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Partido de los Trabajadores Socialistas
Buenos Aires   |  27 de marzo de 2024
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Pabellón 10, Celda 7
08 Jul 2010 | En estos momentos se realiza en Córdoba el juicio contra Jorge Videla y Luciano Menéndez, y otros 29 represores, por los delitos cometidos en la Unidad Penitenciaria San Martín de Córdoba. Aquí, la carta de un militante que estuvo detenido en ese lugar.

Desde las rendijas rotas de las ventanas del primer piso de ese pabellón fuimos testigos de cómo eran llevados a la enfermería a “curarse” los presos de los pabellones de la guerrilla (6 y 8). Iban con muletas, rengueando, ayudándose unos a otros, a los empujones y muchas veces también a bayonetazos, y volvían con vendas nuevas, obligados a hacer saltos de rana. ¿Hablará de esta “confusión en su rol” la presidenta Kristina en la arenga del día del Ejercito refiriéndose al nuevo rol que le caben a las FF.AA., en su afán de reconciliación?

Hoy, cuando vemos a Videla, Menendez y demás, reivindicando su actuación y la de sus hombres, sabemos que no. Es más evidente que nunca que son siempre los mismos genocidas los juzgados, unos pocos casos emblemáticos, mientras que miles de militares y civiles siguen caminando por las calles de Córdoba y el país. ¿Por qué no están sentados en el banquillo los centenares de militares que venían a “descansar” del monte tucumano a la cárcel de barrio San Martin y en su descanso torturaban y mataban, o los centenares de penitenciarios con su director Torres a la cabeza que también formaban parte del verdugueo y la tortura, o los curas de monseñor Primatesta que sabían y avalaban esto en sus visitas pastorales a la carcel?

No lo están porque la política del gobierno “nacional y popular” es otra: cerrar los juicios con algunos casos (al día de hoy menos de 80 condenados sobre más de 550 centros clandestinos de detención) y convencernos que ahora tenemos otras FF.AA. A los presos del pabellón 10, al que podríamos decir que era el pabellón de los sindicalistas secuestrados después del 24 de marzo -como Mendiolaza y Meloni del Smata cordobés, o la CI completa del hospital de Cosquin,y delegados de Luz y Fuerza; o estudiantes como el pibe Britos de solo 16 años, y abogados como Hayraberian defensor de presos politicos-, no se nos puede escapar que en el medio del horror de aquellos hechos, fue inmensa la solidaridad recibida por los “presos comunes” con su dirigente Laginestra a la cabeza. No solamente nos proveían de azúcar, tabaco y un diario por día (que le costó la vida a uno de ellos estaqueado por esto) sino que también le exigieron a los milicos que los días que recibían visita no fuéramos torturados en ese horario (los gritos de dolor eran desgarradores) porque en caso contrario se amotinarían. Gracias a esto, 4 días a la semana durante unas pocas horas no recibiamos la” visita” de los militares.

Por los 31 fusilados, por los asesinados en La Perla, La Rivera, de la Quintana y la Jefatura de Policía, por los 30.000 compañeros, debemos redoblar el esfuerzo por enjuiciar a todos y cada uno de los genocidas civiles y militares, algo que sólo lograremos con la movilización y la lucha.

Jorge Sobrado - Ex Detenido Desaparecido Campo de la Rivera - Cárcel Barrio San Martín, militante del CeProDH

 

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