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Partido de los Trabajadores Socialistas
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UNIVERSIDAD NACIONAL DE CORDOBA
Ya salió Armas de la Crítica - Córdoba
Por: PTS Córdoba

09 Oct 2008 | Ya salió Armas de la Crítica, revista desde la cuál nos proponemos encarar un debate con los sentidos tejidos alrededor de dos de los hechos emblemáticos de la historia de la provincia: la Reforma Universitaria de 1918 y el Cordobazo. Conseguila en las mesas de En Clave ROJA, Tesis XI y el CeProDH en las facultades de: Filosofía y Humanidades, (...)

EDITORIAL

Cuando cerramos este primer número de Armas de la Crítica se desarrolla ante nuestros ojos una de las crisis económicas más fenomenales que haya presenciado la historia del capitalismo. No hay analista que no la compare con el crack y la depresión de los años ‘30. Estamos en los inicios de una nueva situación histórica que traerá aparejadas nuevas crisis sociales y políticas y que significará nuevos padecimientos para miles de millones en todo el mundo.

Ya lo estamos presenciando. Más de medio millón de trabajadores han perdido sus puestos laborales en EEUU. Son cientos de miles los que abandonan sus casas para ir a vivir en sus automóviles o en las “ciudades-carpa” que crecen a la vera de las grandes ciudades. Sólo en el mes de agosto 300 mil hogares fueron notificados de la ejecución de las hipotecas. Estas imágenes recorren el mundo. Ya no son Argentina, Bolivia o algunos de los países llamados del “Tercer Mundo”. Es en el centro del imperialismo mundial donde la crisis se desata con toda su furia.

Después de años de ideología neoliberal, ésta se derrumba de manera despiadada. Quiénes ayer veían un capitalismo sin contradicciones ni crisis, hoy piden a los gritos la intervención del estado para “garantizar la tranquilidad de los mercados”. Y éste interviene. Un enorme salvataje, que equivale a casi 3 veces el PBI argentino, acaba de ser votado en el Congreso norteamericano, prometiendo así nuevas inversiones masivas de dinero al servicio de los grandes especuladores. Queda en evidencia, a pesar de las toneladas de ideología vertidas que, como señalaran Marx y Engels, el estado no es más que “el comité de los negocios comunes de la burguesía”.

Pero además del derrumbe que se produce en los mercados, también caen todas las certezas que fueron escritas, leídas y dichas en las últimas tres décadas. El dominio del capital empieza a mostrar su verdadero rostro. Y esto implica empezar a discutir la posibilidad y la necesidad de superar al capitalismo como sistema social. De que la humanidad avance y deje atrás el reino anárquico de la propiedad privada. Lo hemos visto en las portadas de los principales diarios y publicaciones imperialistas que nos hablan de “socialismo de los ricos”. Son ellos los que no han dejado de burlarse de los actuales líderes norteamericanos como Bush, el Secretario del Tesoro Paulson o el presidente de la Reserva Federal, llamándolos “camaradas bolcheviques”.

Estamos entonces frente a un profundo cambio en el terreno ideológico que implica que millones en todo el mundo vuelven a escuchar palabras, conceptos e ideas ligadas a las que plantearan Marx y Engels hace más de 150 años y que generaciones enteras de marxistas difundieran durante las décadas siguientes. Como señalara León Trotsky, dirigente de la revolución rusa de 1917, son las grandes catástrofes sociales las que ponen a tono a los factores subjetivos con los objetivos. Esta crisis pone al desnudo, no para miles, sino para cientos o miles de millones de personas en todo el mundo el carácter rapaz y parasitario del capitalismo. No se trata ya de las “verdades dogmáticas” por las que fuimos criticados durante estos años. Se trata de una realidad palpable para las grandes masas.

Se hace evidente entonces que sólo desde la teoría marxista es posible brindar una explicación profunda y coherente de la totalidad abierta que se entreteje en el terreno de las contradicciones sociales, políticas y económicas. La otra opción es descomponer la historia, decontruir la realidad, partir al mundo, es decir, convertirlo en un conjunto de “pequeñas historias” sin relación alguna entre sí, ajenas una a la otra. Esa fue la opción que eligieron miles de intelectuales, no sólo en Argentina sino en todo el mundo. Rechazando lo que llamaron los “grandes relatos”, es decir una explicación compleja y totalizante de la realidad, volcaron sus energías a explicar “lo micro”. De esta forma, a los sumo podríamos darnos el objetivo de emprender pequeños cambios. Todo ellos dentro de los marcos de las “instituciones democráticas”. A lo sumo podríamos proponernos humanizar el capitalismo, nunca terminar con las injusticias que subyacen a él. Se trataba de aceptar la realidad tal cuál era y ejercer la crítica, sólo a modo de ejercicio discursivo.

