Este último cacerolazo tuvo más participación de las clases medias acomodadas, pero el impacto en los trabajadores fabriles fue menor. La novedad del primer cacerolazo había pasado. Aunque nadie opinaba que el gobierno fuera a tambalear, se discutió intensamente el panorama político y se escucharon muchas voces:

De un grupo de obreras de la alimentación:

– Al gobierno no lo van a tirar con las cacerolas, Cristina es cabeza dura y se planta.

– Sí, pero cada vez está peor. Dice que no hay inflación, nos saca plata con el “impuesto a las ganancias” y hace como que no pasa nada. Vive en otro país…

– Eso sí. Un montón de gente ya no la va votar más. El problema es qué viene del otro lado.

– No sé que va a pasar. Si no cambia se va a poner más feo cada día.
Una compañera de la Bordó responde: Por eso necesitamos tener un partido que represente nuestros intereses, contra los patrones y los burócratas, sean del gobierno o la oposición.

– Sí claro, pero eso no se hace así nomás. La izquierda es una alternativa, pero le falta juntar más fuerza.

En otra fábrica de Norte se da una discusión muy parecida:
– Cristina está cada vez peor, hay un montón de gente arrepentida de haberla votado. Bueno, yo mismo. Pero ¿qué hay del otro lado? Es peor, ¿no?

Y en otra fábrica de la alimentación, Pepsico, la discusión fue más allá y se ligó al paro anunciado por Moyano y Micheli:

– Los de las cacerolas son chetos, ya los discutimos la vez pasada, no nos representan. Quieren comprar más dólares y dicen cualquier guasada.

– Pero por lo menos se movilizan. Son de derecha pero se mueven, se organizan y hacen que todos los políticos ahora tiren para ellos. Nosotros no hacemos nada.

– Bueno pero ahora sale un paro de Moyano...

– Un paro PARA Moyano. Porque él quiere ser candidato, no es para nosotros.

– Esto también lo discutimos la vez pasada. Lo que reclama Moyano está bien, aunque se olvida de los que están precarizados o en “negro”. Aunque no quiera tiene que reclamar demandas de los trabajadores, habla desde la dirección de la CGT. Hay que aprovechar para ser parte de la jornada de lucha pero sin depositar ninguna confianza. Acá por ejemplo hay que reclamarle a Daer que llame a asambleas y plenarios de delegados de base para discutir cómo hacemos el paro, con qué medidas, discutidas desde todas las fábricas.

– Nooo... Eso no va a salir. Daer está con el gobierno. Cada uno está con su jugada.

– Y ninguno para nosotros los trabajadores. Bueno yo pensaba que Cristina sí, pero veo que no.

– Sí, pero ella es mejor que los de Macri o los otros que son peores. Están con las empresas a full. Esta mina por lo menos discursea algo a favor nuestro.

– ¿Qué cosa? Si dijo que hay que comer con $6 por día y nos caga la plata del impuesto…

– Se fueron de tema. Lo que pasa es que los chetos van a la plaza y nosotros no, seguimos en cualquiera.

– No te olvides que llamaron a un paro por la tele. Si llamaran las 5 centrales a asambleas en todo el país se haría un paro de millones de trabajadores en las calles, se paralizaría la economía, se mostraría quiénes son los que hacen mover todo. Hasta los caceroleros se asustarían de nuestro poder, ¡y pedirían a Cristina que nos manden a trabajar! Todos se unirían contra nosotros.

– Y volvemos a lo mismo ¿no? No tenemos alternativa. Bueno, sí, está la izquierda. Acá son fuertes, pero hay que tener fuerza en todo el país.

Discusiones como estas se dan en las fábricas por estas horas. Los obreros comienzan a sentir que el gobierno no va más. Pero ¿entonces que? La derecha no. La izquierda tiene que desarrollarse más, para ser una alternativa. ¿Qué hacer? Se viene un 2013 que puede ser un hervidero de discusión política. Hay que construir fuertes agrupaciones clasistas donde más podamos, que se fusionen con el programa y la estrategia de la izquierda para sentar las bases de un partido de trabajadores revolucionario en que se referencien millones de trabajadores. Esa necesidad está latiendo y salta en muchas discusiones de las que debemos ser parte.