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¿INTERES PUBLICO?

“Papel para todos”… los empresarios de la prensa

“¡Atentado a la libertad de expresión!”, gritan Clarín y La Nación. “Que el papel para diarios se ‘democratice´ y todos puedan acceder”, retrucan desde el kirchnerismo. Como lo vimos durante los últimos cuatro años, tanto el gobierno como “la Corpo”, con sus respectivos aliados, encubren tras discursos democráticos los verdaderos intereses (capitalistas) que los motivan.

Daniel Satur

15 de diciembre 2011

“¡Atentado a la libertad de expresión!”, gritan Clarín y La Nación. “Que el papel para diarios se ‘democratice´ y todos puedan acceder”, retrucan desde el kirchnerismo. Como lo vimos durante los últimos cuatro años, tanto el gobierno como “la Corpo”, con sus respectivos aliados, encubren tras discursos democráticos los verdaderos intereses (capitalistas) que los motivan.

Esta semana volvieron los chisporroteos. Entre la serie de leyes que Cristina mandó a promulgar antes de fin de año una de las más resonantes es la que declara de “interés público la producción, distribución y venta del papel para diario”. Es decir que el gobierno busca intervenir en el negocio que desde hace 32 años manejan a gusto y piacere los dos diarios más grandes del país, accionistas mayoritarios de la única empresa productora de ese insumo: Papel Prensa. La movida tiene el objetivo de mejorar la posición de los medios gráficos kirchneristas, mediante el acceso al papel y a un precio “igualitario”, logrando ventajas competitivas en la disputa con los medios opositores. La idea oficial es que Página/12, Tiempo Argentino, Crónica y varios diarios del interior cuenten con más papel, ampliando su espacio para vender más publicidad y mejorando las condiciones para seguir reproduciendo la versión kirchnerista de la realidad.

Esta semana cinco comisiones de diputados emitieron dictamen favorable al proyecto que el gobierno presentó hace más de un año 1 con lo cual ya puede tratarse en el recinto. Con mayoría en ambas cámaras, es casi seguro que antes de fin de año se convertirá en ley. A partir de entonces Clarín y La Nación deberán vender a un precio único (hoy manejan discrecionalmente a quién venderle y a qué precio), aumentando la producción para atender toda la demanda (muchos diarios hoy importan papel) y presentándole al Estado cada tres años un plan de inversiones si es que no quieren perder acciones de la empresa. Recordemos que el Estado también es accionista (minoritario) de Papel Prensa, y por esa vía el gobierno encontró cómo intentar mantener a raya (aprovechando el respaldo “de las urnas”) a dos de las corporaciones mediáticas que más se le han opuesto en los últimos años. Como lo dijo sin ambigüedades Osvaldo Papaleo, miembro de la familia Graiver (dueña de Papel Prensa hasta que la Dictadura se la arrebató en 1978), Clarín y La Nación “deben asumir la responsabilidad de haber perdido el 23 de octubre, en su papel de partido político, y ésta es la consecuencia” (Página/12, 14-12).

En nuestras manos

Como dijimos cuando el gobierno presentó su proyecto, si las miles de toneladas que produce Papel Prensa siguen en manos de unos pocos empresarios, no habrá ninguna “democracia” ni “libertad de expresión”. La única salida realmente democrática es la expropiación de Papel Prensa, sin indemnización y pasando a ser administrada por los trabajadores de la fábrica y los trabajadores de prensa.

Si como dice el gobierno el papel para diarios es “de interés público”, entonces que toda la producción de ese insumo, empezando por Papel Prensa, Papel de Tucumán -propiedad de Alberto Pierri- y el resto de las productoras de celulosa y papel, se nacionalice bajo control de sus trabajadores.

Si los capitalistas cuentan con todos los medios para adquirir papel, es indispensable el acceso gratuito para las organizaciones obreras y populares, comisiones internas, sindicatos y partidos de izquierda, de forma tal que la difusión de ideas y opiniones se desarrolle sobre bases democráticas en serio.
Todo lo demás, es un papel de reparto para los trabajadores y el pueblo. El gobierno sólo quiere garantizar “igualdad” para todos los empresarios. Su “proyecto” es de competencia “igualitaria” entre capitalistas (aunque a algunos los “ayude” más con la publicidad oficial). Pero la “libertad” que pregona es incompatible con las propias leyes del mercado que defiende. Por eso todos los medios deben ser quitados de la influencia del lucro capitalista y pasar a manos de los trabajadores.

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