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El nuevo gobierno, el nuevo escenario y la izquierda
Por: Fernando Rosso , Juan Dal Maso

03 Dec 2013 | Publicado en el blog "El violento oficio de la crítica": http://elviolentooficio.blogspot.com.ar/2013/11/el-nuevo-gobierno-el-nuevo-escenario-y.html

La “patria analítica” ya dijo bastante sobre los cambios en el gabinete del gobierno nacional y sus efectos sobre la coyuntura. Más complejo es pensar en qué medida se dio un cambio cualitativo en el carácter del gobierno y cuáles son las tendencias y relaciones fuerzas en el escenario político a mediano plazo.

El destino de muerto vivo y “avatar”

Desde una mirada a largo plazo, el encumbramiento de Jorge Capitanich, con los poderes de un “Primer Ministro”, coronan el largo proceso de domesticación autoimpuesta del kirchnerismo, en tanto movimiento con pretendidas credenciales “progresistas”. Axel Kicillof al mando de economía es un “premio consuelo” a “Las Cámporas”, que usufructúan algún exagerado pasado izquierdista, que agitan las corporaciones mediáticas opositoras y que parece bastante lejano al presente pragmático que muestra el nuevo ministro, antiguo colaborador del mismo Capitanich en la “década infame”.

Es el "retroceso en pantuflas" de la “batalla cultural”, donde la reforma del Código Civil y Comercial, con las últimas modificaciones hechas a la medida de la Iglesia es un episodio más de la modificación “a derecha” del relato. El giro “bergogliano” de CFK fue otro hito que anunciaba este rumbo. La búsqueda de un endeudamiento, ahora “soberano y heterodoxo” hizo su aporte al restauracionismo. Antes, estuvo el vuelco hacia el pejotismo que ahora se convirtió en coalición que comparte el poder (¿alguien se acuerda de la “transversalidad” y la “concertación plural” o de la deseada “trasncendencia”? Teléfono para Nicolás Prividera).

Cuando afirmábamos “sciolismo o barbarie”, era más en el sentido conceptual que de las personas, en este caso “coquismo” no difiere mucho de sciolismo. Cristina “le pone un freno” a las pretensiones de un gobernador de la provincia de Buenos Aires, ex – menemista y conservador, amante de la "seguridad" y de la bonaerense; poniéndole enfrente un trepador pejostista del norte, militante católico antiabortista, ministro y amigo de Duhalde y del devaluador Remes Lenicov. Eso sí, todo este derroche de progresismo es para “combatir a la derecha” que por supuesto expresa Massa.

La realidad es que el gobierno tomó la agenda del ganador de las elecciones de la provincia de Buenos Aires y dejó más a la “intemperie” a los que depositaron sus aspiraciones progresistas en el “proyecto”.

Para el Frente de Izquierda esta ubicación política sigue abonando sus posibilidades y su ascendencia sobre todo entre la juventud y en los movimientos que luchan por derechos democráticos y que simplemente repudiaron y nunca quisieron reconciliarse con aquellos a los que les gritaron “que se vayan todos” y que hoy vuelven de la mano del gobierno que se había presentado como una “superación”. Tendrá posibilidades de seguir “cosechando” la siembra de la sobreproducción de relato, exigido por la función restauracionista (y el cambio de clima internacional). Mientras lo real es el alineamiento con el pejotismo (en el que siempre se apoyó, pero ubicándolo en segundo plano), el acuerdo con la Iglesia y el “pragmatismo” económico. El pre-acuerdo para pagarle a Repsol tira abajo la épica de la “ultraizquierdada” de la semi-nacionalización.

El giro pejotista y la administración de la crisis

En lo inmediato, los movimientos tácticos favorecieron a la vuelta del protagonismo del gobierno. Pero a diferencia de los que se regodean afirmando que “Cristina volvió a demostrar que está al mando y en el poder” como si nada pasara; la paradoja es que esta vez Cristina gana protagonismo porque cede poder político.

Si las etapas del kirchnerismo pasaron un momento “coalicional” inicial (con distintas alianzas que fueron del pejotismo a los trasversales), luego por una etapa “bonapartista” (que tuvo se cenit en el 54% y se dio el lujo hasta de expulsar al “movimiento obrero organizado”); hoy vuelve por necesidad a una fase de coalición con mayor protagonismo de una fracción del pejotismo (el de la liga de gobernadores), que se impone por la necesidad de administrar una crisis persistente del “modelo”.

Es una especie de “comité de crisis”, directamente proporcional al deterioro no catastrófico de la economía.

Robarle todas las banderas a Massa, que todavía tiene dos largos años por delante para mantenerse con expectativas, si bien “matan” al kirchnerismo histórico, le dan estabilidad en lo inmediato al gobierno. Logra coyuntural “hegemonía” a costa de rifar todo su relato (todos alabaron los cambios, desde Verbitsky hasta Duhalde). La alianza con una fracción de uno de los factores de poder, el PJA NEA-NOA, aporta a esa estabilización, a la vez que recalienta la interna. Con el poder jibarizado que mantiene (proporcional a la suma de debilidades del resto), Cristina “bonapartea” también en el seno del peronismo haciendo jugar a unos contra otros: el peronismo de los gobernadores del NOA-NEA contra el peronismo de la provincia de Buenos Aires, al que su propio peso impulsa permanentemente a sobrepasar los límites permitidos de “autonomía”.

