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DEBATES SOBRE LA REVOLUCIÓN RUSA EN LOS MEDIOS PERIODÍSTICOS DE ARGENTINA
Sobre una nota publicada en el diario La Nación
Por: Josefina Luzuriaga

26 Oct 2007 |

Con motivo del 90 aniversario de la revolución de octubre rusa, se empiezan a multiplicar debates en los medios periodísticos alrededor de su significado. Son mayoritarios los ataques al marxismo y los que vemos en la revolución de octubre de 1917 la primer gesta triunfante de la clase obrera mundial de la cual hoy seguimos rescatando lecciones para la acción del presente.

En este sentido, se publicó el Domingo 21 de octubre en el diario La Nación una nota de la Doctora en Ciencia Política de la UNR e investigadora del CONICET, Graciela Zubelzú, con la cual debatimos en esta nota.

Porque sostiene uno de los argumentos centrales con que se pretende denostar a la revolución rusa y el proyecto revolucionario de los marxistas: que la brutal dictadura estalinista surge directamente del bolchevismo, como su consecuencia directa y necesaria.

Este argumento, también “adelantado” hace alrededor de 80 años por el pensamiento liberal, fue desarrollado con más intensidad por la historiografía “neoliberal” y “posmoderna” después de la caída del muro de Berlin, intentando enterrar en el basurero de la historia no sólo esta experiencia revolucionaria, sino también a la teoría marxista de conjunto, intentando desterrar toda posibilidad de un pensamiento emancipatorio alternativo a la sociedad capitalista actual.

De falsificaciones y mistificaciones

En la nota publicada por La Nación, Graciela Zubelzú, hace primero un breve racconto de algunos hechos históricos, para dejar sentada la posición de que la revolución de febrero era la revolución “democrática” por excelencia, que quedará “inconclusa”.

“Por eso es que la revolución de febrero de 1917 -que llevó a la abdicación del zar y a la creación de un gobierno provisional- tuvo el respaldo de un conjunto variado de grupos sociales y políticos. Sin embargo, aunque se concretó la elección de una Asamblea Constituyente, la lentitud del proceso de reformas y la decisión de mantener a Rusia en la Primera Guerra Mundial acentuaron su impopularidad.”.

Respecto a esta última cuestión, efectivamente, el cansancio de las masas obreras y campesinas con la guerra y el reclamo de poner fin a la misma, entraba en contradicción directa con la política del gobierno de Kerensky. Este gobierno “provisional”, que se impone luego de la caída del Zar, no sólo mantuvo a Rusia en la guerra, sino que intentó nuevas “ofensivas” militares, para congraciar a sus “aliados” Francia y Gran Bretaña. En el plano de la guerra, fue continuidad y profundización de la política reaccionaria del imperio de los zares.

Pero hay una falsificación de los hechos históricos cuando la autora se refiere a la “lentitud” de la reformas, y la “concreción” de la elección para la asamblea constituyente.

Porque esas elecciones no las “concretó” el gobierno provisional de Kerensky, como sugiere la autora, sino que las elecciones se realizaron recién el 25 de noviembre de 1917, 18 días después de la insurrección de octubre dirigida por los bolcheviques.

La autora soslaya esta “confusión”, debido al hecho de que los enemigos de octubre han generado un “mito” acerca de la asamblea constituyente, que fue disuelta por el poder de los soviets dos días después de iniciadas sus sesiones. En esta mistificación de la asamblea constituyente, se intenta contraponer (nuevamente), el principio abstracto de la democracia, al poder de los concejos obreros. Y se intenta demostrar que en la disolución de la constituyente por el nuevo poder soviético están en gérmen los rasgos “autoritarios” del partido de Lenin, que Stalin llevará hasta las últimas consecuencias.

Nuevamente vale aclarar que el argumento de la autora no es novedoso, ya que lo sostenía el propio Kerensky, y todos los mencheviques, contra el naciente estado de los trabajadores, como lo hizo también el “renegado” Kautsky, con quien polemiza Lenin después de la toma del poder .

