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Debates

Nuevo curso de marxismo

Dialéctica y Revolución en Lenin, Trotsky y Gramsci

31 de julio 2003

El llamado de Schelling a la cátedra berlinesa por parte del monarca
prusiano tenía precisamente por consigna:
“Para que destruyese la semilla de Dragones que Hegel había
sembrado desde ella”, directa referencia a la dialéctica.
Carlos Astrada, 1970



Desde Hegel hasta nuestros días la dialéctica siempre ha estado en cuestión.
La relevancia de Hegel y Marx en el debate político y filosófico del siglo XX son una prueba de ello. Aún más, las lecturas enfrentadas acerca del contenido auténtico de la dialéctica, las relaciones de la filosofía hegeliana con el pensamiento de Marx y la relación de método, filosofía y teoría política han tenido un importante papel en el debate marxista. Parte de estas cuestiones queremos abordar en el curso Dialéctica y Revolución en Lenin, Trotsky y Gramsci.
A diferencia de Marx y Engels, quienes fueron desde el interior mismo de la desagregación del sistema hegeliano hacia la política revolucionaria, tanto Lenin como Trotsky y Gramsci han desarrollado una relación con la filosofía desde un pensamiento político maduro y fogueado en torno a combates de clases del siglo XX mucho más agudos que los que viviera Marx en su siglo, tales como la revolución rusa, los consejos de Turín, el ascenso del fascismo y la burocratización de la URSS.
No obstante las diferencias dadas por el contexto histórico y cultural (incluido fundamentalmente el cambio de práctica del movimiento obrero), hay un trasfondo común entre Marx y Lenin, Trotsky y Gramsci: el rol central que otorgan a la dialéctica como método de pensamiento y la recreación de la misma en la construcción de sus teorías de la revolución y en los análisis de las dialécticas históricamente concretas en que tomaron parte activa.
Polémicas
El estallido de la Primera Guerra Mundial significó no sólo la bancarrota de la Segunda Internacional como organización política de la clase obrera sino también de la filosofía de la historia, gradualista y mecanicista en que se basaba su práctica reformista. Fue en medio de esta crisis fenomenal del movimiento marxista que Lenin, quien se consideraba un “marxista de filas” poco versado en asuntos de filosofía se embarcó en un estudio serio y sistemático de la Ciencia de la Lógica de Hegel. Los frutos de este encuentro entre dos gigantes de la historia humana están aún en discusión. Sin entrar en mayores detalles en torno a algunos de estos debates, que sí tomaremos en cuenta en el curso, podemos señalar lo siguiente: en primer lugar Lenin fortaleció su visión del marxismo, incorporando en mayor profundidad la relación del pensamiento de Marx con el de Hegel. En segundo lugar desarrolló un punto de vista crítico sobre el pensamiento predominante en la Segunda Internacional, recostado fundamentalmente sobre una interpretación mecanicista del materialismo, más parecida a la de Feuerbach que a la de Marx (con la cual tienen cierto parentesco los aspectos más débiles de su propia obra Materialismo y Empiriocriticismo, publicada en 1908). Y por último se valió del pensamiento hegeliano para madurar una comprensión de la realidad como proceso contradictorio y multilateral, incluyendo el rol activo del sujeto en la constitución, desarrollo y superación de dicho proceso como totalidad abierta y en permanente cambio.
La dialéctica de la transformación de los contrarios uno en otro, será resaltada por Lenin como una de las claves teóricas para comprender los saltos y grandes procesos históricos. Desde este punto de vista su audaz consigna “transformar la guerra imperialista en guerra civil” tiene una relación directa con el enriquecimiento de su pensamiento político-ideológico a través de la lectura de Hegel y del tratamiento de la dialéctica viva del proceso histórico. En este sentido Trotsky señalaría en los años 30 que la dialéctica de Lenin era una “dialéctica de gran escala”.
La dialéctica de Trotsky es una dialéctica del desarrollo desigual y combinado del proceso histórico que a la vez se expresa en la lógica interna de su teoría de la revolución permanente. Esta afirmación reconocida por infinidad de comentadores, ha sido acompañada en la mayoría de los casos por la construcción de un Trotsky mecanicista y dogmático en filosofía. Lejos estamos de inventar un Trotsky filósofo, con respuestas a todos los problemas planteados en el debate acerca de la filosofía del marxismo. No obstante desde la publicación en los años "80 de los Escritos sobre Lenin, dialéctica y evolucionismo1 contamos con un valioso material en el cual Trotsky, de forma fragmentaria expone algunos puntos de vista sobre la dialéctica, los cuales es necesario estudiar y debatir.
La ventaja de estos textos radica en que por su carácter de manuscritos para la clarificación de las propias ideas del autor (mientras preparaba su biografía de Lenin) están relativamente exentos de exageraciones polémicas, lo cual ocurre en mayor medida en los debates con los intelectuales “anti-defensistas” del SWP norteamericano. Trotsky acometió la lectura de la Ciencia de la Lógica de Hegel junto con las notas de Lenin.
