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POLITICAS FRENTE A LA PRODUCCION Y PROPIEDAD DE LA TIERRA
La política agraria del peronismo
Por: Hugo Echeverre

19 Jun 2008 |

En un artículo anterior (LVO 277) abordamos uno de los aspectos centrales de la política agropecuaria de Perón, en su gobierno de 1946 a 1955. Ahí nos referíamos a las limitaciones del Instituto Argentino para la Promoción del Intercambio (IAPI), polemizamos con Claudio Lozano y otros que reivindican acríticamente aquella política de Perón.

Otro aspecto de la política de Perón fue la Ley de Arrendamiento y la política de colonización, que es reivindicada por sectores de izquierda como el MST, para quien Perón “tomó medidas tales como la expropiación de cientos de miles de hectáreas a terratenientes como Patrón Costas de Jujuy o los Pereyra Iraola. Dio nacimiento a colonias al dar en propiedad miles de hectáreas a pequeños chacareros” (Alternativa Socialista N° 473), o el PCR “Perón congeló los arrendamientos y dio créditos con los que miles de chacareros compraron su chacra”. Al hacer estas afirmaciones sin mencionar que durante los dos primeros gobiernos peronistas, la oligarquía se vio enormemente favorecida es incentivar las ilusiones de las masas de que puede haber un gobierno burgués nacionalista que lleve adelante tareas imprescindibles como la expropiación de la oligarquía.

Breve contexto previo

En la campaña electoral de 1945, el debate sobre el campo tuvo su relevancia. Tomando tan sólo un hecho previo al surgimiento del peronismo, bajo la dictadura militar de Edelmiro Farrell, se habían producido enfrentamientos entre arrendatarios y latifundistas, que llevaron a la colonización y expropiación de algunos latifundios en zonas como Balcarce, tal como lo reflejan los periódicos de la Federación Agraria de la época. Estas cuestiones, que hacen a la propiedad de la tierra y a la estructura agropecuaria, sumado a la necesidad de incrementar la producción agraria, serán tomadas en la campaña electoral del peronismo. En esa época, era necesario el abastecimiento de alimentos para una naciente y dinámica clase obrera, junto a la derivación de una parte importante de la renta agraria para subvencionar el desarrollo de la industria. A la vez, debía lograrse una capacidad productiva capaz de derivar volúmenes de carne y granos para la exportación, entrada de divisas para comercializar e importar tecnología; en un mercado mundial, que a la salida de la II Guerra, comenzaba a hegemonizar EE.UU.

La pelea por la presidencia en el ’45 se polariza entonces frente al campo, y el peronismo disputa con Braden (embajador norteamericano), la oligarquía y la “unión (gorila) democrática”. Perón agita consignas tales como la “reforma agraria”, “la tierra para quienes la trabajan”, además de explicaciones cristianas sobre “la función social” de la tierra. Estos slogans seguirán siendo utilizados a modo de propaganda hasta avanzado el gobierno, aunque disminuyendo para 1948/ 49.

Hecha la ley...

El peronismo llega al gobierno con la necesidad de tener que combinar una política que pudiese contener los conflictos entre los chacareros (que alquilaban y trabajaban con sus manos y máquinas) con los terratenientes para poder cumplir sus objetivos de aumentar la producción agropecuaria. La política que se va a dar será la sanción de las Leyes de Arrendamientos; tibias políticas de asentamiento y colonización, además de escasas expropiaciones sobre tierras fiscales, y algunas parcelas en latifundio; acciones que serán indemnizadas por el gobierno nacional.

Las leyes de arrendamiento de los primeros años de gobierno (del ’46 al ’48) contenían prorrogas de hipotecas, congelamiento de alquileres y créditos blandos del Banco Nación. Aplazo de contratos y suspensión de desalojos. Esa fue la forma, según expresa Mario Lattuada, de “descomprimir la presión sobre la tenencia de la tierra1”. A la vez (en la propia ley de arrendamiento), los propietarios tenían cláusulas de excepción desde donde podían desalojar a los arrendatarios por falta de pago, mientras ellos explotaran la tierra directamente o a través de familiares. Es una media verdad, que se afectó en un principio a algunos arrendadores y “tocó” la renta de algunos terratenientes.