Los hechos históricos son más bien otros

La convocatoria a una asamblea constituyente era una de las reinvindicaciones democráticas de las masas obreras y campesinas, que derrocaron al imperio de los zares, y su convocatoria generaba grandes expectativas. Para las masas campesinas la asamblea constituyente no era un “principio abstracto”, sino que se encontraba íntimamente ligada al reclamo la tierra, la expropiación de los terratenientes y el reparto de la misma.

Durante Febrero y Octubre, si bien las grandes masas campesinas confiaban en que el gobierno provisional llevaría adelante este reclamo elemental, se desarrollan infinidad de ocupaciones de tierras mediante la acción directa de los campesinos. Pero contra esta tendencia espontánea revolucionaria, el gobierno provisional insiste mediante decretos y proclamas en que hay que esperar la convocatoria a la asamblea constituyente para efectuar el reparto de la tierra, y no hacerlo antes. Queda claro entonces que para los campesinos la convocatoria a la asamblea constituyente está íntimamente ligada a la necesidad del reparto de la tierra, y que el gobierno burgués utiliza las ilusiones en la constituyente como la vía de retrasar y congelar la acción revolucionaria campesina y las ocupaciones, para no enemistarse con los burgueses y terratenientes, a la vez que retrasa permanentemente la “concreción” de su convocatoria.

Serán los bolcheviques, durante todo este período entre Febrero y octubre, quienes exigirán resueltamente que se convoque inmediatamente a elecciones para la Asamblea Constituyente. Pero esto lo hacen al mismo tiempo que plantean que no hay que esperar a la misma para llevar adelante el reparto de la tierra, y defienden las ocupaciones, contra el gobierno provisional que enviaba órdenes y tropas para impedirlas…, “hasta la Asamblea Constituyente”.

En sus famosas Tesis de Abril, Lenin planteaba: “He atacado al Gobierno Provisional por no señalar un plazo, ni próximo ni remoto, para la convocatoria de la Asamblea Constituyente y limitarse a simples promesas. Y he demostrado que sin los Soviets de diputados obreros y soldados no está garantizada la convocatoria de la Asamblea Constituyente ni es posible su éxito. ¡¡¡Y se me imputa que soy contrario a la convocatoria inmediata de la Asamblea Constituyente!!! Calificaría todo eso de expresiones "delirantes" si decenas de años de lucha política no me hubiesen enseñado a considerar una rara excepción la buena fe de los opositores.” Lenin, Las tareas del proletariado en la presente revolución, ("Tesis de abril")

El planteo de los bolcheviques se apoya en las ilusiones de las masas campesinas en la constituyente, desenmascarando las postergaciones y dilaciones del gobierno burgués, pero ligando la concreción de esta asamblea, y el reparto de la tierra, al desarrollo de la movilización revolucionaria de los soviets de obreros y soldados. Es mediante esta política, entre otras, y al mismo tiempo que levanta el partido de Lenin la necesidad de pasar “Todo el poder a los soviets”, que logran los bolcheviques ir ganando cada vez más influencia al interior de los mismos, hasta alcanzar la mayoría.

Cuando finalmente se concretan las elecciones para la asamblea constituyente, los bolcheviques ya tienen la mayoría en los soviets, pero estas elecciones realizadas no expresan la verdadera relación de fuerzas de la revolución. Por eso es que el poder de los soviets disuelve la constituyente, al mismo tiempo que garantiza la expropiación de los terratenientes y el reparto de la tierra para los campesinos. La asamblea se disuelve sin ninguna oposición, lo que demuestra que expresaba un elemento de lo “viejo”, que la nueva dinámica revolucionaria había dejado atrás.

