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Partido de los Trabajadores Socialistas
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Maria Pia Lopez (1° ronda)
23 Jun 2011 |

tesis o ideas que voy a desarrollar es que el kirchnerismo funciona, existe y se fortalece en procesos de conflicto; en ese sentido coincido con Pablo: el kirchnerismo se fortalece en procesos de conflicto social. […]

Gramsci habló de: “optimismo de la voluntad y pesimismo de la razón”; ¿hasta qué punto somos pesimistas, hasta qué punto somos optimistas? El pesimismo de la razón es la condición vital, el problema es cuál es el grado de escepticismo que pueden tolerar nuestros cuerpos, sabiendo que hay algo del orden de la afectividad, de la creencia, de la sensibilidad, de la religión que nos atraviesa también como sujetos políticos. Me parece que el escepticismo es un problema con el que tenemos que lidiar, es una cuestión que nos exige revisar las propias condiciones de práctica y de enunciación; por eso la frase de Gramsci me parece siempre que lleva a un problema muy difícil que es: ¿qué hacemos con nuestra voluntad en las condiciones en las que actuamos que son las que determinan la comprensión racional del escenario histórico en que nos movemos? Cuando más pesimista estoy, más reconciliada estoy con la época, porque cuando no estoy pesimista pienso que hay muchas posibilidades de reabrir el sentido de la época, en el momento en que ciertas formas reparatorias, ciertos aspectos democratizantes que son los que me llevan a apoyar al movimiento que se llama kirchnerismo, pueden ser un paso hacia otra cosa; pero cuando estoy pesimista como estoy muchos días, pienso lo que viene después de esto es un cierre feroz en el que esas formas reparatorias, conquistas democratizantes y pasitos emancipatorios se convertirán en un saldo a liquidar en cualquier momento y lo que vendrá será una revancha.

El kirchnerismo ha sido capaz de retomar, de leer, de interpretar y traducir un conjunto de valores democráticos, profundizar algunos elementos que habían sido puestos en juego en las luchas sociales del 2001, como que no se podían reprimir las movilizaciones sociales en la Argentina, que fue capaz de advertir la pregunta por la reparación tanto de los crímenes del pasado, leyendo con una agudeza excepcional lo que habían sido las demandas de los movimientos de derechos humanos desde los años ’80, hasta la idea de reparación tímida, pero necesaria, de la asignación universal por hijo. Yo no las atribuyo al poder decisorio de un Estado, al poder de un gobierno, sino más bien a otra situación, al poder de leer, interpretar y generalizar valores que habían sido creados por minorías activas. En ese sentido, para mí no hay mejor momento que cuando hay sectores activos afuera de los movimientos políticos que encarnan el rumbo de la hora porque son esos movimientos sociales, partidos, grupos, los que pueden crear valores que pueden ser convertidos en valores generales, sostenidos para las mayorías y por las mayorías impulsados desde el Estado. Si algo me daría miedo de la situación presente es que pierda el kirchnerismo esa capacidad de escucha, que pierda esa sensibilidad, que pierda esa porosidad que ha tenido al exterior. […]

 

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