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Cristina y Moyano

Cristina y Moyano le hacen un guiño a las patronales del campo

El discurso de Cristina Kirchner y Hugo Moyano en el acto del PJ en el estadio de Almagro fue bien recibido por los líderes de la patronal del campo.

Comité de Redacción

15 de mayo 2008

El discurso de Cristina Kirchner y Hugo Moyano en el acto del PJ en el estadio de Almagro fue bien recibido por los líderes de la patronal del campo.

Miguens de la Sociedad Rural y Gioino de CONINAGRO, coincidieron en que “fue un mensaje conciliador”. “Eso ayuda mucho a que busquemos una forma de descomprimir la situación, sin por ello renunciar a nuestros reclamos”, agregó Biolcati. Eduardo Buzzi, de la Federación Agraria, sostuvo que “le pareció muy bien” porque “si bien no dijo nada concreto de las retenciones, mencionó la búsqueda de un rencuentro de los argentinos”. Se refiere, claro, a los argentinos que no viven de su salario.

El primer conciliador con “la oligarquía” fue Moyano quien pasó de amenazar con movilizar el más que improbable número de “un millón de trabajadores a la ruta”, a decir que hay que “terminar con las palabras duras” y “sentarse a dialogar”. A pesar de los incidentes entre las barras de los sindicatos de la UOCRA y camioneros que recordaron “San Vicente”, el discurso del líder de la CGT intentó ser agradable a los oídos de las clases medias y los oligarcas: “El esfuerzo es tratar de llegar a un acuerdo social que nos permita a los argentinos zanjar las diferencias”. Tras él, Cristina Kirchner dijo que gobernará “sin rencores y sin antagonismos” y sin “enfrentamientos, que sólo sirven para dividir”.

Sin que al cierre de esta edición esté aún definido el resultado de la pulseada política, podemos decir que si ya el gobierno había mostrado hace una semana disposición a ceder a los reclamos de la burguesía agraria, bajando el tope a la movilidad de las retenciones de los “mercados a futuro” donde los sojeros se dedican a especular, es de esperar aún más concesiones. La frase de Kirchner “los quiero ver de rodillas” que se popularizó hace unos días, parece retroceder ahora, según el discurso de la presidenta, a la búsqueda de un empate donde no haya “ni vencedores ni vencidos”. De paso esto pone en un brete a los ruralistas más intransigentes que quieren volver atrás del 11 de marzo consiguiendo una victoria total.

La crisis del gobierno y del “partido de los industriales”

El cambio de discurso oficial tiene que ver con que, después del “segundo round” de la última semana, los Kirchner agravaron su debilidad. Todo el armado político que hace apenas dos meses atrás aparecía como “hegemónico”, comenzó a desplomarse desde el comienzo de la crisis con “el campo”. El acto de lanzamiento del “nuevo” PJ que presentaba a Néstor Kirchner como su presidente fue una muestra palmaria. No asistió el gobernador Schiaretti de Córdoba -alguien por quien los Kirchner sostuvieron un escandaloso fraude electoral- porque, dijo, “privilegiaba su función institucional por sobre los alineamientos partidarios”. Menos aún Lavagna que después de ser presentado meses atrás como la gran carta del nuevo PJ acaba de decir que “el ex presidente no entiende nada de economía”, sumándose a los alineamientos con las patronales del campo del ex gobernador Busti de Entre Ríos y Reutemann de Santa Fe a quien los Kirchner pensaban postular como gobernador para disputarle una provincia clave a la oposición.

Binner, que siempre tuvo una posición semi-oficialista, terminó separándose del gobierno en la crisis y recibe a las 4 entidades del campo que planifican un 25 de mayo opositor en Rosario. La presión de la protesta agraria llegó hasta el propio Scioli que debió hacer malabarismos para no aparecer en la reunión que su gabinete tuvo con los ruralistas un día antes del lanzamiento de Kirchner como presidente del PJ. Lo mismo sucedió con el gobernador Jorge de La Pampa.

Junto a esto, la propia corporación industrial de la UIA que la presidenta recibió días atrás, condicionó la firma del “Acuerdo del Bicentenario” a que se solucione la disputa con las corporaciones patronales del agro, a sabiendas que si el Estado no les garantiza las transferencias de la renta agraria, no hay posibilidad de sostener su alta rentabilidad como pretenden con el Pacto Social, basada en los subsidios estatales y los bajos salarios. Más de fondo, al dividirse la cúpula de la clase dominante quedó al desnudo la estrechez de la alianza política del “partido de los industriales”.

Más allá que la actual disputa se resuelva momentáneamente, se abrió una brecha de más largo aliento en las clases dominantes. El desafío de la burguesía agraria arrastró detrás de sí a las clases medias urbanas y rurales, planteándose como nuevo “motor del desarrollo nacional” y arrogándose - como dicen en su Carta Abierta a los argentinos- dar “vida y riqueza a los pueblos y ciudades, así como también dinamizando las economías”. La debilidad de la alianza gubernamental es potencialmente mayor dado que, mientras el bloque patronal del campo promete demagógicamente a las capas medias una reedición de la neoliberal “teoría del derrame”, los industriales de la UIA directamente amenazan a los trabajadores, base social de los Kirchner golpeada por la creciente inflación, con que “de no moderarse las subas salariales podrían comprometerse inversiones y la generación de nuevos puestos de trabajo”, como dice un reciente documento de la UIA.

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