Nos detuvimos en el proceso que lleva a la elección de la asamblea constituyente, y su posterior disolución, ya que la autora quiere ver en esta acción, el “germen autoritario” del partido de Lenin. Lo dice de este modo: “Para ello revirtió rápidamente dos decisiones clave que había tomado el gobierno provisional: suscribió el tratado de Brest-Litovsk que detuvo la invasión alemana a costa de la pérdida de territorios y disolvió la Asamblea Constituyente, con lo cual eliminó de la vida política una Constitución que fuera producto de los diversos matices ideológicos presentes en aquella asamblea. Para fortalecer aún más su propia autoridad, socavó el poder de los soviets debilitando su poder horizontal y de fuerte impronta deliberativa para reemplazarlo por el manejo jerárquico y profesional del Partido Comunista. Hél˜éne Carr˜ére d Encausse se ocupó de destacar en su biografía de Lenin la perdurabilidad del sistema totalitario que el líder bolchevique había construido en los escasos cuatro años que detentó el poder.”

Como señalamos previamente fueron los bolcheviques los que durante todo el período que va de febrero a octubre exigen enérgicamente la convocatoria a la asamblea constituyente, al tiempo que impulsan el fortalecimiento del poder de los soviets. Después de la toma del poder, la constituyente se convierte en una cáscara vacía, que no expresa la situación revolucionaria, y donde pretenden refugiarse los partidos que buscan un acuerdo con la burguesía. Pero la disolución de la asamblea constituyente, no “daña la democracia”, sino que da lugar a una democracia mil veces más amplia, la de los concejos de obreros, soldados y campesinos.

“El soviet se basa directamente en los trabajadores en las fábricas y en los campesinos en los campos. Al principio los delegados de los soviets de Obreros, Soldados y Campesinos, eran elegidos de acuerdo con reglas que variaban según las necesidades y la población de las diferentes localidades. En algunos pueblos los campesinos elegían un delegado por cada cincuenta electores. Los soldados en los cuarteles tenían derecho a un cierto número de delegados por regimiento, sin consideración a su fuerza; las tropas en el frente, sin embargo, elegían a sus soviets de manera diferente. En cuanto a los trabajadores en las grandes ciudades, pronto descubrieron que los soviets eran difíciles de manejar a menos que los delegados fuesen limitados a uno cada quinientos. De la misma manera, los primeros Congresos Panrusos de los Soviets se basaron aproximadamente en un delegado por cada veinticinco mil votantes, aunque de hecho los delegados representaban circunscripciones de varios tamaños.”

La autora planteaba que la revolución de febrero “democrática” queda “inconclusa”, por la irrupción “violenta” de los bolcheviques. Sin embargo, la disolución de la constituyente, y la instauración del poder de los soviets, permite hacer efectivo el reparto de la tierra entre los campesinos, y la posterior expropiación de la burguesía. “Completar” la revolución democrática que la burguesía no puede llevar adelante, y sentar las bases materiales de una democracia más amplia, social y política.

Marxismo y estalinismo. Dialéctica o evolucionismo

La autora define la “perdurabilidad del sistema autoritario” de Lenin, para decir después directamente que “Stalin fue la consecuencia de Lenin.”

Este argumento, tan popular en estos días, pretende encontrar el “germen” de los terribles crímenes del estalinismo en el leninismo o bolchevismo.

¿Y cuál es el hecho que demostraría para la autora esta “consecuencia lógica”? Que la que revolución de octubre fue engendrada con “violencia”, que mediante la “violencia” se instaura el poder de los soviets dirigidos por el partido de Lenin, y nuevamente “violencia” es lo que se desarrolla en los métodos del estalinismo.

Desde el punto de vista de la lógica formal, pareciera que nuestra autora está en lo cierto, lo que se desarrolla en la Rusia posrevolucionaria no sería más que un “espiral creciente” de “violencia”.
Pero este modo de analizar los hechos históricos, adolece por su simplificación extrema, y un desdén por el análisis de las contradicciones del proceso histórico real.

Sería un determinado “modo de ser”, encarnado en “la violencia”, lo que sembró el leninismo, y que no hace mas que crecer en los años posteriores. Por eso el leninismo sería “germen” de lo que inevitablemente se desarrolla después.

