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Partido de los Trabajadores Socialistas
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ABUELOS, MUJERES Y NIÑOS
Jujuy: bajo el monopolio del tabaco
Por: Demian Paredes

03 Apr 2008 |

En el interior de la provincia de Jujuy -y la ciudad de Río Blanco-, Perico, Monterrico y El Carmen, tenemos la zona tabacalera, que, junto a las del resto del Noroeste: Salta y Tucumán; y del Noreste: Chaco, Corrientes y Misiones, son quienes proveen a los dos únicos monopolios establecidos en nuestro país. Hablamos de Nobleza-Piccardo y Massalin-Particulares/Philip Morris, que adquieren cerca del 60% de la producción total del tabaco (el resto se exporta). Allí los trabajadores son, como el resto de los asalariados rurales, superexplotados. Trabajando en negro, por temporada, incluyen a su núcleo familiar, trabajando así desde las niñas y niños de 8 años en adelante, hasta los abuelos sexagenarios. Esto se debe a que los finqueros y “productores” pagan la materia prima por bolsa y kilo, y por lo tanto, en este primer momento del trabajo, las familias obreras deben esforzarse por llenar bolsas y bolsas.

Entonces, tenemos un sector productivo que, desde el campo, provee materia prima para las necesidades del mercado: industria del cigarrillo y exportadores; sector fuertemente subsidiado por el Estado desde hace décadas. El Fondo Especial del Tabaco (FET) ayudó a estos grandes explotadores de mano de obra infantil y femenina a exportar, y transformó los préstamos en subsidios no reintegrables.

La Verdad Obrera, a través de compañeros corresponsales (J. y R.V.), se hizo presente y recogió testimonios que son altamente representativos de la mentira que promueven a través de los medios masivos de comunicación los empresarios tabacaleros. Justamente se cumplen 41 años de la “Cooperativa de tabacaleros de Jujuy”, donde se despachan con elogios a sí mismos, entre otros reclamando ser “el primer empleador privado provincial”, dando trabajo en forma directa a 13.700 personas, que trabajarían 8 horas. Dejamos que los propios testimonios hablen.


Testimonios

“El capataz paga lo que quiere”

R., trabajador y joven estudiante

Cuando estás en negro el capataz paga lo que quiere, a algunos les paga $30, a otros $25. Aceptan cualquier sueldo, por miedo a perder lo poco que tienen. Esta situación no es por el obrero sino por el Estado, porque la municipalidad sabe de esto. Vos te vas a las 6 de la mañana y ves a todos los que trabajan en el campo, desde los 6 hasta los 60 años, que se pelean para subir a las camionetas que los llevan a las fincas.

Los lugares de trabajo siempre estaban sucios, las herramientas de trabajo también. Los baños son letrinas comunes y hay mal olor.

Yo era cargador de tabaco, tenía que llevar o cargar fardos de tabaco, ordenarlos. Nos hacían cavar fosas, porque a veces las maquinas no terminaban de cavar y nosotros teníamos que hacerlo. Laburabamos muchas horas bajo el sol, sin agua ni nada.
Cuando cargaba la estufa no siempre te daban barbijo. Te tenías que chupar todo eso, el polvo, la mugre. Habían menores, trabajaban en las mismas condiciones: cuando nos hacían curar las plantas no nos daban guantes, te mezquinan la protección cuando es reglamentario.

“Soy clasificadora y estudio”

A., 22 años, estudiante

Trabajo desde los 15 años en el tabaco, empecé en blanco pero actualmente trabajo en negro, desde noviembre hasta marzo. Soy clasificadora y además estudio. En el tabaco estoy 12 horas. De 4 a 12 y de 14 a 18hs.

No nos dan todo lo que necesitamos, sólo barbijos. Necesitamos ropa para trabajar, cuando vas a desflorar te tienen que dar una capa para las lluvias y botas, pero no te dan nada.
¿Cómo se vive? Las casas de la finca son de adobe de dos piezas, en cada casa viven de 5 a 7 personas.

Yo no me enfermé, pero un compañero se lastimo la espalda levantando fardos de tabaco que pesan de 45 a 55 kg., a veces llegaban a cargar de 70 a 100 fardos entre dos enfardadores.

“Trabajo desde los 12 años en el tabaco”

J., 16 años, trabaja en la cinta de clasificación de tabaco
Trabajo desde los 12 años los veranos en el tabaco, empecé ayudando a mis padres, ahora trabajo de enfardador.
En algunas fincas siguen usando tecnología vieja: por ejemplo enfardadoras manuales que resultan inseguras, pero más que nada porque no se hace el mantenimiento, y eso significa un gran peligro porque pueden ocurrir graves accidentes. En algunas ni siquiera tenes agua potable a mano. Yo tome esta temporada solo una vez: salía agua marrón como siempre y termine con dolor de panza y diarrea.

A veces, aunque nos apurábamos al ser pocos (solo un enfardador de tabaco y 10 clasificadoras, todas chicas jóvenes que terminaron la secundaria e iban a seguir estudiando unas cuantas con hijos) se nos amontonaba y se atrasaba el trabajo y también por eso nos retaban, nos gritoneaban.

No sé que cosa me agarró en la nariz; hace poco me di cuenta que lo que tenía era por el tabaco: para que se me salga el barro que se me había formado en las fosas nasales tenia que aspirar agua cuando me bañaba y solo así podía respirar mejor, era una molestia como si tuviera algo dentro de la nariz. No fui al medico por esto ni cuando me salieron unas manchitas en la piel (por el veneno del tabaco, creo yo), porque no tenia tiempo trabajaba de lunes a sábado de 6 a 12 y de 14 a 22 hs., no tenía tiempo para ir al hospital, ni obra social.

Creo que hay que hacer visible a quienes trabajan en el campo, a los desconocidos; los que trabajan en blanco están sobre los tractores, en las chatas; los desconocidos somos los que estamos abajo, los que ponemos la cara al sol todos los días. Los patrones no son los que se queman bajo el sol.


Las cintas clasificadoras de tabaco funcionan en galpones oscuros, y aun con altas temperaturas del verano del Norte -de 25 a 36 grados- deben permanecer cerrados, pues la humedad del exterior puede provocar que el tabaco seco, se llene moho y se eche a perder. En los galpones se respira constantemente el polvillo del tabaco seco y claro, sin contar con los restos de veneno y “remedios” con el que el tabaco fue tratado previamente.

 

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