En las últimas semanas las aguas se venían agitando en PepsiCo, el gigante norteamericano productor de snacks. Se realizaron asambleas muy concurridas en los tres turnos, para discutir el plus de fin de año, junto a un paquete de mejoras salariales, como guardería, jornal nocturno, y la situación del escandaloso fraude laboral en que incurría la empresa con los contratados que ya llevaban casi dos años trabajando en la fábrica, y la lucha por el desprocesamiento de los delegados Catalina Balaguer y Leonardo Norniella, perseguidos por la justicia por solidarizarse con la lucha de los obreros/as de Kraft, por el corte contra el asesinato de Mariano Ferreyra y por luchar contra la precarización laboral en PepsiCo (ver LVO 450 y la movilización de Congreso a Plaza de Mayo del 23 de noviembre).

En las asambleas se venía destacando especialmente el interés de los compañeros efectivos por la situación de los más vulnerables, los contratados, lo que expresa en el fondo un proceso que viene de más atrás y que es profundo, de solidaridad y unidad de las filas obreras: toda una conquista en el corazón de este monopolio mundial. Ya en los últimos días se veía que para los obreros lo importante en las asambleas era la situación de los contratados, mucho más relevante que el plus de fin de año (que también se acordó en $750). Es reivindicable porque los compañeros no sólo contemplaron el derecho largamente ganado por los contratados a ser efectivos, sino porque además saben que la estrategia de la patronal siempre fue mantenerlos divididos y recuperar autoridad con despidos “ejemplares”. Por eso la pelea por la efectivización es siempre mucho más que una batalla de solidaridad: se juega el estado de la relación de fuerzas al interior de la fábrica, entre la empresa, por un lado, y la Comisión Interna y los trabajadores, por el otro.

Una larga historia de organización y lucha por la efectivización.

En PepsiCo las efectivizaciones no cayeron del cielo. Hace años que los trabajadores y su Comisión Interna pelean dentro y fuera de la fábrica por acabar con la precarización laboral. En estas mismas páginas hemos ido reflejando cómo, desde el año pasado, este grupo de compañeros contratados fueron organizándose y apoyándose en la Interna, realizando distintas medidas de fuerza para conquistar su derecho: desde iniciales denuncias al Ministerio de Trabajo, paros por sector, paros por horas, hasta el duro conflicto de febrero de este año, atravesando movilizaciones en capital y dos cortes de la emblemática autopista Panamericana.

Allá por febrero un grupo de compañeras fueron despedidas las que pudieron entrar a la fabrica resistieron en el cuarto gremial, mientras la empresa mostró su dureza con un lock out ofensivo para separarlas de la base de la fábrica. Esto fue un antes y un después.

A lo largo de este tiempo, los obreros y obreras de PepsiCo fueron haciendo una experiencia importantísima con la patronal, con el sindicato y con el mismo Gobierno. La patronal siempre se mostró hostil a la efectivización de los compañeros porque, como dijimos, su plan es siempre mantenernos divididos. En este último acto el sindicato, dirigido por la lista Verde, del flexibilizador menemista Rodolfo Daer, quiso aprovechar el momento para reubicarse tras largos años de ausencia en las luchas y los reclamos más importantes. Pero lo hizo intentando pasar por encima de las asambleas, imponiendo acciones sin que fueran votadas por los compañeros de los distintos turnos y sectores. Nerviosos, recurrieron a sus “métodos” tradicionales: patotear y provocar. Estos burócratas no soportan la democracia asamblearia ni las decisiones surgidas desde las bases. Quedó claro para todo el mundo que la política del sindicato termina siendo divisionista y que, por ese camino, invariablemente favorece a la patronal.
Queda claro que en PepsiCo ganaron los trabajadores, y que algo está empezando a cambiar en su conciencia. Que es un proceso mucho más extendido, que se ha denominado “sindicalismo de base”. Cuando los trabajadores recuperan sus organismos (como la Comisión Interna) y los ponen al servicio de defender sus intereses, con métodos democráticos y asambleas incluso las prioridades pueden ir modificándose: los intereses inmediatamente económicos pueden dejar paso a cuestiones tanto más importantes desde el punto de vista del mediano y largo plazo. Las asambleas habían votado rechazar el plus de fin de año si no quedaban todos los compañeros/as, un gran avance en la conciencia de clase.

Como se ve la lucha contra la precarización recorrió varios acontecimientos importantes en la fábrica, la empresa y el Sindicato lucharon todo el tiempo para quebrar moralmente a los contratados y tercerizados, la consigna era “hacete verde y quedas efectivo”, esa pelea ideológica también fue ganada.
Así la Empresa había jugado fuerte y en Abril perdieron las elecciones junto a las dos listas verdes por paliza, fue un gran triunfo del activismo que luego vio entrar después de 4 años al compañero Alejandro Morelli, el sector combativo de la fábrica se fortalecía moralmente. Ale, había rechazado un cuarto de millón de pesos inclinándose por su reincorporación.

Con esa fuerza el conjunto de la fábrica bajó la producción durante todo el mes de Julio y logramos un aumento considerable en los premios internos de productividad.

Seguía pendiente la efectivización de estos 23 compañeros/as. Mientras pasaban los días un fatal accidente se llevó a Gustavo “Cobra” Domínguez, joven contratado, padre de dos hijos, él lucho siempre junto a la Interna y el activismo, en las asambleas le dedicamos este triunfo a él. A la empresa le planteamos efectivice a su compañera en la vida.

Realizamos reuniones con la empresa, nuevas denuncias en el Ministerio de Trabajo. Así llegamos a este desenlace donde podemos decir orgullosamente que le dimos un gran golpe a la política de precarización y al fraude laboral en la fábrica. A la vez hemos conseguido aumentos en el jornal nocturno y el pago de la Guardería, además del Plus de fin de año.

Este año en varias de estas discusiones con la empresa han participado decenas de compañeras/os esta planteado poner en pie el Cuerpo de Delegados.

Este triunfo de los trabajadores contratados y efectivos de PepsiCo muestra a la vez que en el movimiento obrero no es como la pinta el Gobierno, ya que las cosas no son nada fáciles para los obreros contratados, tercerizados y en negro, se demuestra una vez más que para conquistar cierta estabilidad laboral no queda otra que la lucha contra las conquistas noventistas de los empresarios y que este gobierno aún sigue garantizando. Es una lucha contra los empresarios, los dirigentes corruptos de los sindicatos y el gobierno.

La lucha contra la precarización se llevo la vida de Mariano Ferreyra y por luchar contra esta situación es que quienes firmamos esta nota estamos estamos orgullosos de la lucha que dimos (y seguiremos dando), enfrentamos con el mismo orgullo las consecuencias, mientras escribimos esta nota nos enteramos de la elevación a juicio por los cortes de Panamericana contra el fraude Laboral de PepsiCo. ¡Viva la lucha por la unidad de las filas obreras!
Como sabemos que la flexibilización menemista no la vamos a derrotar en una fábrica sola, ahora vamos por el Sindicato para luchar por recuperar todas las conquistas perdidas en los 90.

Los clasistas del gremio de la Alimentación estamos reorganizando a los sectores opositores a Rodolfo Daer para dar la pelea por recuperar nuestro gremio y ponerlo al servicio de los trabajadores.

A la vez estamos impulsando junto a decenas de compañeros/as de la fábrica el Periódico Nuestra Lucha para fortalecer una corriente clasista en las fábricas y establecimientos de todo el país. Junto a Kraft, Zanon, Subte y los ferroviarios de La Bordó estamos en esta importante tarea.