Una concepción de la historia evolutiva, donde lo que sucede a posteriori está determinado directamente por lo que sucedió anteriormente, como su consecuencia inevitable. Pero de los hechos anteriores se hace en realidad abstracción, se considera un sólo elemento del pasado -“la violencia”- como determinante de los sucesos que devienen. Deja de lado todo el conjunto de hechos históricos concretos y de tendencias contrarias en pugna, que explican una situación particular de la historia.

El hecho de que la Rusia posrevolucionaria se tuviera que enfrentar a una guerra civil feroz entre 1918 y 1920, que agotó sus fuerzas para derrotar a los ejércitos imperialistas que avanzaron sobre territorio de la república soviética, que en esa guerra civil fue aniquilada una generación entera de obreros revolucionarios, junto con el hecho fundamental de que la revolución rusa no logró “enganchar” a la dinámica de la revolución mundial, por la derrota de la revolución alemana, parecieran ser datos anecdóticos en la visión de la autora, que resume su análisis al sentido común de que “la violencia genera violencia”.

A partir de un solo elemento, “la violencia” estalinista, se va hacia atrás, buscando la repetición de ésta en la historia previa, pero haciendo caso omiso de las particularidades históricas, de las fuerzas en pugna, de las contradicciones reales del proceso histórico que llevan de una situación a otra diferente.

Perder de vista esta densidad del proceso histórico, es en realidad funcional a identificar al estalinismo con el bolchevismo o leninismo, cuando en realidad es su negación. Es identificar la contrarrevolución con la revolución, cuando son lo opuesto. Es identificar a los vencedores (la burocracia estalinista), con los vencidos (el propio partido bochevique y la vanguardia obrera, que es sometido a purgas, asesinatos y persecuciones). Si la doctora en Ciencia Política fuera doctora en medicina, le diría a un enfermo de cáncer que la consulta: “se lo advertí, es inevitable, es consecuencia de que está vivo”.

En un texto de impresionante valor teórico, “Bolchevismo y estalinismo”, León Trotsky debate contra aquellos que sostienen una posición de este tipo. Plantea que “El error de este razonamiento comienza con la identificación tácita, del bolchevismo, de la Revolución de Octubre, y de la Unión Soviética. El proceso histórico, que consiste en la lucha de fuerzas hostiles es reemplazado por la evolución abstracta del bolchevismo.”

Y señala entonces que en la URSS, además del partido bolchevique, existe una clase obrera no homogénea con la cual no se puede identificar por completo al bolchevismo, millones de campesinos, un estado de ánimo de esas clases que cambia antes y después de la revolución y la guerra civil, condiciones materiales para el desarrollo económico, tradiciones culturales, la influencia del pasado bárbaro y del imperialismo mundial, entre otras muchas cuestiones, que no se pueden pasar por alto.

Contra el evolucionismo vulgar del pensamiento liberal, que pretende situar en el leninismo el “germen” o la “semilla” del estalinismo, el pensamiento dialéctico y el análisis materialista de la historia permiten comprender la dinámica de un proceso de transformación, de la revolución en su contrario.

Porque el análisis materialista permite identificar en el mismo proceso revolucionario tendencias sociales e históricas conservadoras, que si bien en el primer período de la Rusia pos revolucionaria no son dominantes, luego alcanzarán una jerarquía diferente con la consolidación de la burocracia estalinista. Y esto a costa de liquidar o hacer casi desaparecer las tendencias más revolucionarias del primer período.

En el caso de la Rusia soviética, por ejemplo, el peso de la cultura bárbara pre revolucionaria, las presiones campesinas por la acumulación individual, y las tendencias a la consolidación de un aparato del estado burocrático, no son fenómenos que “surjan de la nada”. Pero en los años inmediatamente posteriores a la revolución no son tendencias dominantes, y la política bolchevique desde el estado intenta contrarestarlas, desarrollando las tendencias revolucionarias, mientras se apuesta a un soplo de aire fresco que llegue desde Europa con el desarrollo de la revolución en los países más avanzados.

