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INTERNACIONAL

ACUERDO PARA GRECIA

Postergan la bancarrota por temor a que hunda al euro

En la noche del lunes 20 al martes 21/2 los ministros de Finanzas de la zona euro acordaron, después de 14 horas de negociación, un segundo “plan de ayuda” para Grecia (130.000 millones de euros, además de la reestructuración de la deuda, que se suman al de mayo de 2010 de 110.000 millones).

Juan Chingo

1ro de marzo 2012

Postergan la bancarrota por temor a que hunda al euro

En la noche del lunes 20 al martes 21/2 los ministros de Finanzas de la zona euro acordaron, después de 14 horas de negociación, un segundo “plan de ayuda” para Grecia (130.000 millones de euros, además de la reestructuración de la deuda, que se suman al de mayo de 2010 de 110.000 millones). El pacto llega tras varias semanas de intensas negociaciones y de que el Parlamento heleno diera el visto bueno a los recortes adicionales exigidos por la denominada “troika” -Banco Central Europeo (BCE), Unión Europea (UE) y FMI. Este acuerdo, evita la quiebra desordenada de Grecia y su salida del euro a corto plazo, pero no resuelve sino que agrava brutalmente los problemas del país, dejando a la vez importantes incertidumbres sobre el futuro de la UE.

A pesar de la mejor coyuntura, los líderes de la UE aún temen el contagio
A fin del año pasado el BCE, frente al riesgo de quiebra de algún banco que provocara un derrape al estilo “Lehman”, prestó 489.190 millones de euros a 523 bancos en su primera subasta a tres años, a una tasa de interés fija, el llamado LTRO, del que queda la segunda entrega el 29/2 próximo y que la entidad emisora del euro calcula que podría llegar hasta un billón. Como analizaba Paula Bach al mes siguiente “los problemas de liquidez se apaciguaron y el riesgo inminente de quiebras bancarias (siempre latente) en cierto modo amainó, generando un efecto sedante sobre la dinámica vertiginosa de la crisis en su conjunto. Sin embargo y por el otro lado, esa inyección masiva de liquidez, lejos estuvo de convertirse en nuevos créditos que actúen como estímulo a la economía de la Eurozona. Tal como recibieron el dinero, los bancos lo colocaron en su totalidad en el BCE bajo la forma de depósitos de muy corto plazo que rinden un muy bajo interés pero que se consideran seguros. De este modo, la medida del BCE logra (por ahora) contener un estallido pero de ningún modo actuar sobre las tendencias recesivas que se instalan con fuerza en Europa”1.

Esta suerte de estabilidad, después de dos años de sobresalto tras sobresalto, se expresaba en un cambio del tono del debate, con muchas más voces europeas hablando abiertamente de un default y la salida del euro, algunos con confianza afirmando que el colapso de Grecia no significará un nuevo “Lehman”. “Nosotros no podemos alimentar indefinidamente un pozo sin fondo: la confesión del ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble, a la radio alemana SWR2 el miércoles, expresa en voz alta lo que algunos murmuran en voz baja en Bruselas... La zona euro, afirma Wolfgang Schäuble, está mejor preparada que hace dos años para un default de Grecia” (Le Figaro, 16/2).

Pero, a pesar de la verborragia del ministro alemán, que luego parece haber sido llamado al orden por la canciller Merkel, como muestra el acuerdo finalmente alcanzado, los principales líderes europeos aún dudan de los efectos que una caída de Grecia podría tener sobre el conjunto de la eurozona. En otras palabras, el temor al riesgo de contagio no ha sido superado. Es que al contrario de sus declaraciones, Grecia no es un caso especial. Cada país en Europa ha tomado miles de millones de nueva deuda y es considerado inestable por los mercados financieros. Es por esta razón que existe el peligro de que el “virus griego” pueda extenderse a otros países y destruir la zona del euro. (…)

¿Quién rescata a quién?

Ya no es solamente la austeridad asfixiante lo que está destruyendo a la economía y la sociedad griegas. Es que todas las discusiones, planes y negociaciones en gran medida hacen caso omiso de Grecia. Ya no hay ninguna pretensión de “ayudar” a Grecia. Solo se trata de asegurar que los bancos alemanes y franceses minimicen sus pérdidas. De los 130.000 millones de ayuda adicional comprometidos, ni un solo euro irá a parar a la actividad productiva helena sino que se destinará a salvar sus bancos y refinanciar la deuda. (…)

Una cesión de soberanía política y económica sin precedentes en la eurozona

El acuerdo implica una cesión de soberanía nunca vista entre países capitalistas avanzados en periodos de paz. Ya no se trata solo de monitorear cómo los griegos ejecutan los compromisos asumidos. Primero, se crea un equipo de supervisión permanente de la troika. Segundo, Grecia se compromete a depositar en una cuenta bloqueada que dispondrá siempre del capital suficiente para hacer frente al menos a tres meses de vencimiento de sus obligaciones, que tendrán prioridad sobre el pago de otras partidas presupuestarias. Y, tercero, dará prioridad constitucional al pago de la deuda. Un nuevo protectorado financiero para el pago a los acreedores o “la primer colonia de la eurozona”, como la califica Wolfgang Münchau, el analista económico europeo del Financial Times (19/2).

