La “democracia” de los ajustadores tiene su correlato al interior de las empresas. Días atrás, un grupo de trabajadores tercerizados de Aerolíneas le puso límites a la prepotencia patronal. Aquello ocurrió en momentos en que un auditor de AA (léase buche de Recalde) pretendió cachear de manera intempestiva a los compañeros y compañeras, quienes sin mayor intención que el “trato digno”, se negaron. Aún cuando los compañeros dejaron en evidencia las desubicadas pretensiones parapoliciales y le insistieran en que las mujeres trabajadoras no podían ser manoseadas, el “hombre” siguió insistiendo. El hecho no es un caso aislado, por el contrario, se extienden los ejemplos en los aeropuertos donde personal de civil asume funciones propias de las fuerzas de seguridad, que no tienen legitimidad en uno u otro caso por su carácter invasivo y humillante, y deben ser rechazadas de plano. El objetivo es claro: amedrentar a los trabajadores. Los tecerizados se llevan la peor parte. Las consecuencias por el “límite” que osaron poner los trabajadores a los auditores de Recalde, fue una desatada persecución y apriete hacia los compañeros. La solidaridad de los trabajadores en la base y la intervención de la Comisión de Mujeres Aeronáuticas le pusieron freno a la campaña de desprestigio que la patronal de GPS (tercerizada de AA en Ezeiza), intentó montar contra los trabajadores en cuestión. La campaña patronal no tuvo mayor éxito.

Este nuevo caso da testimonio de los atropellos que sufren a diario millones de trabajadores al interior de las empresas. Sucede que a la vera del relato K, los empresarios de la “pala grande” se valieron de una sofisticada logística de seguridad que excedió por muy lejos el “cuidado de la propiedad” y se enfocó en la “custodia” de los trabajadores. Aquellos aparatos, verdaderos embriones parapoliciales al servicio de la patronal, exceden el ámbito privado y cruza a empresas del Estado como la propia Aerolíneas Argentinas. No hay democracia para los trabajadores cuando trabajan. En la década K, la dictadura patronal gozó de plena vigencia. En épocas de ajuste y despidos, la logística represiva se hace más nítida. Los compañeros despedidos que aquí y allá realizan campañas por sus puestos de trabajo, se topan con las “seguridades” que hacen de muro para que los compañeros no puedan llegar al interior de la base. En un marco donde el vocero gubernamental Sergio Berni se presenta como el Rambo antiobrero, pidiendo cárcel para quienes reclaman en las calles, la lucha democrática contra el acoso y la persecución patronal es una tarea de primer orden para quienes peleamos contra el ajuste. De ahí la importancia de rodear de solidaridad y defender a los compañeros que, hartos de prepotencia, dan un paso al frente y le dicen NO al denigrante “cacheo” de los buches. Toda la solidaridad con las trabajadoras y trabajadores de GPS.