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El mito K de la industrialización

El relato K dice que el “modelo” desarrolla la industria nacional y genera una mejor distribución del ingreso. Nada de esto viene sucediendo. Frente al desgaste del “modelo” saltan a la vista los problemas estructurales de la Argentina K.

Pablo Anino

23 de agosto 2012

El mito K de la industrialización

El relato K dice que el “modelo” desarrolla la industria nacional y genera una mejor distribución del ingreso. Nada de esto viene sucediendo. Frente al desgaste del “modelo” saltan a la vista los problemas estructurales de la Argentina K.

Crecimiento industrial sin industrialización

La devaluación de 2002 provocó un enorme ataque al salario obrero, abaratando la producción industrial. Tras la debacle de la convertibilidad de Menem, Cavallo y De la Rúa muchas industrias que venían con muy poca actividad volvieron a producir usando su capacidad ociosa instalada. Así, en los primeros años del “modelo”, el crecimiento se dio con escasas inversiones. Y aunque luego éstas fueron algo superiores a las de los noventa, no alcanzaron para sostener el ritmo de crecimiento industrial.
La industrialización sustitutiva de importaciones (ISI) comenzó en los años ’30 y culminó con la dictadura de 1976. Fue un producto inesperado de la crisis de los ’30 y la Segunda Guerra, cuando la debacle del comercio mundial obligó a muchos países a producir internamente lo que antes importaban. Luego la industrialización acompañó el boom de posguerra. No obstante, en los ’70 continuaba el atraso de productividad respecto a las potencias mundiales y se profundizó la dependencia del capital imperialista. El proyecto industrializador encontraba sus límites. Sin embargo, con una impronta mayoritaria del capital imperialista, se instalaron importantes ramas como la automotriz, la siderúrgica y la petrolera.

Desde la devaluación hasta 2011 la industria creció un 107%. Pero ahora que comienza a caer, algo queda al desnudo: crecimiento industrial no es lo mismo que desarrollo de la industria. El “modelo” no dio nada similar a la ya limitada ISI.

Desarrollo de las ganancias industriales

Además de la devaluación, las ganancias de las grandes industrias (que casi se cuadruplicaron entre 2001 y 2002) fueron favorecidas por enormes recursos estatales destinados a la “industrialización”, centralmente con subsidios directos, como los otorgados a la industria petrolera y a muchas agroindustrias para intentar contener los aumentos de precios, que igualmente continuaron. Los subsidios a las ganancias de Roggio, Edenor, Metrogas y otras empresas, lejos de beneficiar al pueblo trabajador, sirvieron para abaratar los “costos laborales”, disminuyendo el peso del transporte y los servicios públicos en el salario obrero. Esto benefició a los industriales, al igual que los créditos con tasas subsidiadas con fondos de la ANSES y el Banco Nación o las desgravaciones impositivas como las que gozan las plantas de Tierra del Fuego que ensamblan productos electrónicos importados. El verdadero desarrollo en el gobierno K fue el de las ganancias empresarias. Entre las 500 grandes empresas del país, las industriales pasaron de ganar $10 mil millones en 2002 a $45 mil en 2010, ¡un 350% más!

Escasos resultados

El “modelo” no generó ninguna nueva rama industrial significativa. No se revirtió la desarticulación industrial y el atraso continuó. La industria automotriz, la más importante del país, entre el déficit comercial que genera y la extranjerización que tiene, absorbe miles de millones de dólares que se van del país. La participación de la industria en el Producto Bruto Interno bajó respecto de los ‘90. Es que, a pesar de su crecimiento, mucho más crecieron el agro “sojizado” y la megaminería contaminante, primarizando mucho más la economía.

La productividad industrial aumentó en todos estos años de crecimiento, no al nivel de achicar las brechas con las principales potencias del mundo, pero sí de superar en gran medida los aumentos salariales. Es decir, más ganancias empresarias. El mito de la industrialización queda al descubierto con el desgaste del “modelo”.

Al igual que el cepo cambiario develó cómo gran parte de las ganancias se iban al exterior de la mano de las multinacionales que controlan importantes resortes económicos, las trabas de Guillermo Moreno afectaron a muchas industrias que dependen de la importación de insumos y bienes de capital que acá no se producen.

El déficit comercial industrial expresa la dependencia tecnológica, una constante del país semicolonial que, igual que el atraso, se agravaron con los Kirchner.

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