Pero la realidad fue más que fuerte que todos los esquemas “micro”. La lucha de clases volvió a colarse por la ventana, sin permiso. La vimos emerger en América Latina, de la mano de levantamientos como los de Bolivia en el 2003 y el 2005, o en Argentina con la caída del año 2001. El capitalismo se demostró no humanizable, no reformable. Por el contrario sólo su superación hará posible un mejor destino para la humanidad.

Se trata entonces de volver a poner al marxismo a la ofensiva. De hacerlo volver del ostracismo al que fue condenado por la academia, pero también por una cierta izquierda pragmática que desprecia la lucha de ideas. A eso nos proponemos aportar desde Armas de las Crítica. A recuperar una tradición teórica que empieza a demostrar toda la terrenalidad de su pensamiento contra aquellos que han caído en el mito de un capitalismo todopoderoso. Ese es uno de los objetivos que tenemos en este primer número. Es el sentido que queremos imprimirle a los debates que realizamos con Mónica Gordillo y James Brennan sobre el Cordobazo y los ’70, o la polémica que encaramos con las afirmaciones que han venido realizando algunas de las autoridades universitarias (entre ellas la misma rectora Scotto), sobre lo que llaman la “vigencia el legado de la Reforma”.

Con el mismo objetivo publicamos el debate entre Diego Tatián, representante del espacio Carta Abierta Córdoba y Christian Castillo, que polemiza desde el marxismo con las posiciones de este sector de intelectuales. Nos parece un paso que la intelectualidad intervenga en la escena política, lamentamos que haya sido para apoyar a un gobierno que defiende los intereses de las clases dominantes y en los últimos días decidió “honrar” al capital financiero internacional pagando una fraudulenta deuda y “volver a los mercados” cuando éstos se derrumban en su propio fracaso.
Para nosotros se trata de poner en circulación ideas capaces de aportar al combate por un nuevo sentido común, al decir de Gramsci. Uno que se proponga barrer con las injusticias del orden existente y con el orden mismo.

A lo largo de los últimos años fuimos testigos del nacimiento, desarrollo y aparición de múltiples publicaciones en Córdoba. Muchas de ellas han abandonado la palestra. Justo en el momento en que el debate de ideas y la crítica constante son más necesarios que nunca.
Pero “el arma de la crítica no puede reemplazar a la crítica de las armas y la fuerza material debe ser derrocada por una fuerza material” escribía el joven Marx.

La clase dominante no sólo tiene a su servicio el sentido común existente. Su fuerza es profundamente material. Son sus ejércitos y sus fuerzas represivas con la que atacan las luchas obreras y populares. Es su justicia que define a favor de sus intereses de manera constante. Es su Congreso que vota las leyes que garanticen la perpetuidad de su dominio. A esta fuerza material sólo se puede oponer otra fuerza material. Esa fuerza reside en los miles de millones de obreros explotados y en los oprimidos que pueblan este mundo. En los que han sido desheredados ya, y en lo que los serán en los próximos años.

Quién se proponga cambiar seriamente el mundo deberá contar con ellos. Ya hemos visto en estos años el fracaso de todos los intentos de hacer un capitalismo con rostro más humano. Lo vemos hoy en la impotencia de los gobiernos como el de Evo Morales o Cristina de Kirchner (para poner sólo dos ejemplos) que son incapaces de imponer siquiera medidas tan tibias como el impuesto a los hidrocarburos o las retenciones móviles.
Cuando sus intereses son tocados, aunque sea tangencialmente, la clase dominante no duda en recurrir a los métodos más brutales. Mientras condena cualquier método de protesta realizado por los trabajadores y el pueblo, a través de sus medios masivos de comunicación. Lo hemos visto en Santa Cruz de la Sierra, en el rico Oriente boliviano, con las bandas fascistas organizadas para asesinar campesinos. Lo vimos en el lockout de las patronales agrarias que desabasteció las ciudades, provocando la inflación y la degradación de los salarios obreros. Si en el pasado, las clases dominantes no tuvieron problemas en poner de pie brutales dictaduras militares como las de Videla o Banzer, que las detendría, para hacer estas “pequeñeces”.

Sólo revolucionando la sociedad, derrocando su poder material es posible terminar con su dominación. Sólo así es posible frenar totalmente sus ansias “destituyentes”. Esta tarea está hoy en manos de los explotados y los oprimidos del mundo. Quiénes reivindican una posición crítica y transformadora deben actuar junto a ellos.
Una nueva tarea está planteada para la intelectualidad y el movimiento estudiantil. La de aportar a una salida de transformación revolucionaria.

A esa tarea pretendemos colaborar quienes elaboramos esta revista, militantes de la agrupación Tesis XI - Contraimagen (integrada por militantes del Partido de los Trabajadores Socialistas y estudiantes independientes) con la convicción de que hoy, cuando el régimen del capital muestra sus límites históricos bajo la forma de una crisis sin precedente, es necesaria la formación de una nueva intelectualidad marxista crítica que ponga sus ideas y su práctica en la perspectiva superar revolucionariamente este régimen moribundo.

Octubre 2008

 

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