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Cultura

ACERCA DEL DOCUMENTAL SOBRE JORGE RICARDO MASETTI (Sólo en internet)

El empeño de la acción (guerrillera)

“Osvaldo Bayer define a Masetti como un ‘revolucionario sacrificado’. ¿Están de acuerdo con esa definición?
J.P.R: Totalmente, Masetti no fue sólo un intelectual de palabra sino también un hombre que expuso su vida. El hecho de que haya desaparecido en la selva luchando por una sociedad más justa termina de pintarlo como un hombre entregado por completo a sus ideas, que eran también las del Che”.

Demian Paredes

16 de junio 2011

Juan Pablo Ruiz y Martín Masetti han realizado un documental sobre el abuelo de éste último: La palabra empeñada, que se exhibe en el cine Gaumont. Como explica el primero: “La película ensaya una posible biografía del periodista argentino Jorge Ricardo Masetti (1929-1964), quien luego de fundar y dirigir en 1959 Prensa Latina, la agencia de noticias más importante de Latinoamérica, desapareciera trágicamente en los montes de Salta, al encabezar la avanzada de la guerrilla del Che Guevara en la Argentina. Está estructurada a partir de un relato coral, con más de veinte testimonios de primera mano” [1].

“El periodista”, “El Comandante Segundo” y “La revolución en la Argentina” son los tres “capítulos” del film, que nos llevan a recorrer junto a Masetti la isla de Cuba, Argelia y el norte argentino, en la provincia de Salta. Desde un inicial trabajo de información periodística para radio El Mundo al paso a la acción política.

El documental va de las entrevistas al Che y a Fidel Castro, en 1958, a la militancia activa en defensa (y luego extensión) de la revolución: Masetti fue el primer director de la agencia de noticias de Cuba Prensa Latina (según recuerda un testimonio, Masetti decía de la labor: “Un periodista debe ser objetivo, no imparcial. No se puede ser imparcial entre el explotado y el explotador, entre el oprimido y el opresor”). Allí participó en la defensa de Playa Girón, y luego en la guerra por la independencia de Argelia. Finalmente organizó el grupo guerrillero EGP que se instaló en Orán, tras la caída del gobierno de Frondizi.

Los testimonios que hay en La palabra empeñada son los de Alejandro Doria (cineasta que previamente codirigió con Masetti la revista Cara y ceca en 1955), Rogelio García Lupo (compañero en la Alianza Libertadora Nacionalista), Gabriel García Márquez (quien trabajó con Rodolfo Walsh y Masetti en Prensa Latina), Osvaldo Bayer, José Bodes, Conchita Dubois, Alberto Castellano y Ciro Bustos.

También relatan su experiencia de intentar iniciar el “foco” en el monte salteño Miguel Tirantti, Jorge Paul y Héctor Jouve. Y habla el suboficial mayor retirado Belisario Lauro López, miembro de la patrulla de Gendarmería Nacional que sorprendió al grupo y lo apresó -y que niega, nuevamente, las torturas y vejámenes que sufrieron los combatientes del EGP, según han relatado los mismos sobrevivientes-.

Aun siendo valioso lo que han conseguido los dos autores, tras cuatro años de investigación, con sesenta horas de testimonios grabados en Cuba y en Argentina, hay que decir que el resultado es a la vez interesante y pobre -tan pobre como el sonido del documental, que empaña la calidad y cantidad de testimonios-.

Es interesante en tanto los autores consiguen un “retrato biográfico” de Masetti, personaje poco conocido, aunque lamentablemente se omite el conjunto de la época, circunscribiéndose al itinerario militante del guerrillero guevarista.

Y es pobre porque si el objetivo es, como dice Juan Pablo Ruiz en la entrevista ya citada, “intenta[r] echar algo de luz sobre una historia que ha sido escondida o tergiversada durante mucho tiempo”, la luz arrojada es muy poca para la cantidad de respuestas que se necesitan.

Porque La palabra empeñada se suma así a una cantidad de libros, revistas y películas que hay, sin responder, por ejemplo, a otros films ya aparecidos ni tampoco al engendro (llamado por su autor “novela”) Muertos de amor [2], de Jorge Lanata, donde -supuestamente- se hace un relato de la experiencia de Masetti. Ni se adentra en la gran discusión política que finalmente se plasmó en el libro No matarás, a raíz del llamado “debate del Barco” [3]. (Oscar del Barco es quien -tras haber pasado por el PC, haber sido del grupo Pasado y presente y haber simpatizado con el EGP- propuso como balance una especie de filosofía humanista-derechista de la “teoría de los dos demonios” [4], donde el EGP fue uno de sus blancos… junto a otros “asesinos” como Lenin y Trotzky [sic]).

Agreguemos que la experiencia del EGP se inscribe en las de otros breves y fracasados proyectos similares, como el de Uturuncos, las FARN del “vasco” Bengoechea y las FAP de Taco Ralo.

La gran tragedia de las guerrillas en los ’60 fue que minusvaloraron al movimiento de masas, oponiéndose a la estrategia “clásica” inaugurada con la Revolución Rusa de impulsar la huelga general, la insurrección urbana y los soviets como vía para derrocar al capitalismo, por alguna variante de la “guerra popular prolongada”, extraída de Mao, Giap y los guerrilleros vietnamitas, y las propias teorizaciones del Che Guevara. Esto, y -en el caso particular del EGP- la falta de ayuda del régimen de Castro -algo que aparece llamado en el documental “sectarismo”, y que era la burocratización de tipo stalinista que buscaba la autopreservación de la casta gobernante, y condenaba toda iniciativa que alterara el statu quo, tal como se proponía el Che con el internacionalismo de “hacer dos, tres, muchos Vietnam”-, jugó en desmedro de la misión que se proponía Masetti -dentro de una estrategia equivocada-, que finalmente terminó de la peor manera: sin haber entrado nunca en combate, en crisis, apresada y con su dirigente desaparecido para siempre… Parecido destino al del Che, quien cayó en la selva boliviana.

Y prácticamente en paralelo emerge el movimiento de masas, urbano, proletario y juvenil; se desarrolla una acción revolucionaria enorme en una serie de países (incluida la misma Bolivia, con la Asamblea Popular de 1970-’71, o el Cordobazo, con el “aristocrático” proletariado industrial y la juventud), demostrando que el voluntarismo de la estrategia guerrillera, y la prioridad dada al campesinado y a la acción de pequeños grupos de vanguardia, estaban errados [5].


El sacrificio, la acción de la militancia revolucionaria pasada, sus triunfos y derrotas deben servir no sólo como ejemplo de rebeldía, alta moral y abnegación, sino también para extraer conclusiones que permitan mejorar y fortalecer la lucha contra el actual sistema de explotación y opresión. La palabra empeñada muestra algo de esto, en la voluntad de Masetti, pero deja muy por fuera de contexto una gran cantidad de hechos y protagonistas que permitirían entender más cabalmente las estrategias y opciones políticas puestas en juego entonces.

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