Que esto es una dura realidad, lo muestra el punto hasta el que la UE piensa “micromanejar” a Grecia, a días de firmado el acuerdo: “Los países europeos acreedores están exigiendo 38 cambios específicos en las políticas de impuestos, gastos y salarios para fines de este mes y han expuesto reformas extra que plantean un “micromanejo” del gobierno del país durante dos años, de acuerdo con los documentos que obtuvo Financial Times (...) Van desde lo más amplio –revisión de los procedimientos judiciales, centralización del seguro de salud, completar un registro preciso de la tierra- a lo mundano, comprar un nuevo sistema informático para cobrar impuestos, cambiar la forma en que se recetan los medicamentos y establecer reservas mínimas de petróleo (...)” (FT, 23/2).

Esta abierta intromisión en un país imperialista de segundo orden no deja área sin afectar. Es un intento de remodelar el estado y la sociedad griegas de acuerdo al plan de las grandes potencias continentales, vulnerando abiertamente los derechos nacionales de millones de griegos. Y todo con el aval de la gran burguesía griega, abiertamente colaboracionista, que defiende sus intereses de clase en contra de la población laboriosa obrera y campesina. (…)

Y que esta intromisión inaudita no es solo económica, social y estatal sino hasta en el plano más directamente político lo mostró el provocador pedido de que no haya elecciones en abril del ministro de finanzas alemán. Esto provocó por primera vez una airada reacción oficial, la del propio presidente Karolos Papoulias, quien dijo: “¿Quién es Schäuble para insultar a Grecia?”. La presión de la Troika potencia las tendencias bonapartistas y el recorte de los derechos democráticos, como ya venimos denunciando en anteriores artículos.

El peligro del default no pasó y el destino del euro sigue en cuestión

(…) Cada vez más Grecia se asemeja al drama que padeció la Argentina a mediados de 2001. Las políticas deflacionarias, la respuesta social y política, con protestas callejeras y violencia, generaron desacuerdos entre los acreedores oficiales y una creciente preocupación entre los acreedores privados sobre la posibilidad de un impago caótico (…)

La economía griega es más avanzada que la argentina, a la vez que los recursos económicos y financieros de la UE no se comparan con los del Mercosur. Pero, a pesar de estas ventajas estructurales e institucionales, la crisis griega es más profunda y explosiva: mientras los pasivos totales de Rusia y Argentina alcanzaban 80.000 millones de dólares al momento del default en 1998 y 2001 respectivamente, la deuda griega alcanza hoy 259.000 millones de euros (…). Por otro lado, la deuda griega está imbricada totalmente en el sistema financiero europeo y nominada en la misma moneda que la de sus principales acreedores, el euro. A su vez, se desenvuelve en una crisis de deuda soberana de alcance mundial (la actual fase de la crisis histórica del capitalismo) y que tiene a la UE como uno de sus epicentros. En este marco, todo el intento del BCE y las autoridades europeas es desmontar esta bomba de tiempo para que el default de Grecia no arrastre al euro. Por ahora no lo han logrado, como demuestra su temor a dejar caer a Grecia, que no fue el caso del FMI con el default de Argentina, el cual terminó tolerando.
Políticamente, aunque la escisión con los partidos tradicionales es en gran medida similar, la gran burguesía, después de más de dos años de crisis, se mantiene unida, (…) apuestan a la caída salarial y la pérdida de derechos de los trabajadores para recomponer su rentabilidad. Sin embargo, el hecho de que la esperada revitalización de las exportaciones no logre compensar la caída del mercado interno en el marco del estancamiento de las economías de la UE, puede romper esta unidad detrás de la austeridad, como empiezan a mostrar algunos síntomas. (…)

Los próximos acontecimientos decidirán el futuro de Grecia, pero la entrada del movimiento obrero desde el inicio de la crisis es un elemento alentador para una salida distinta a la de Argentina, con su devaluación y posterior recomposición del poder estatal profundamente sacudido por el crack.
La realidad es que todo el mundo sabe que la deuda griega es impagable. La gran cuestión es quién pagará definitivamente los costos de esta crisis (que está llevando por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial al pauperismo y la miseria a enormes capas de la población en Grecia), y si los líderes europeos lograrán hacerla manejable para la UE, impidiendo el contagio a otros países y minimizando sus pérdidas. Todavía este gran partido no está decidido.

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