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La excepcionalidad y sus límites
Por: Pablo Anino

10 Apr 2008 |

El ciclo de crecimiento ininterrumpido de la economía argentina, que desde el año 2002 se produce a tasas anuales que superan el 8%, adquiere un carácter de excepcionalidad por la combinación de un abaratamiento de los costos internos por la devaluación y el sostenido crecimiento de los precios internacionales de las materias primas. La devaluación implicó que en el 2002 la inflación sea del 40%, mientras que los salarios se incrementaron sólo un 8%. Esto significó un atraso inicial en los salarios reales y un aumento de las ganancias de los empresarios.

Desde el 2001/2002, con la incorporación al consumo de importantes sectores de la población de China e India y la aparición de los biocombustibles como alternativa al petróleo, se genera una fuerte demanda de granos presionando al aumento de sus precios que se han triplicado desde entonces, llevando a las exportaciones desde alrededor de 25.000 millones de dólares a principios de la década a superar los 50.000 millones de dólares en 2007. El resultado fue la existencia de un superávit comercial por varios años, dándose un inédito
incremento simultáneo del consumo interno y las exportaciones. Los grandes beneficiarios de los exorbitantes precios de las materias primas (ver gráfico) han sido los grandes jugadores del agro como Grobocopatel, Cargill, Molinos, la Aceitera General Deheza, con ganancias que desde el 2001 se incrementaron un 295% en la soja y once veces en el caso del maíz (CENDA, Notas de la Economía Argentina N° 4, Diciembre de 2007).

Aún con las importaciones aumentando a mayor ritmo que las exportaciones desde la devaluación, el superávit se estabilizó desde el año 2004 en alrededor de 12.000 millones de dólares.
Desde mediados de los ‘50 hasta el año ‘76 los ciclos de crecimiento, de duración de entre tres y cuatro años (ver entre otros Basualdo, Eduardo, Estudios de historia económica argentina. Bs.As., Siglo XXI, 2006), estaban limitados por el agotamiento del superávit comercial. Esto se daba porque la base estrecha de la industria argentina requería la importación de insumos intermedios, subiendo las importaciones al calor del crecimiento industrial. La combinación con el estancamiento de las exportaciones significaba una tendencia general al crecimiento más acelerado de las importaciones en relación a las exportaciones, que impedía obtener los dólares necesarios para los insumos que la industria necesitaba.

Estos ciclos eran denominados por la economía burguesa como de “stop and go”: el déficit comercial imponía un freno al crecimiento de la economía (stop) del que se salía con sucesivas devaluaciones, haciendo caer las importaciones y los salarios reales, disminuyendo el consumo interno. Así se permitía exportar materias primas que antes se consumían localmente, reestableciendo el superávit comercial y volviendo a comenzar el ciclo (go). Aunque las transformaciones de la economía hacen que la industria dependa menos de los insumos importados (aún cuando este proceso se da desigualmente) la dependencia mayor de bienes finales que se compran en el exterior (computadoras, celulares, etc.) implica que la balanza comercial continúe actuando como una dificultad al crecimiento. En el actual ciclo de la economía argentina, que está ingresando en su sexto año de crecimiento, el momento en que comienzan a observarse problemas de balanza comercial se ha visto desplazado hacia adelante, evitando el stop gracias al aire que otorgan las condiciones extraordinarias del mercado mundial, basadas en la enorme demanda y precios de las materias primas.

Sin embargo, hoy la excepcionalidad del crecimiento argentino está amenazada desde dos ángulos. Por un lado, el superávit comercial puede comenzar a disolverse por la presión inflacionaria que actúa encareciendo la producción local y abaratando las importaciones, lo que llevaría a una suerte de “sustitución al revés” (se importarían bienes que ahora se producen en la Argentina) afectando a las ramas de la industria menos competitivas, como por ejemplo en los textiles y juguetes, sectores donde el actual tipo de cambio está dejando de actuar como barrera protectora y comienzan a sentir la competencia de los productos chinos.

Por otro lado, las condiciones extraordinarias para los precios de las materas primas podrían anularse si se profundiza la recesión en EE.UU.. Aunque EE.UU. sólo recibe el 7% de las exportaciones argentinas, nuestro país exporta hacia otros destinos que dependen fuertemente de la relación comercial con EE.UU., como China y Chile (9% y 7% de las exportaciones argentinas respectivamente) y especialmente Brasil (19% de las exportaciones). Brasil puede además verse muy afectado por el mayor costo del crédito internacional y la falta de liquidez, que podría provocar una retirada del capital especulativo, afectando fuertemente las cantidades y precios exportados hacia ese destino desde Argentina.
Para que nos demos una idea, si se impusiera una caída de poco más del 30% sólo en las exportaciones petroleras y de los productos de origen agropecuario y mineral, desaparecería el superávit externo. Esta hipótesis no es descabellada considerando que los precios de los principales productos primarios exportados se triplicaron en 5 años. Ya en las últimas semanas tuvieron una fuerte baja y hoy están en un camino oscilante.

Una tendencia al agotamiento del superávit comercial reduciría la base para sostener el superávit fiscal (gran parte del cual se destina al pago de la deuda externa), otro de los grandes pilares del actual ciclo de crecimiento. Esto limitaría la posibilidad de resguardar la rentabilidad empresaria por medio de los subsidios, cuestión clave en el esquema económico. Las compensaciones fiscales significan una carga creciente para el Estado, que se expresa en el aumento del gasto público del 35% proyectado para este año (según señala Miguel Bein en el artículo “Alquimia: la soja es el pato de la boda” publicado en IECO el 27 de marzo de 2008). Este mecanismo es sumamente dependiente de los factores excepcionales que favorecieron el crecimiento.

 

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