos se vienen organizando en defensa de la salud pública, y realizaron, este jueves pasado una impresionante marcha interhospitalaria con más de 1.500 trabajadores y trabajadores denunciando la situación (ver cobertura en TvPTS)

Avanzar en la organización y la coordinación para la lucha, tanto de los sectores profesionales como no profesionales, es la clave para enfrentar los planes de los capitalistas para la Salud Pública, ya sea la política abiertamente privatista del Macrismo, como así la del Gobierno K, que nada hizo para revertir la situación calamitosa en que se encuentra. Sólo con la movilización se pudo frenar al Fino Palacios, este es el ejemplo que hay que seguir para luchar contra la privatización de la salud pública; por el aumento del presupuesto bajo control de usuarios y trabajadores de la salud; contra el cierre de las instituciones públicas de Salud Mental y el avance manicomial; y –como cantaban en la marcha– decir ¡Basta! A la utilización de los residentes y concurrentes como mano de obra barata para tapar las deficiencias del sistema de salud. 

Rosa y Juan