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Una oportunidad para la organización política de la vanguardia obrera inédita desde hace décadas

Para los que luchamos por la revolución obrera y socialista, la participación en las elecciones y la eventual utilización de la tribuna parlamentaria (si se obtienen diputados) sirve si permite desnudar frente a las masas las falsas promesas de las distintas opciones de la burguesía, y alentar la confianza en la acción extra-parlamentaria y la auto-organización obrera y popular.

Fredy Lizarrague

12 de mayo 2011

Una oportunidad para la organización política de la vanguardia obrera inédita desde hace décadas

1 - Para los que luchamos por la revolución obrera y socialista, la participación en las elecciones y la eventual utilización de la tribuna parlamentaria (si se obtienen diputados) sirve si permite desnudar frente a las masas las falsas promesas de las distintas opciones de la burguesía, y alentar la confianza en la acción extra-parlamentaria y la auto-organización obrera y popular, con la perspectiva estratégica de un gobierno de los trabajadores y la expropiación de los expropiadores, única forma de terminar con la explotación y la opresión. Es una táctica (término que proviene del lenguaje militar: preparar y conducir operaciones o batallas aisladas, según Clausewitz [1]) en función de la estrategia (articulación de las batallas para lograr imponer nuestro fin político al enemigo, quebrando su voluntad de resistencia, “desarmándolo”) antes mencionada, para lo cual es una herramienta insustituible un partido revolucionario e internacionalista que agrupe a la vanguardia obrera y la juventud e intelectualidad revolucionaria.
Los objetivos de cada operación aislada dependen no sólo de los fines estratégicos, sino de las condiciones particulares en las que se desarrollan.

2 - La clara defensa de la independencia política de los trabajadores y de un programa de lucha tendiente al gobierno de los trabajadores y al socialismo, y las referencias ideológicas con el marxismo revolucionario anti-stalinista y anti-socialdemocráta (“trotskista”) de los partidos que integramos el Frente de Izquierda, abren una posibilidad inédita en el país desde la caída de la última dictadura: lograr que una franja de la clase obrera y la juventud combativa se asuman como parte de la izquierda clasista en clara ruptura con el oficialismo kirchnerista/peronista, la oposición patronal y la centroizquierda conciliadora con el gran capital. La experiencia del MAS en los ’80 diluyó el apoyo que recogía Luis Zamora en amplios sectores obreros y juveniles, en las alianzas frentepopulistas con el Partido Comunista, primero en el Frente del Pueblo (’85) y luego en Izquierda Unida (desde el ’89 hasta el estallido del viejo MAS). Hubo miles de obreros y estudiantes que se reivindicaban de izquierda, pero tras una estrategia frentepopulista y electoralista. Hoy sólo quedan pequeños restos de aquella izquierda referenciada con el PC, reformista conciliadora, desmoralizados por la serie interminable de derrotas que van desde la desaparición de “la línea” (y el dinero) de Moscú hace ya 20 años hasta la reciente bochornosa división de la CTA. Unos están coptados por el gobierno (el propio PC, la CTA Yasky) y otros por la centroizquierda pro-patronal (CTA Micheli y demás aliados -vía Proyecto Sur- de los sojeros Binner y Juez, arrastrando a los restos del MST y al PCR/CCC).
En este marco de debacle de la izquierda reformista, la necesidad de quebrar la proscripción del nuevo régimen electoral llevó al Partido Obrero a aceptar ser parte del Frente de Izquierda que habíamos convocado (y conformado con las organizaciones que estuvieron de acuerdo) en las dos elecciones anteriores, surgiendo así un acuerdo electoral en base a un programa principista que aglutina toda la izquierda clasista de alcance nacional, incorporando a los dirigentes independientes de la histórica gesta de Zanon y del sindicato ceramista, el más avanzado políticamente del país.

