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Partido de los Trabajadores Socialistas
    Buenos Aires   |  29 de marzo de 2024
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1932
Las Marchas del Bono y del Hambre (1)
01 Oct 2008 |

La Marcha del Bono

La Marcha del Bono fue un movimiento espontáneo de los veteranos de guerra desocupados. Los negros fueron los más activos integrantes de esos contingentes que se dirigían desde distintos puntos hacía la capital, Washington D.C. : “Héroes en 1917 – Mendigos en 1932”, era una de las consignas que colgaban de los trenes de carga y de los automóviles que los transportaban. Exigiendo el pago inmediato de un bono por los servicios prestados, se mantuvieron firmes y decididos a quedarse en la Capital hasta imponer sus demandas. A fines de julio, el gobierno ordena el desalojo sacando los tanques y al Ejército a las calles. En los enfrentamientos mueren dos veteranos, Eric Carlson y Bill Hushka. “Con gas lacrimógeno y a golpes de rifle y culatazos de bayoneta sacaron a los veteranos de sus tiendas y refugios en los que habían vivido por diez semanas. Los veteranos se resistieron, devolviendo en forma experta las bombas lacrimógenas a sus atacantes, retirándose sólo cuando eran físicamente sobrepasados (…) Todos dijeron que había alrededor de 20.000. Las tropas prendieron fuego las tiendas y hacia la noche los veteranos fueron dispersados por Virginia y Maryland.”

La marcha del hambre

El impacto de la Marcha del Bono da impulso a la marcha Nacional del Hambre, que es dirigida por el Partido Comunista.
Contingentes de desocupados cruzan el país sin un solo centavo, despertando simpatía y solidaridad con sus demandas. Cuando llegaban a una ciudad, los dirigentes llevaban a todo el grupo a los tribunales e imponían un ultimátum: “o nos alimentan o nos quedamos acá”, forzando a los estados a darles nafta y alimentos para poder seguir viaje.

“En Indiana, nos encontramos con nuestra primera oposición dura, del Ku Klux Klan (organización de ultra derecha que proclama la superioridad de la raza blanca a través de actos de violencia racial. N. de R.). Gracias al apoyo activo de los mineros y los sindicatos, y la disciplina de las columnas, pudimos seguir con pocas dificultades.

En nuestra columna, perdimos dos camaradas, por falta de refugio y asistencia medica. Nuestras mujeres, además de estar entre las mejores militantes, actuaban como enfermeras y cuidaban a nuestros enfermos.”

Ni bien la columna llega a Washington, es rodeada por la policía y tropa motorizada con ametralladoras y obligada a salir de la ciudad. Sin lograr entrevistarse con el presidente del Congreso (aunque otros políticos les prometen tratar el asunto en el parlamento), los dirigentes aconsejan emprender el regreso. “(…) Hacia la noche los manifestantes estaban derrotados, las columnas rotas y dispersas. La incapacidad de la dirección estalinista era por entonces evidente: no habían hecho ningún plan serio para nuestra vuelta a casa.”

Si bien ambas manifestaciones fueron corridas de la Capital antes de hacer efectivas sus demandas, su lucha había tenido un sentido. Al año siguiente, el gobierno de Roosevelt otorgará bonos y subsidios para contener el reclamo de veteranos y de los desocupados.

 

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