El éxito táctico inmediato es la dilución del triunfo de Massa y el retroceso en los casilleros para convertirse en el “Capriles natural” que concentrara a toda la oposición, en la nueva esperanza blanca. El nuevo Papa Francisco, se convirtió también en un factor activo en la interna peronista y no precisamente a favor de Massa, por ahora está con un objetivo más estratégico, recibiendo a burócratas sindicales a los que les reclama la “unidad del movimiento obrero”. Esto en el discurso del Papa que está tratando de sacar de la “crisis orgánica” a la Iglesia (con métodos "nestoristas") quiere decir que se debe terminar con la anarquía en los sindicatos y volver a tener el control más férreo en momentos en que se entra en zona de turbulencias. La gravitación del Papa, tanto sobre el país en general, como sobre la interna del peronismo en particular, habrá que tenerla en cuenta en el equilibrio de poder político.

De conjunto, aunque los movimientos tácticos fortalezcan coyunturalmente al gobierno, la división y un peronismo sin liderazgo (hecho que siempre puede traer consigo minis o grandes crisis), debilita al “partido de la contención” por excelencia. Sumado a la dispersión opositora no peronista, también una suma de provincianismos o municipalismos sin liderazgo nacional; aporta irresponsablemente desde el punto de vista burgués, al protagonismo y visibilidad del Frente de Izquierda, luego de su elección histórica. Hecho que tendrá que saber aprovechar desde el parlamento y las legislaturas para ganar mayor ascendencia entre los trabajadores y la juventud.

Los ritmos del ajuste, la industria y la cuestión obrera

La “restricción externa” y la inflación, producto de que hubo una década de crecimiento económico, pero no de "desarrollo", está provocando la caída de reservas en se acercan a los 30 mil millones de dólares. Verbitsky vuelve a descubrir la pólvora y denuncia “contundentemente”, algo que se viene comprobando a lo largo de toda la historia: la burguesía nacional no existe y la industria argentina está subordinada al capital imperialista, incluso durante los años “nacionales y populares”. El diagnóstico es bastante preciso, las propuestas de cambiar hacia la producción nacional, suenan más a expresión de deseo que a realidad. Nadie puede explicar por qué si no se hizo en los mejores años, se haría ahora con la economía deteriorada. A esto se suman los riesgos de la “desmorenización” de los precios.

Como reconoce hasta Artemio López, desde el 2008 está “amesetada” o estancada la generación de empleo industrial y esto está en la base de la “informalidad laboral”, que incluso volvió a crecer desde ese momento.

Arnaldo Bocco explicó acá (en un programa que no es precisamente opositor) que el gran problema, ligado a la cuestión del empleo, es la “competitividad” de la economía y como no podía ser de otra manera la relacionó con los salarios. El dilema es que la cuestión de la devaluación muestra un problema que es que en “algunos sectores de punta de la economía, la retribución salarial medida en dólares está entre los cinco, o incluso tres primeros países del mundo”.

La cuestión salarial puede no ser un problema grave en las grandes empresas imperialistas (como por ejemplo las grandes automotrices), donde los salarios pueden representar un 7% del costo del producto, pero en “las autopartistas oscila entre el 15 y el 50%”. Y confiesa que no hubo “morenos”, ni “cristinas” que puedan parar la “hegemonía” de las terminales sobre las autopartes. De los cerca de 920 mil autos que van a fabricarse este año, solo 90 mil tienen motores de fabricación nacional, el resto son importados. Por supuesto que Bocco también recitó su credo que dice que “el gobierno está tratando este problema y viendo en reuniones como se logra que parte de esa producción de autopartes se compre acá, para terminar con el poder “hegemónico” de las terminales, que el país tiene capacidad”…y amén.

Pero, tenemos la leve sospecha de que contra las estas utopías, la solución “pragmática” del “gobierno-Capitanich”, será el impulso al cepo a los salarios. No por nada, hasta Caló dijo que las paritarias del año que viene van a ser las más difíciles de los últimos años.

Las negociaciones de Lorenzino y el acuerdo con Chevrón van en el sentido de un nuevo ciclo de endeudamiento, que evite que siga el drenaje de reservas y el riesgo devaluatorio, así como un ajuste fiscal brutal. Sin embargo, el “marxista” Kicillof volvió a retomar el programa de sintonía fina. Y la menor recaudación fiscal, impulsa a la “tercerización del ajuste” vía impuestos en las provincias

El escenario es de administración de un ajuste, la discusión es sobre los ritmos y los métodos. El “cepo” a los salarios, es una tarea tan necesaria para el gobierno, como difícil en el marco de la división del sindicalismo peronista (cuestión que marcan desde Wanfield hasta el Papa).

Los diálogos de Capitanich, convocando a empresarios y dirigentes sindicales, tienen todos los buenos modales, pero están vacíos de contenido.

Para el clasismo, esa división es un hándicap, porque la unidad de la burocracia sindical, no es lo mismo que la unidad del movimiento obrero.

El FIT y las opciones estratégicas

En cuanto al FIT, al profundizar el gobierno su ubicación hacia la derecha y con la centroizquierda en crisis, se mantienen las buenas perspectivas políticas, tanto desde el punto de vista de quienes comenzaron a bregar por constituir una izquierda "popular" con base electoral que haga "agitación política", como de quienes pretendemos utilizar la visibilidad y el peso conquistado por para luchar por recuperar los sindicatos y plantear un programa de unidad de la clase obrera y hegemonía proletaria.

Si no hay lucha de clases más aguda en lo inmediato (cuestión que está más abierta), el FIT va a oscilar entre las dos orientaciones y lo que se abre es una lucha política sobre cuál estrategia es la que tiene que primar, si las tendencias a la constitución de una izquierda "electoral" y o si por la mala situación de la burocracia y el desarrollo del trabajo en el movimiento obrero, los elementos a la constitución de "partido" en las fábricas donde los obreros apoyan al FIT, cobran fuerza organizada.

 

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