3 - La situación política nacional no es la mejor para los trabajadores: la gran burguesía “se la lleva en pala” aprovechando el crecimiento económico, que le permite algunas concesiones económicas menores en las paritarias y que el gobierno instrumente el festival de subsidios y una red de asistencia estatal que garantice la paz social, mientras el kirchnerismo logró con una serie de iniciativas políticas (incluyendo el último “aporte a la causa” de NK, no deseado por cierto) imponerse a la oposición que lo había derrotado en el 2009, y aparecer ahora como “ganador” aglutinando a todas las alas del PJ (con la gran burguesía apostando en su interior, con Utubey, Scioli, Massa, De la Sota, Schiaretti, etc.). Sabemos que tarde o temprano el “viento de cola” económico se terminará (si vemos que Grecia o España se parecen cada vez más a la Argentina del 2001, da para pensar que puede ser pronto). Incluso aunque siga el crecimiento económico, las propias contradicciones del régimen y del gobierno pueden llevar, en el segundo mandato de CFK, a crisis políticas y choques de la lucha de clases (como lo anticipan los acontecimientos de Bolivia, donde la ultraoficialista dirección de la COB tuvo que hacerle una huelga general a “su” gobierno de Evo Morales, sin mediar una recesión económica).

La propia CFK busca adelantarse a esos acontecimientos y aprovechar el cierto conformismo que impera en las grandes masas trabajadoras (que con razón quieren consumir lo más que puedan porque históricamente estos momentos duran poco) para intentar imponer un clima reaccionario de condena a la “acción directa” (paros, cortes de ruta, etc.). La Justicia interpreta este discurso alentando los procesamientos judiciales a los delegados y dirigentes combativos. Pero los petroleros de Santa Cruz no se amedrentaron, pararon hasta conseguir sus reclamos y destituyeron a la burocracia cómplice, haciendo retroceder al gobierno. Algunas patronales, con la complicidad de la burocracia, tratan de ejercer su “derecho de propiedad” dictatorial en las fábricas despidiendo a los activistas que detectan, sobre todo cuando están desorganizados. Pero ni bien pretenden “ir más allá” y atacar un activismo organizado, se encuentran con la pared de la lucha obrera, como vimos en la gráfica Donnelley.

4 - Si la relación de fuerzas general impone una actitud defensiva frente al gobierno y las patronales en la lucha de clases, vale la pena volver a Clausewitz para recordar que defensa y ataque, si bien son formas de la guerra que tienen características específicas diferenciadas, son términos relativos, ya que la defensa absoluta (o pasiva) implica el fin de la guerra, pues un bando deja oponer resistencia. Entonces, toda defensa debe ser activa, contener aspectos de ataque, hasta que estén dadas las condiciones de pasar a la ofensiva generalizada.

La politización masiva que implican las elecciones generales, la derechización del gobierno, la debilidad de la oposición patronal y de centroizquierda, y la novedad del Frente de Izquierda y de los Trabajadores, permiten una actitud ofensiva en el terreno de la lucha política para conquistar en cada fábrica, empresa, barrio, colegio o facultad, una franja de trabajadores y estudiantes que nos apoyen y ayuden a superar el piso proscriptivo en las primarias de agosto y, si lo logramos, sean parte en octubre de la campaña de la izquierda obrera y socialista.

5 - La burocracia sindical da cuenta de su enorme desprestigio, buscando crear alas o recambios “progres” (como la que encarna Facundo Moyano, a pesar de la carga mafia/patota/Triple A que porta su apellido, en acuerdo con La Cámpora y el Movimiento Evita) que intenta dialogar con los millones de obreros y trabajadores jóvenes que rechazan al “sindicalismo tradicional” peronista (no por casualidad decidieron llamar a su formación “Juventud Sindical” a secas). Aparecen así compañeros en las fábricas y empresas que honestamente (sacando a los acomodados pichones de burócratas) defienden al gobierno “contra la derecha”, sin ver que Cristina está haciendo todo lo posible para meter más sectores de derecha en su propio gobierno y en su armado electoral.

Nos encontramos así con una disputa política que enfrenta a los delegados y comisiones internas combativas, referenciados en el Frente de Izquierda, directamente con el kirchnerismo. En la industria y en los grandes servicios (ferroviarios, aeronáuticos o colectiveros, por ejemplo) no hay representantes de la centroizquierda sojera o el sabatellismo. Quizá el único gremio donde están estas corrientes es en el de los docentes, en el Subte y un poco en estatales.

