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Un debate importante sobre el FIT (Guillermo Almeyra)

En política también la forma es fondo. Por eso, lo primero que debo destacar en mi respuesta a las críticas que en La Verdad Obrera, del 19 de mayo pasado, me hacen Esteban Mercatante y Matías Maiello por el PTS o en el blog del Partido Obrero, intenta hacer Jorge Altamira, es la diferencia sideral en el tono y en la profundidad de los argumentos que hay entre ambas respuestas...

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26 de mayo 2011

En política también la forma es fondo. Por eso, lo primero que debo destacar en mi respuesta a las críticas que en La Verdad Obrera, del 19 de mayo pasado, me hacen Esteban Mercatante y Matías Maiello por el PTS o en el blog del Partido Obrero, intenta hacer Jorge Altamira, es la diferencia sideral en el tono y en la profundidad de los argumentos que hay entre ambas respuestas a la decisión de apoyar críticamente al FIT que adopté junto a otros 19 compañeros intelectuales y militantes a la vez y de muy respetable trayectoria (de los cuales, dicho sea de paso, Altamira, altaneramente, no se acuerda ya que él condesciende apenas a discutir con “un columnista de La Jornada” pero sin ni siquiera nombrarlo, es decir, escribir mi nombre).

El PTS, en cambio, no solamente publica las declaraciones en las que los Economistas de Izquierda, Rolando Astarita o el “grupo de los 20” del cual formo parte expresamos las razones del voto crítico al FIT sino que las discute fraternalmente, con altura y argumentando. Dicen, por ejemplo, los camaradas Mercatante y Maiello, que no fue solamente la represión legal gubernamental la que obligó a constituir el FIT. Aunque reconocen que eso en parte es cierto recuerdan justamente que en las dos últimas elecciones el PTS ya había convocado a realizar un acuerdo electoral en base a un programa principista que aglutinara toda la izquierda clasista de alcance nacional, (propuesta que en esas ocasiones rechazó el PO), pero eso no quita el sentido de la crítica que formulamos los que por comodidad llamaremos “los 20” en el sentido de que las propuestas de frente no deben resultar de la imposición de los plazos electorales que fija el gobierno sino de otras necesidades, mucho más importantes, de la lucha por la democracia y contra el capitalismo. En cambio, en lo que tienen razón Mercatante y Maiello es en destacar la importancia de la participación en el FIT de la corriente clasista del Sindicato Ceramista (lista Marrón) y de diversas comisiones internas y agrupaciones obreras clasistas de varios lugares del país. Aunque esa participación no basta para definir el sentido y los límites del FIT, sí es en cambio altamente esperanzadora ya que es el elemento fundamental para que la existencia del FIT –nacido de una exigencia electoral– no se limite a una campaña electoralista y sirvan para construir en el conjunto de los trabajadores una tendencia clasista en la que militen los revolucionarios socialistas que votarán por el FIT, para no perder espacios democráticos y propagar un programa clasista y también los que no lo harán, porque son rechazados por los métodos, las chicanas, los insultos y las tradiciones organizativas de los sectarios. Aunque en este momento lo que hay que hacer es lograr en un mes que más de 300 mil personas participen en las internas del FI para garantizar el derecho a elegir y ser elegidos de una franja minoritaria que, además, es la única que se presenta como anticapitalista, expondré por única vez cuáles son mis principales críticas políticas al PTS, al cual de ningún modo pongo en el mismo plano que el PO. En primer lugar, el privilegiar la muy mal llamada “trotskósfera” suponiendo así la existencia de “lazos familiares” entre todos los que hablan de Trotsky. Con el mismo criterio nominalista se podría intentar hacer un frente de todos los partidos “comunistas” (maoístas, norcoreanos, stalinistas, ligados al gobierno, como el argentino, etc.). Este es el mismo criterio erróneo (y sectario) que llevó a la Liga Comunista Revolucionaria francesa, hoy Nuevo Partido Anticapitalista, a aliarse con Lutte Ouvri˜ére y los agentes del P.Socialista y de la burguesía en el movimiento obrero, en vez de dirigirse a las nuevas izquierdas. En segundo lugar, no tener una discusión especial y didáctica con el sector que es el único protagonista potencial del cambio social en la Argentina: los trabajadores y sectores populares no socialistas, todavía influenciados por las concepciones peronistas sobre la unidad nacional a los que el PTS mete indistintamente en la “peronósfera” y califica de kirchneristas, sin hacer hincapié, en cambio, en los elementos que diferencian a esos “kirchneristas” transitorios y combativos de los bandidos del Partido Justicialista y del gobierno. Aunque también los militantes del PTS tuvieron una participación sectaria en las Asambleas Populares, considero que su error principal consiste en que ven posible siempre una alianza con gente que es profundamente diferente pero no ven que sus aliados de clase – los jóvenes obreros instintivamente clasistas- no son aún socialistas y depende del PTS acercarse a ellos separándose el máximo posible de los que, en cambio, ven como normal participar, por ejemplo, en las marchas más que reaccionarias del “ingeniero” Blumberg sobre la seguridad.

En cuanto a Jorge Altamira, da plena razón al voto crítico.

El candidato a presidente por el FIT escribe en respuesta a mi artículo en La Jornada y sin mencionar mi nombre, que figura en el mismo, diciendo que quienes llaman a votar críticamente por él y por sus compañeros serían “oportunistas” sin tomarse el trabajo de explicar por qué y qué ganarían con ese voto. Además esconde los motivos del carácter crítico del mismo y falsifica por otra parte la posición de los EDI y de “Otro camino es posible”, del cual soy uno de los integrantes, en el momento de la disputa por el artículo 125 sosteniendo que los mismos tenían una posición prokirchnerista cuando hasta el nombre de la agrupación muestra su independencia del gobierno y de las otras fuerzas burguesas. El artículo de Altamira es por lo tanto una nueva prueba de su sectarismo patológico y una comprobación más de que no se le puede dar un voto liso y llano y que hay que diferenciarse claramente de los métodos, concepciones y funcionamiento del Partido Obrero, que tanto lo han desprestigiado y que alejan del voto principista y clasista por el FIT a muchísimos militantes de izquierda independientes, honestos y combativos.

Altamira evidentemente está convencido de que los militantes del PO deben creer sin más sus palabras, porque éstas serían sagradas y definitivas y les oculta la explicación real del carácter crítico del voto al FIT que se puede encontrar en los documentos que, por el contrario, publica in extenso el blog de debate del PTS www.ips.org.ar. Si Altamira insulta a quienes, socialistas, llaman a votar por él pero sin firmarle un cheque en blanco es de imaginarse cuál es su preparación para una discusión fraterna con los trabajadores aún no socialistas que son el principal sujeto de la lucha por el cambio social en el país.

Del artículo de Altamira surge con evidencia que las declaraciones de “los veinte” y de los EDI han abierto un debate en la izquierda anticapitalista, brecha que el sectarismo quiere cerrar de entrada con el tradicional método de las deformaciones y las calumnias. Los que en otros países se presentan como ultraizquierdistas rechazando las elecciones y en Argentina no vieron nunca la necesidad de un frente (organizado democráticamente y en el que sus integrantes mantuvieran sus diferencias, tratando de aclararlas) ante cuestiones mucho más decisivas que la actual elección, no toleran ahora un apoyo por la izquierda a un instrumento que pretenden controlar. Lo que sucede en el mundo árabe y en las plazas españolas prueban que se acabó el tiempo de los gurús y de los capos de aparatos.

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