Si bien la lectura de Hegel por Trotsky, quien consideraba insuficientes sus propios conocimientos filosóficos, es menos sistemática que la de Lenin, contiene interesantes conclusiones, entre ellas que la lógica no es tanto un reflejo del mundo exterior sino que expresa las leyes de la consciencia en su relación activa con este último. Asimismo insistirá sobre el rol fundamental que juega en la dialéctica el principio o ley de la transformación de la cantidad en calidad, la cual nos da la pauta para comprender la estructura de los procesos históricos y naturales. Permanentemente Trotsky esbozará una visión que se opone tanto al subjetivismo como al objetivismo, ubicando la actividad del sujeto como parte de la realidad objetiva, con múltiples determinaciones en ambos sentidos. Su lectura sobre la transformación de la cantidad en calidad tiene una importante relación con el rol central que juega el concepto de transición en la teoría política de Trotsky.
Estos escritos contienen a su vez elementos de debate contra intelectuales radicales norteamericanos influidos por el pragmatismo (filosofía relativista que expresó la ideología del compromiso democrático hasta el advenimiento de la llamada guerra fría especialmente en las figuras de William James y John Dewey) como Max Eastman y elementos de diálogo con el psicoanálisis freudiano.
Gramsci parte desde otra visión de la problemática filosófica del marxismo más alejada de las tradiciones rusa y alemana. Su pensamiento está ligado a la llamada “reacción antipositivista” a través de Sorel, (líder del sindicalismo revolucionario francés, quien se apoyaba en la filosofía de Bergson y la de William James para resaltar la acción contra el mecanicismo socialdemócrata) y del idealismo neohegeliano historicista de Benedetto Croce. En el campo de la propia tradición marxista italiana, Gramsci mantiene una deuda notoria con Antonio Labriola (a quien Trotsky leyera con gran interés en su juventud y a quien Lenin había leído también).
Esquematizando, como hemos venido haciendo, podemos señalar dos abordajes de la dialéctica en Gramsci. Por un lado la dialéctica del proceso histórico es recreada por Gramsci en su debate contra la estrategia y la teoría de la revolución pasiva propia de los liberales moderados en el proceso de la unificación italiana. La dialéctica de la revolución pasiva o revolución-restauración implica una instrumentalización conservadora de la dialéctica histórica en la cual el resultado final del proceso no es una superación sino una conservación de la realidad existente, poniendo el Estado liberal-burgués como un límite infranqueable de la historia. Gramsci identifica a Croce como un sistematizador y recreador de esta posición. En el terreno metodológico, en su debate contra Bujarin (a quien Gramsci critica por el nulo tratamiento de la dialéctica en su Teoría del materialismo histórico) y la sociología positivista señalará la importancia del salto de cantidad en calidad, que coincide a su vez con la transformación de lo objetivo en subjetivo, de una ubicación subalterna a otra hegemónica de la clase obrera.
Entre estos tres dirigentes e intelectuales revolucionarios hay destacables diferencias, relacionadas con el contexto histórico, las influencias y las tradiciones. Lenin y Trotsky hablan desde el materialismo dialéctico (visión más ligada a Engels y Plejanov) mientras Gramsci (siguiendo la lectura de Antonio Labriola) se ubica desde la filosofía de la praxis. Tienen distintas lecturas acerca de la ciencia, de las tradiciones idealistas y materialistas y de muchas cuestiones más. Pero lo que tienen en común es el intento de desarrollar la dialéctica como un pensamiento vivo y creador (con mayor peso de la problemática filosófica en el caso de Gramsci), desde una perspectiva completamente contrapuesta a la reaccionaria instrumentalización de la dialéctica operada por el stalinismo, cuyos burócratas de la filosofía “resolvieron” que Hegel era un representante de la reacción aristocrática contra la revolución francesa, a la par que transformaban la dialéctica en un conjunto de leyes acríticas justificadoras del dominio despótico de la burocracia.
Esta nueva iniciativa del Instituto de Formación Marxista apunta a recrear la dialéctica como el núcleo del pensamiento marxista, abriendo un debate necesario para la formación de nuevas camadas de militantes revolucionarios.
1 Traducidos por Philip Pomper con estudio preliminar y notas con el título Trotsky´s Notebooks, 1933-1935. Writings on Lenin, Dialectics, and Evolutionism. Columbia University Press, 1986.




Curso Dialéctica y Revolución en
Lenin, Trotsky y Gramsci

Coordinadores: Ariane Díaz y Gabriel Lanese
9 de Agosto, 15 hs - CEIP León Trotsky
Pasteur 460 4 “G”
Informes e inscripción
4952-2302 o [email protected]
(Bibliografía disponible en el CEIP)
 

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