En el movimiento estudiantil universitario y secundario, con Sabbatella colgado de los K, Solanas buscando colgarse de Binner y una amplia simpatía hacia el FIT, se torna insostenible para el amplio abanico de corrientes que se reivindican de la “izquierda independiente” (Mella, FPDS, etc.) su habitual indefinición política nacional.

En las organizaciones obreras y estudiantiles que se reivindican “democráticas”, y por supuesto en las que se consideran de izquierda, una tarea básica es exigir a sus dirigentes que organicen e impulsen el debate político de cara a las elecciones, con mesas redondas o ciclos de charlas donde participen todos los partidos, y que asuman una posición de repudio explícito al intento de proscripción de la izquierda. Sobre esta base desarrollaremos la campaña de apoyo al FIT.

6 - El nuevo número del periódico obrero Nuestra Lucha, impulsado por el ala clasista del sindicalismo de base, con sus dirigentes y militantes de Zanon, Stefani y otros ceramistas; de Kraft, PepsiCo, Stani y otras alimenticias; del Subte, UTA y ferroviarios; de Donnelley y otras gráficas; de Alicorp (ex Jabón Federal) y otras jaboneras; metalúrgicos, metalmecánicos, docentes, estatales, de la salud, papeleros, del citrus, aueronáuticos, telefónicos y tantos otros, es una gran herramienta político-sindical para impulsar en forma amplia esta pelea. Muchos de sus dirigentes serán candidatos del FIT en distintas provincias. El objetivo del periódico es que los trabajadores que son parte de las agrupaciones que lo impulsan, que se cuentan por centenares en los gremios mencionados, lo tomen en sus manos como instrumento militante, para llegar a otros trabajadores, amigos y familiares, desarrollando una extensa red política que debata no sólo las experiencias de lucha y organización obrera en todo el país sino que también organice el apoyo al FIT, combatiendo las presiones a restringir la actividad sólo a los problemas sindicales. Ya el número anterior de fines de marzo fue tomado con entusiasmo por muchos compañeros y compañeras, pero fue sólo un primer paso en la difícil batalla por generar una militancia política consciente en las nuevas generaciones obreras. Los militantes del PTS ponemos todas nuestras fuerzas al servicio de extender la distribución de Nuestra Lucha y profundizar la organización de esta corriente político-sindical que construimos junto con compañeros y compañeras independientes, a la vez que organizamos el trabajo con nuestro periódico partidario, La Verdad Obrera, que desarrolla aspectos de la lucha política e ideológica de manera directamente partidaria y cuartainternacionalista, con el objetivo de construir el propio PTS con nuevos militantes y simpatizantes.

A su vez, la Juventud del PTS acaba de publicar el Manifiesto votado en la Conferencia Nacional que se realizó a fines de marzo con más de 1.000 compañeros y compañeras de todo el país, que aborda los aspectos programáticos del nuevo proyecto político impulsado. Ya están impulsando en todo el país, además de asumir como propio en el movimiento obrero el proyecto de Nuestra Lucha e impulsar las luchas y campañas específicas juveniles, la formación de comités de base del FIT en conjunto con las otras corrientes que integran el Frente. En las universidades y colegios secundarios y terciarios la lucha política con el kirchnerismo y el régimen electoral proscriptivo está comenzando a golpear, y son amplios los sectores “progresistas” que ven con simpatía al FIT y repudian el intento de proscripción de la izquierda que impone el sistema de internas abiertas con piso. La rápida y amplia adhesión a la declaración de intelectuales, docentes y personalidades de la cultura de apoyo al FIT, es una expresión del potencial de la campaña iniciada.

Por supuesto que un posicionamiento electoral es sólo una expresión elemental de consciencia política, pero como “recuento globular de fuerzas” (Engels) puede indicar si la izquierda clasista gana terreno en la vanguardia obrera y juvenil. Conquistar esta “porción de territorio al enemigo” es el desafío que nos proponemos en estos meses. Esto no “suspende”, por el contrario presupone, la clarificación fraternal de las diferencias de programa y práctica política (un aspecto esencial de la estrategia, es decir, el cómo llevar adelante la lucha por el programa) entre los integrantes del FIT, sin que esto se constituya en un obstáculo para dar la batalla en común contra el gobierno, la oposición patronal y la centroizquierda.

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