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A POCAS HORAS DEL 7D, UNA VEZ MAS NI CON CLARÍN NI CON EL GOBIERNO
El gran fraude de la ley "democratizadora"
Por: Daniel Satur

06 Dec 2012 |

Desde que el gobierno anunció hace algunos meses que el 7D cambiaría el mapa mediático (aprovechando el fin de la medida cautelar por la cual Clarín no podía ser obligado a desprenderse de licencias) dijimos que cualquier modificación en la estructura de los medios masivos encarada por el gobierno nada tendría de democrática ni mucho menos iría en el sentido de alcanzar una verdadera libertad de expresión para las mayorías populares y la clase trabajadora.

Lo ocurrido en este tiempo demuestra que, lejos de equivocarnos, cada paso dado, tanto desde el Estado como desde las empresas de multimedios confirma que esta pelea se reduce a una puja por la redistribución de canales de TV y radios entre grandes empresarios. ¿Más diversidad, más democracia, más pluralidad, como vociferan desde el oficialismo? Para nada.

A lo largo de estos meses analizamos la situación y sus vaivenes políticos, al tiempo que afirmamos que la forma de alcanzar una libertad de expresión real, donde el conjunto de las expresiones políticas, culturales e ideológicas puedan ser conocidas por toda la población, no iba a ser mediante esta ley cuyo objetivo fundamental siempre fue garantizar la competencia capitalista, definiendo las reglas de juego para poderosos actores del mercado de medios. Incluso, dijimos, la marginalidad a la que la propia ley (y su reglamentación) confinó a las experiencias comunicativas “sin fines de lucro” -cuestión que al día de hoy está lejos de concretarse y no por culpa de ninguna “cautelar”- evidencia que los discursos desplegados en la etapa de discusión parlamentaria sólo buscaban entrampar a las organizaciones populares y conseguir su apoyo en la pelea contra Magnetto.

En las últimas semanas Martín Sabbatella, titular de AFSCA, fue aclarando los alcances de la “cruzada democrática” oficial. Tan poco relevantes fueron sus anuncios que no sólo respiran tranquilos casi todos los grandes grupos multimedios, sino que hasta Clarín se dedica a pensar fríamente sus próximas acciones de acuerdo a las variantes políticas y judiciales que se abrirían después del viernes. Desde nuevas cautelares ante posibles fallos desfavorables hasta un “plan de adecuación” que podría incluir una intervención a Cablevisión (necesaria para que no termine todo en un gran papelón para los K) que se trabaría con nuevas presentaciones judiciales.

Todo queda en familia

El mismo Sabbatella acaba de dejar abierta la puerta para que Noble y Magnetto se adecuen a la Ley sin perder nada. Lo hizo al hacer público el “plan de adecuación” presentado por el Grupo Uno, de Vila y Manzano. Ese plan, hasta ahora avalado por el kirchnerismo y con visos de legalidad (increíblemente la ley no lo impide) , se basa en el reparto de las licencias que posee el grupo entre sus miembros (o sea, Daniel Vila, su hija Barbarita, Alfredo Vila y José Luis Manzano). Si siguiera el ejemplo, Clarín podría presentar un plan similar, subdividiendo el grupo entre Ernestina de Noble, sus hijastros Marcela y Felipe, Magnetto, Aranda, Pagliaro y algunos testaferros más. Como manifiesta Martín Becerra, investigador del CONICET que colaboró en la redacción de la Ley de Medios, con esta política “antimonopólica” el gobierno no avanzó contra ningún grupo, pero sí logró el malestar y la indignación de muchos amigos.

Sea cual sea el próximo capítulo de la pelea, nada invita a reflotar aquella ironía de Néstor Kirchner cuando, en medio del conflicto con las patronales sojeras, lanzó “¿Qué te pasa Clarín, estás nervioso?”

Varios kirchneristas a esta altura empiezan a sentir gusto a poco. Los más honestos saben que unos cuantos festivales y una murga que entona “ya se acaba” no alcanzan para trastocar los enormes intereses que el Grupo Clarín desarrolló en décadas de negociados con cuanto gobierno estuvo en el poder, incluido el “primer kirchnerismo”. Muchos más ya cambiaron el entusiasmo con la Ley de Medios por una abierta desilusión, concientes de que no sólo en tres años no se avanzó contra los monopolios sino que mucho menos se hizo por habilitar el acceso a la comunicación masiva para los sectores populares y las organizaciones de base. Cada vez quedó más claro que el gobierno está decidido a fortalecer una red de empresarios de medios aliados a los K, algunos tan neoliberales y menemistas que echan por tierra cualquier argumento oficial, mientras que en la “TV Pública” tiene prohibida la entrada cualquier opositor, más aún si es de izquierda.

Por eso, más allá de las novedades que puedan darse después del 7D, más allá de la mayor o menor presión que el gobierno ejerza sobre Clarín y algunas de sus empresas, reafirmamos: ni con Clarín ni con el gobierno. Luchamos por que todos los medios de comunicación masiva estén en manos del pueblo trabajador, gestionados directamente por sus propios trabajadores con la participación de comités de lectores, audiencias y públicos. Sin funcionarios estatales ni gerentes privados en sus oficinas y sin condicionamientos mediante pautas publicitarias. Con contenidos políticos y culturales en los que se puedan expresar en forma verdaderamente democrática todas las tendencias de la sociedad. Una lucha que sólo podrá darse con la más amplia movilización y autoorganización de los propios trabajadores de los medios, asociados al resto de la clase trabajadora. Un lucha que excede ampliamente esta disputa por intereses mezquinos entre bandos capitalistas.
Lea en www.pts.org.ar La Ley de Medios y el 7D (Sexta Nota). Los trabajadores de los medios frente a la disputa Gobierno-Clarín

 

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