Al presidente Néstor Kirchner no le hizo falta pronunciar las palabras PJ, Eduardo Duhalde, Elisa Carrió ni Ricardo López Murphy para enviar un claro mensaje de acercamiento al peronismo bonaerense y de furiosa réplica a los principales dirigentes de la oposición.
Eligió para la puesta en escena una ciudad de 48 mil habitantes enclavada en la región sojera de la provincia, Chacabuco, vestida ayer de gala para celebrar el cumpleaños 139 del municipio, recuperado por el duhaldismo el año pasado de manos radicales. Precisamente, el santacruceño se dejó rodear por buena parte de la crema duhaldista –cuyos referentes llegaron desde todos los rincones de la provincia– para lanzar sus dardos más picantes contra los jefes del ARI y de Recrear.
A Carrió le recriminó el vaticinio de un inminente diluvio político. "¿Qué diluvio? Los argentinos vamos a levantar la Patria con nuestra fuerza. Los que dicen eso ni saben lo que hay que hacer", contragolpeó Kirchner.
La dedicatoria a López Murphy no fue menos tajante. "Nos quieren decir lo que hay que hacer los que formaron parte de un gobierno del que se escaparon en helicóptero", dijo, en referencia al paso del economista por el Gabinete de Fernando de la Rúa.
Por fin, apuntó un mismo tiro para los dos opositores: "Desesperados por el poder creen que cuanto peor, tanto mejor para ellos, y esperan que fracasemos sin darse cuenta lo que sufrirían los que menos tienen". Una señal de que en la mesa del diálogo político anunciado por el Gobierno difícilmente haya lugar para Murphy y Carrió.
El público que colmó el Club Porteño –amplia mayoría femenina– no dejó de alentar con gritos y aplausos al "Pingüino", como volvió a autodenominarse el Presidente. Como devolución de gentilezas, Kirchner cantó loas al jefe comunal, Rubén Darío Golía –de 31 años–, presentado como "el intendente más joven de la provincia". Un orgullo de los chacabuquenses, tal como el de sus hijos pródigos Daniel Passarella –en el ámbito futbolístico– y Haroldo Conti, el escritor desaparecido en la dictadura. Un libro de este autor fue el presente que recibió Kirchner.
Más resonante aún fue la reacción general cuando el Presidente mencionó al caudillo partidario local, Julián Domínguez, un ex funcionario de su gobierno y de la gestión presidencial de Duhalde, peleado ahora a muerte con Felipe Solá. Razón suficiente para sospechar que el faltazo del gobernador fue parte del minué interno, tanto como la decisión de los coroneles duhaldistas de hacer su primera aparición compacta desde que anunciaron que sería Duhalde –y no Solá, como pretendía– el futuro jefe del poderoso PJ bonaerense.
Así, la vicegobernadora duhaldista Graciela Giannettasio ocupó inesperadamente un papel protagónico. Vestida con un conjunto de color terracota y brillantes botones dorados, fue la oradora de semifondo e intercambió flores con Kirchner. "Como dijo la señora vicegobernadora, hay que trabajar por arriba de cualquier divisa partidaria", le endulzó los oídos el Presidente. Enseguida, Kirchner agregó, algo enigmático: "Los desencuentros partidarios nos trajeron tremendos dolores de cabeza. Y muchas veces los acuerdos también" .
Los custodiaba una fila de decenas de intendentes del conurbano –con Hugo Curto a la cabeza– y del interior. Otros bonaerenses presentes fueron los ministros del Interior, Aníbal Fernández –que entregó 123.000 pesos de subsidios para el municipio–, además de su colega de Defensa, José Pampuro. Al ministro "pingüino" Julio de Vido le tocó firmar un convenio de 7 millones para obras de asfalto.