Monopolio, colonización y producción

La política de colonización llevada adelante abarcó a algunas tierras fiscales. Pero estas concesiones debían realizarse mediante remate público y licitaciones. Genocidas de obreros como los Martínez de Hoz -dicen- solían agradecer desde la Sociedad Rural, mientras desarrollaban las conspiraciones gorilas con el imperialismo yanki.

Con las expropiaciones pasó otro tanto, y “sólo podían efectuarse en el caso que las tierras a afectar no fuesen objeto de una explotación agraria racional verificada directamente por sus propietarios”2. Recordemos que en ese entonces la tierra está concentrada en manos de la vieja oligarquía, que controla una de las bases centrales de la riqueza del país; la Pampa húmeda. Si bien Perón solía repetir “la tierra para quien la trabaja”, el derecho de propiedad de la oligarquía terrateniente no es cuestionado.

Resulta interesante observar las contradicciones que abre la negativa del peronismo de atacar la propiedad y concentración de la tierra, en contraste con su línea de “productividad” de la tierra. Según Milcíades Peña3, “el monopolio terrateniente bloquea” las motivaciones de los chacareros para mejorar y extender la producción; tanto en diversidad como en calidad. “Cerrado el acceso a la propiedad de la tierra”, los chacareros no piensan en desarrollar la producción sino en sobrevivir y evitar convertirse en mano de obra desocupada, atrasando en general las condiciones de trabajo y la aplicación de tecnología; debilitándose la capacidad de explotación agropecuaria.

La tierra para quienes la trabajan

Cuando se abre la crisis (1948/49), el peronismo lejos de avanzar en una línea de expropiación mediante una reforma agraria, entregando la tierra a quienes la trabajan para reorganizar la explotación y producción opta por financiar mediante préstamos la producción capitalista, endeudando al Estado. Todo cuestionamiento a la propiedad privada del suelo es anulado.

Grandes burgueses como los Bemberg (ex dueños de la cervecería Quilmes), imponían su poder de posesión y no renovaban los contratos de arrendamiento y desalojaban a los chacareros y sus familias con una suma en efectivo, junto con pasajes de ida a alguna barriada obrera. Los oligarcas echaron a cientos de miles de chacareros. Y al otro día tempranito ya estaban los peones del patrón de la estancia arreando el ganado, que será subvencionado por el Estado para la Corona Británica. Al final del gobierno peronista hay 1.200 terratenientes que poseen el 25% de las mejores tierras de la Provincia de Buenos Aires.

Lo más destacado del peronismo hacia el campo fue una mejora de las condiciones de trabajo, un aumento del salario y la sindicalización del obrero rural. Nunca cuestionó la tenencia de tierra en profundidad, y menos la estructura agraria y ganadera existente. Si bien los grandes propietarios debieron compartir parte de la apropiación de la renta del suelo, las explotaciones en propiedad privada fueron las que más crecieron. Los grandes propietarios, extendieron la propiedad a sus familias y amistades, y se rodearon de una concentración de propietarios bajo la misma bandera. Según cifras de los Censos Nacionales Agropecuarios, del año 1947 a 1960, estas explotaciones pasaron de 174.000 a 245.000; reduciéndose en contrario las explotaciones en arrendamiento de los pequeños chacareros que disminuyeron de 157.000 a 68.000. Una nueva concentración capitalista, va a profundizar la emigración rural de trabajadores junto con sus familias, que vivirán situaciones de marginalidad, perdiendo sus trabajos y abandonando el campo. Según esa misma fuente censal, por año eran desplazadas más de 40.000 personas. Breve muestra que reduce a la nada las ideas de colonización o aspiraciones campesinas de la tenencia de un “pedazo de tierra”, viéndose reforzada la base de poder de los terratenientes y los beneficios de la propiedad de la tierra.


Expropiación

Diputados peronistas (que influencia John Willian Cooke) redactaban para debatir en el Congreso, en mayo de 1948, un proyecto de “expropiación de campos ocupados por arrendatarios o aparceros que trabajan directamente la tierra, para facilitar la adquisición por sus ocupantes”. El texto no fue tratado nunca. Por el contrario, en 1952, a través del Plan Económico, el Poder Ejecutivo estableció “reducir al mínimo indispensable las expropiaciones por causa de utilidad pública; (y recomienda) suma prudencia al Congreso Nacional y Legislaturas Provinciales de (desarrollar) proyectos que tiendan a cercenar o limitar arbitrariamente la propiedad”. A su modo, el peronismo se niega y es fiel asimismo.

 

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