La derrota de la revolución internacional y el agotamiento de las fuerzas revolucionarias de la vanguardia obrera, si embargo, consolidan las tendencias conservadoras hacia el año 24/25, sobre las cuales se apoya y que a su vez fortalece retroalimentando, la burocracia estalinista.
La lucha contra el trotskismo que emprende la burocracia de Stalin, en el plano teórico, político y organizativo, es la expresión de que ha surgido algo “nuevo-monstruoso”, que no es continuidad del bolchevismo, sino su negación.

Pero no poder entender que lo “nuevo” puede surgir de lo anterior, no “continuándolo”, sino negándolo, es no comprender nada del proceso vivo de la historia.

Trotskismo y estalinismo

El hecho de que la autora y tantos otros que sostienen esa tesis de que el estalinismo es igual al bolchevismo, no mencionen más que al pasar las luchas políticas del trotskismo contra el estalinismo, es un olvido no inocente.

Porque el trotskismo no sólo contó con el arsenal teórico para ver que la consolidación estalinista era la negación del leninismo, sino que también pudo ver que esta negación no barría, sin embargo, de forma completa, con las conquistas de la revolución. La expropiación de la burguesía, el reparto de la tierra, la planificación de la economía, eran las conquistas que la revolución obtuvo de forma más perdurable, mostrando la superioridad de estos jalones de socialismo frente al capitalismo.

El trotskismo encaró una denodada lucha contra los estalinistas, contra su falsificación monstruosa del marxismo, contra la colectivización forzosa, los campos de concentración donde miles de trotskistas y opositores fueron a morir, contra los criminales juicios de Moscú, y contra la política de conciliación con la burguesía que llevaba adelante el estalinismo a escala mundial. En este sentido es que Trotsky decía que un río de sangre separaba a bolcheviques de estalinistas.

Pero el trotskismo también enfrentó a aquellos que criticando los métodos de la burocracia, pretendían tirar a la basura de la historia la experiencia de la revolución, y sus conquistas materiales para la clase obrera. Por eso Trotsky luchaba por la perspectiva de una revolución política que barriera con la burocracia estalinista, y recompusiera las bases de estado obrero desfigurado por esa burocracia.

Finalmente sobre la democracia

La autora contrapone el principio abstracto de democracia, al “autoritarismo” y la “violencia leninista”.

Contrapone la “violencia” que dio lugar a la revolución, a la posibilidad de una constitución que hubiera expresado “todos los matices políticos”.

Parece olvidar, sin embargo, que todas las revoluciones, incluso las burguesas que dieron lugar a asambleas constituyentes como la gran revolución francesa, fueron producto de la violencia revolucionaria contra un orden anterior. Lo mismo en el caso de las constituciones liberales del siglo XIX en América Latina, no “hijas” directas de revoluciones, pero si de violencias y guerras civiles de todo tipo.

Por otro lado, la defensa incondicional que hace la autora del principio abstracto de democracia, que es en realidad una defensa de la democracia burguesa, contra la democracia de los soviets, la lleva al colmo de presentar a la Rusia de comienzos del siglo XXI como si atravesara la mejor situación de su historia…

“Sin embargo, las dificultades aún no resueltas no deberían hacernos perder de vista que, a 90 años del inicio de la revolución que cambió todo un siglo, el pueblo ruso ha logrado construir un presente pacífico sin guerras, ni purgas, ni gulags. No es poco después de tanta muerte.”
El hecho de que la restauración capitalista haya multiplicado en Rusia la prostitución y la indigencia, las mafias para estatales y el saqueo de los recursos de la nación está dejado de lado por completo, en función de denostar a la revolución rusa.

Al contrario de lo que opina la autora, la situación de miseria de millones de hombres y mujeres bajo el capitalismo, la violencia estatal y patronal en todos los países, las crisis, la devastación ambiental y la degradación cultural presentes en el capitalismo, hacen mas vigentes que nunca los caminos abiertos por la revolución rusa, como lecciones para el presente que queremos retomar.

 

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