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Internacional

Escaramuzas entre el Estado de Israel y Hamas

Después de cinco días de escaramuzas, el gobierno de Benjamín Netanyahu y Hamas arribaron a una tregua por parte de las milicias palestinas y el compromiso del gobierno derechista de no emprender una ofensiva terrestre sobre la Franja de Gaza.

Miguel Raider

25 de agosto 2011

Después de cinco días de escaramuzas, el gobierno de Benjamín Netanyahu y Hamas arribaron a una tregua por parte de las milicias palestinas y el compromiso del gobierno derechista de no emprender una ofensiva terrestre sobre la Franja de Gaza. La espiral de violencia se desencadenó tras un triple atentado en las afueras de la ciudad de Eilat, donde perdieron la vida ocho israelíes. Inmediatamente, Netanyahu respondió lanzando dos ataques aéreos sobre la ciudad de Rafah, el barrio Zeitún, las localidades de Beit Lajie, Beit Hanoun, Janjunes y el campo de refugiados de Nuseirat.

Quince palestinos fueron eliminados, entre ellos un bebé de dos años, un adolescente de 15 y toda la cúpula de dirección de los Comités de Resistencia Popular, un desprendimiento salafista de Hamas, sindicado autor del atentado. A su vez, el Ejército israelí irrumpió sobre Cisjordania y arrestó a 120 palestinos de Hebrón y del campo de refugiados de Duheisha.
En los ataques aéreos también fueron asesinados cinco militares egipcios, tras la invasión del espacio aéreo soberano. El gobierno del Consejo Supremo de las FF.AA. condenó la acción militar y amenazó con retirar a su embajador de Tel Aviv, circunstancia que obligó a Netanyahu a pedir disculpas.

Se trata de la primera crisis diplomática de envergadura después de 32 años de estabilidad en la frontera sur, garantizada por el ex dictador Hosni Mubarak, actualmente juzgado por más de 800 asesinatos, a quien las autoridades israelíes ofrecieron asilo político.

Mediante los acuerdos de Camp David de 1979, los entonces gobiernos de Menajem Beguin y Anuar el Sadat acordaron la paz entre el Estado de Israel y Egipto, reservando a este último el control policial de 1,5 millones de palestinos concentrados en Gaza. De hecho, el grupo palestino que cometió el atentado, atravesó la frontera con Egipto, una línea de 260 kilómetros, relajada de controles tras la caída de Mubarak.

Sorprendió a Netanyahu la relevancia del gobierno egipcio en la mediación con Hamas. Aunque conservando la relación con EE.UU., el nuevo gobierno de las FF.AA. adquirió juego propio proyectando la reanudación de relaciones diplomáticas con Irán, así como la apertura del paso de Rafah, cerrado desde 2007 a partir del bloqueo sobre Gaza. Evidentemente, estos reacomodamientos demuestran el debilitamiento del Estado de Israel, ya cuestionado en la guerra de Líbano de 2006 cuando fue derrotado por las milicias de Hezbollah, aspecto que seguramente tendrá consecuencias en los próximos eventos de la primavera árabe.

Una coyuntura a favor de Netanyahu

La escalada de violencia terminó favoreciendo coyunturalmente a Netanyahu. El movimiento de indignados que convocó manifestaciones con más de 300.000 personas en diversas ciudades israelíes levantó todas las medidas de acción, subordinado a la política de unidad nacional de Netanyahu, un recurso utilizado por el Estado sionista en desmedro de los antagonismos de clase. Así el carácter progresivo de ese movimiento de protesta social contra la carestía de la vida y el derecho a la vivienda demostró sus enormes límites, omitiendo los motivos de la violencia, resultado de la opresión nacional sobre el pueblo palestino.

Asimismo, la espiral de violencia fue utilizada por el gobierno de Netanyahu para condenar la iniciativa de la Autoridad Palestina a favor de la creación de un Estado palestino en el marco de la próxima sesión de la ONU a desarrollarse el 20 de septiembre. Netanyahu ya cuenta con el aval de varios países junto a la facultad de veto de EE.UU., su aliado estratégico, quien ya adelantó que rechazaría la propuesta palestina desde su asiento en el Consejo de Seguridad. Resulta ilustrativo que la ONU se negó a repudiar la brutal represalia del gobierno de Netanyahu, la misma actitud que tomó cuando fueron asesinados los nueve pacifistas turcos a bordo de la flotilla humanitaria que intentó romper el bloqueo a Gaza en 2010. Nada bueno puede provenir de esa cueva de bandidos que promovió la política colonialista y racista del Estado sionista en sus 63 años de historia.

El legítimo derecho a la autodeterminación nacional del pueblo palestino sólo puede avanzar producto de su propia autoactividad apoyada sobre la movilización de los pueblos árabes en lucha contra el Estado de Israel, las burguesías árabes reaccionarias y el imperialismo norteamericano.

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