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LA VIOLENCIA Y EL HAMBRE LOS EMPUJA LEJOS DE CENTROAMÉRICA
Niños migrantes en Estados Unidos
Por: Barbara Funes

07 Aug 2014 |

En la frontera sur mexicana, miles de niños centroamericanos no acompañados inician el más peligroso de los peregrinajes rumbo a Estados Unidos, en busca de mejores de condiciones de vida. Son la extrema violencia y la miseria las que empujan a hombres, mujeres y niños a migrar.

Más de tres cuartas partes provienen de El Salvador, Guatemala y Honduras. Expuestos a la violencia de las “maras” y de los cárteles del narcotráfico, la trata de personas, el tráfico de órganos, la violencia de las autoridades migratorias y las fuerzas represivas mexicanas, a los accidentes a bordo de La Bestia, el ferrocarril que cruza el territorio, prefieren correr los riesgos de un viaje incierto a permanecer en sus países de origen.

Estados Unidos: garrote contra los migrantes

Los inmigrantes constituyen un importante aporte a la economía, en particular en la agricultura, en la industria de la construcción, trabajo doméstico, mantenimiento y limpieza, entre otras actividades. A cambio, reciben salarios muy bajos, precarización laboral, discriminación, el peligro de la separación de las familias, la amenaza constante de las deportaciones y las detenciones en cárceles privadas, donde constituyen mano de obra casi esclava para grandes corporaciones.
Ahora, como subproducto de la crisis económica y la caída del empleo, los inmigrantes son tratados como mano de obra descartable, política que se apoya también en el clima social chovinista propiciado por la política guerrerista norteamericana.

La cumbre de la hipocresía

Frente a la crisis política que desató la inhumana situación de los miles de niños detenidos en la frontera norteamericana, el 25/7 se realizó una cumbre entre el presidente Obama y los mandatarios del llamado “Triángulo del Norte centroamericano” –Salvador Santos Cerén de El Salvador, Otto Pérez Molina de Guatemala y Juan Orlando Hernández de Honduras.

Entre las propuestas propiciadas por los líderes centroamericanos se encuentra el desarrollo de un plan de seguridad regional que tome elementos del Plan Colombia y de la Iniciativa Mérida: es decir, una brutal combinación de militarización de la frontera con injerencia imperialista en Centroamérica, con la excusa de combatir las redes del narcotráfico y trata de personas. Debido a las grandes contradicciones políticas domésticas que la cuestión migratoria depara, Obama no pudo ofrecer mucho, pero lo que ofreció se circunscribe en la línea del intervencionismo, prometiendo una oficina piloto en Honduras para revisar los casos de deportaciones sobre los parámetros actualmente vigentes.

Los gobiernos cipayos –implicados en el desarrollo de la economía ilegal del capitalismo decadente (tráfico de armas, de drogas y de personas) se aprestan a profundizar la sumisión al amo del norte a través de condenar a la miseria al pueblo centroamericano.

El rol del gobierno mexicano

México constituye un país de tránsito hacia la ilusión de una vida mejor en Estados Unidos.

Enrique Peña Nieto, brazo derecho de Obama en la región, ha endurecido el trato hacia los migrantes centroamericanos: se multiplican las deportaciones. Mientras éstas se definen, algunos niños son alojados en albergues en los que muchas veces no hay agua potable, reciben comida en mal estado y las condiciones edilicias son muy precarias.

Frente a la repercusión que tuvo el tema y la cumbre de presidentes, Peña Nieto ya se puso en acción, impidiendo que los inmigrantes aborden el tren La Bestia, lo que probablemente hará aún más peligroso el penoso viaje de los niños migrantes.

Los trabajadores tienen la palabra

Es necesario que los trabajadores de El Salvador, Honduras y Guatemala se pongan de pie: sólo ellos pueden revertir la situación de miseria y opresión en que vive inmerso el pueblo. Es indispensable desarrollar la lucha contra la militarización de sus países y por el cese del pago de la deuda externa. Esos fondos deben destinarse a la atención de las necesidades de la mayoría de la población.

Asimismo, sus hermanos de clase en México y en Estados Unidos son los que pueden frenar la ofensiva contra los migrantes en ambos países. Es fundamental que los trabajadores mexicanos apoyen el libre tránsito por el país, y la estancia legal de los que quieran establecerse aquí con plenos derechos sociales, sindicales y políticos.

¡La clase obrera es una y sin frontera!

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