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Según Marx...

¿Es justo pagar Impuesto a las Ganancias con nuestro salario?

23 de febrero 2006

En el número anterior de La Verdad Obrera, un delegado gráfico decía que al impuesto a las ganancias “hay que eliminarlo para los trabajadores, ya que ganancias son las que tienen los empresarios”. Con esta frase, el compañero puso en evidencia una gran verdad: si los capitalistas son los que obtienen las ganancias, que los trabajadores paguen este impuesto es un sinsentido por definición, ya que perciben salarios. Estos ya están gravados con infinidad de impuestos, pero es el colmo que además deban tributar por ganancias. Es como si al abonar una compra en efectivo, nos quisieran cobrar el impuesto al cheque. Cualquier persona rechazaría este intento como un verdadero abuso. Sin embargo, la burguesía ha logrado imponer como una cuestión de sentido común, que haya trabajadores que tengan que pagar dicho impuesto.
Pero los salarios son completamente distintos a los ingresos de los capitalistas, es decir de las ganancias. La diferencia no consiste solamente en una cuestión de cantidad, sino que son opuestas por el vértice. El capitalista percibe su ganancia, por ejemplo, al vender las mercancías producidas en su empresa, luego de invertir en maquinarias, materias primas y mano de obra. Parece lógico que siendo él quien invirtió su capital, se quede con los productos y los venda, recibiendo al final una “honrada” ganancia. ¿Pero de dónde surge ésta? Marx demostró hace tiempo que la ganancia tiene su origen en la apropiación gratuita de una parte del trabajo realizado por los obreros.
Veamos como es esto. En nuestra sociedad, la amplia mayoría de la población no cuenta con capital para invertir, ni medios de producción ni nada que le permita su subsistencia; salvo sus brazos, su cuerpo y su cerebro. Esta capacidad de trabajar, en el capitalismo se denomina fuerza de trabajo y los trabajadores deben venderla constantemente en el mercado a cambio de un salario. El obrero cree que el patrón le paga por todas las horas trabajadas, piensa que cobra por todo el trabajo realizado.
Pero cuando el capitalista contrata un trabajador, no está comprando todo el trabajo que el obrero realiza (su trabajo), sino su capacidad de poner en movimiento sus músculos, nervios y cerebro (su fuerza de trabajo), que luego combina con maquinarias y materias primas, poniéndola a trabajar durante una jornada de, por ejemplo, ocho horas. Con una parte de su trabajo, supongamos cuatro horas, el trabajador repone lo que el capitalista gasta en salarios. Pero como ha vendido su capacidad de trabajar por una jornada completa, el obrero está obligado a seguir trabajando el tiempo restante. Estas horas trabajadas por encima de la cantidad necesaria para reponer su salario, son directamente apropiadas por el patrón, sin dar nada a cambio. Este robo descarado de horas de trabajo es la única fuente de las ganancias de los capitalistas.
Y después de sufrir este despojo, los trabajadores también deben soportar que le saquen otra tajada a su salario, bajo el cínico nombre de impuesto a las ganancias. Con su exigencia de aumentar el mínimo no imponible, los trabajadores del petróleo han puesto en el centro de la escena un reclamo sentido por amplios sectores, y por el cual la CGT no ha movido un dedo, salvo tibios pedidos al gobierno. Esta reivindicación tiene el mérito de elevar la lucha salarial en curso al terreno del enfrentamiento político con el gobierno nacional, que se niega a esta medida. Pero creemos, como dice el compañero gráfico citado al principio, que hay que exigir la eliminación del impuesto a las ganancias para los trabajadores asalariados1, al igual que el resto de los impuestos directos e indirectos que gravan los salarios, como el caso del IVA. A su vez, los capitalistas que reciben enormes ganancias sí deben pagar este y otros impuestos que deben ser progresivos según mayores sean sus ganancias y fortunas.
Por último, aunque apoyamos toda lucha por mejorar los ingresos de los obreros o sus condiciones de trabajo, los marxistas nunca dejamos de remarcar que la lucha de la clase obrera no debe ser solamente contra las consecuencias perjudiciales y los abusos del sistema de trabajo asalariado, sino que debe atacar sus causas, es decir, el robo de trabajo que es el fundamento del capitalismo.

1 Quedan excluidos de esta categoría aquellos sectores que cumplen funciones de dirección en distintos niveles de la producción, como ser directores, gerentes, etc.

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