En una jornada que marca otro hito en el Subte Metrovías, se hizo sentir el rechazo casi unánime de los 4500 trabajadores que abandonaron sus tareas ante el intento de la burocracia de la UTA, con el aval del Ministerio de Trabajo y la custodia policial, de imponerles elecciones fraudulentas. Como siempre, la patronal de los Roggio jugó a favor de la patota, no porque estuviera en juego esta vez un reclamo salarial, sino para quebrar la conquista histórica: el cuerpo de delegados que junto a las asambleas fue lo que posibilitó la jornada de 6 horas y el fin de la tercerización, entre otras conquistas.

Los medios quisieron mostrar “normalidad” en el funcionamiento de los subtes, mientras en la ciudad el tránsito fue un caos. Los trenes que prestaron servicios, con demoras y parcialmente, fue con personal jerárquico, lo que constitutye una violación a las normas de seguridad en la ciudad de Cromañón, y un pequeño grupo de carneros. La UTA no pudo hacer votar más que un grupo de amigos, mientras los trabajadores repudiaron a la patota y rechazaron masivamente el intento de fraude.

El balance de la jornada es claramente favorable a los trabajadores, que deberán continuar, como han dicho, su “plan de lucha” hasta consolidar el triunfo: derrotar las maniobras de la UTA y garantizar elecciones libres y democráticas.