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Cultura

ACERCA DE LA OBRA TEATRAL MUNDO FABRIL (Solo en internet)

Mundo deshumanizante

¿Qué se opone a una vida tranquila, con relaciones humanas libres y solidarias, con bailes y amor, con sueños artísticos concretados; a una vida digna? La explotación en las fábricas capitalistas. Eso es lo que cuenta la obra escrita y dirigida por Roman Podolsky Mundo fabril.

Demian Paredes

15 de abril 2011

¿Qué se opone a una vida tranquila, con relaciones humanas libres y solidarias, con bailes y amor, con sueños artísticos concretados; a una vida digna? La explotación en las fábricas capitalistas. Eso es lo que cuenta la obra escrita y dirigida por Roman Podolsky Mundo fabril.

Monólogos, diálogos y situaciones que en su conjunto recuerdan, ni más ni menos, las temáticas que han mostrado grandes clásicos del cine, como Tiempos modernos (1936), o su inspiradora previa Para nosotros la libertad (1931), de René Clair. Sin embargo aquí, en Mundo fabril, con un muy buen elenco actoral, once hombres y mujeres representan algo más que una fábrica funcionando, en el sentido realista del término: los vemos como ¿los comandos, meros engranajes… mercancías? de una fábrica, en una interesante y lograda coreografía con sonido industrial que -según mi modo de ver-, al calor de los ritmos infernales de las líneas y ritmos de producción, resalta la individualidad (o mejor: la humanidad) de los obreros y obreras… sólo algunos instantes. Así lo ha explicado Podolsky en un reportaje: “La fábrica es un sustrato sobre el que transcurre la vida cotidiana, un marco para poner en contrapunto dos lógicas: la del sistema productivo con los cuerpos al servicio del trabajo, y otra que tiene que ver con el deseo de las personas y con las cosas que les pasan a pesar de ellos mismos. La primera borra la singularidad; la otra la pone en primer plano”. Incluso el director y la compañía visitaron una PYME (Cera Suiza) y PepsiCO, donde entrevistaron a supervisores y trabajadores. Y al parecer se pudo captar la “esencia” del infierno laboral: hay una escena donde un operario cae desmayado y no se repone, y todos a su alrededor comienzan a “explicarlo” como si fuera una máquina rota (que no “dura”) y no un ser humano. “Como para pensar cuánto hay de producto, de mercancía o de máquina en nosotros”, dice el director.

Las paredes de la fábrica se mueven, se reorganizan con “coreografía” propia, y accedemos entonces a los diálogos y vivencias de los obreros y obreras, de estos –en palabras del director- “sujetos deseantes”: enfermedades por intoxicación con sustancias en otros trabajos o que padecieron familiares y conocidos; la necesidad de cambiar de turno para poder ayudar al hermano menor a estudiar para un examen; la pensión por viudez que nunca llega son otros (tantos) temas que aparecen en este retrato contemporáneo.

No faltan los reclamos a un inútil delegado -que debe “sentarse a negociar, porque no es fácil: las cosas no salen de un día para el otro”-, ni el silencio “obligado” en una reunión/asamblea de una solitaria trabajadora tercerizada.

¿Y el peronismo? Otra actriz -una que sueña con desarrollar un “microemprendimiento”- deja picando la pregunta de “qué tendrá que ver” con la vida que ellos llevan esta adhesión política del abuelo y el padre. O la reflexión de un obrero acerca de cómo superexplotan en las fábricas de China, Vietnam o Corea, sin dejar de señalar que nosotros, de eso, “tan lejos, no estamos”.


Mundo fabril (http://mundofabril.blogspot.com/) se puede ver los lunes, a las 21 hs., en el Teatro del Abasto (Humahuaca 3549).

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