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EDITORIAL

¿Quién les cree a Clarín y a Moyano?

Hugo Moyano sostuvo que el acto del 29 de abril que prepara la CGT “será una prueba de fuego. Hay que reventar la avenida 9 de Julio. Vamos a demostrar a quienes nos atacan si nos creen a los trabajadores o a Clarín".

Ruth Werner

7 de abril 2011

¿Quién les cree a Clarín y a Moyano?

Hugo Moyano sostuvo que el acto del 29 de abril que prepara la CGT “será una prueba de fuego. Hay que reventar la avenida 9 de Julio. Vamos a demostrar a quienes nos atacan si nos creen a los trabajadores o a Clarín".

Con el objetivo de presionar al gobierno para imponer más “hombres” del aparato sindical en las listas del Frente para la Victoria en la campaña por la reelección de Cristina, Moyano necesita recuperar credibilidad y elige como adversario al, también desprestigiado, Grupo Clarín que aparece cada vez más como una maquinaria de propaganda para defender sus negocios. Cada vez se les cree menos a unos y a otros.

La trampa de la cámara oculta que la gerencia de Clarín le tendió a los delegados de AGR, amigos de Facundo Moyano de la Juventud Sindical Peronista, que encabezaron el bloqueo a la edición dominical del diario, fue otro golpe para la burocracia sindical. Más allá de la edición recortada del video que apareció por TN, los delegados Siri y Quiroz quedaron escrachados. Los delegados cegetistas no tuvieron problema en ofertarle a “La Corpo” (como denomina a Clarín el kirchnerismo) una suerte de “paz social” a cambio de sus propios beneficios, es decir, renunciar a la lucha para dejarle a la empresa el camino libre a sus prácticas antisindicales (ver nota).

Más allá de este caso particular, el hecho desenmascara que el aparato de la CGT cuenta con este último eslabón de miles de pequeños burócratas (que nutrirán las columnas con las que Moyano piensa “reventar” la 9 de julio) que actúan sobre los lugares de trabajo de gremios como camioneros, UPCN, la UOM, la UOCRA o el SMATA que no responden a la base trabajadora y, por el contrario, son vistos por esta como “los delegados del sindicato” que transan con la patronal y en su propio beneficio.

Aunque no lo registre ninguna cámara oculta, reuniones entre burócratas y empresarios existen todos los días. El caso de persecución al delegado Hernán Puddu del FIAT IVECO que denunciamos en este número muestra la evidente alianza entre la patronal de Cristiano Ratazzi y la burocracia de Omar Dragún del SMATA Córdoba.

Esa trenza actuó en diciembre de 2009, cuando la crisis mundial golpeaba la industria automotriz del país, para dejar en la calle a 350 contratados de la empresa que hoy es sponsor oficial del “Fútbol para Todos”. Hoy, en pleno boom automotriz, los delegados pro-patronales que responden a la burocracia del SMATA se encargan de negociar el reparto de las horas extras para los que se “salvaron”, que hoy trabajan el doble cubriendo las funciones de los que fueron echados. No viene mal recordar cómo actuará la burocracia cuando vuelvan los tiempos de “vacas flacas” y dirán que es inevitable “ajustarse”.

Este es el “modelo” real que Cristina Kirchner acaba de reivindicar en el acto de Córdoba junto a los gobernadores de las multinacionales automotrices, como lo son De la Sota y Schiaretti, quien, además, fue gerente de Fiat en Brasil durante la dictadura.

Defender a los delegados de base y activistas perseguidos

El ataque a Puddú es parte de una ofensiva más general contra los luchadores. La cruzada incluye despidos, como el de la autopartista Pilkington contra Rubén “Ronal” por hacer respetar los ritmos de producción acordados por la Comisión Interna e integrar la Asociación Mutual de Trabajadores de la fábrica; la expulsión por parte de la burocracia de la UOM Campana de Guillermo Bentancourt por encabezar la movilización contra la patronal de Siderca; el desafuero al delegado de base Víctor Ottoboni de FATE por realizar un piquete por aumento salarial; los sumarios en el INDEC contra los activistas e integrantes de la Comisión Interna de ATE que denunciaron a la intervención de Moreno, la patota de UPCN y los índices truchos. Mientras tanto sigue creciendo la lista de procesados por luchar. Contra este ataque que busca barrer a los delegados de base insistimos en el llamado que venimos proponiendo desde el PTS y su Juventud trabajadora-estudiantil a toda la izquierda, a las organizaciones del sindicalismo de base y a los organismos de Derechos Humanos con quienes marchamos el pasado 24 de marzo: hay que lanzar ya una campaña nacional en defensa de los perseguidos por luchar. Delegados que no se venden, se defienden.

Burocraticidas

“El mandato de los miembros de la Comisión Directiva es de tres (3) años. Partiendo del principio de la rotación, donde todo dirigente debe volver a su puesto de trabajo, los miembros que hubiesen estado rentados o realizando tareas políticas, gremiales o administrativas fuera de su puesto de trabajo por más de la mitad del mandato podrán ser reelegidos. Pero durante el mandato siguiente no podrán estar rentados y podrán realizar tareas políticas, gremiales o administrativas luego de su horario de trabajo”.

Este es un artículo clave del Estatuto del Sindicato Ceramista de Neuquén, que fue recuperado por los trabajadores a partir de la experiencia de Zanon bajo control obrero, para combatir la burocratización. El estatuto no es “letra muerta” sino que ha sido puesto en práctica, y los fundadores del sindicato como Alejandro López y Raúl Godoy, entre otros, hoy están en las líneas de producción. Este es un punto de apoyo fundamental para una de las grandes peleas que tiene planteada la vanguardia obrera y que evoca las mejores tradiciones del movimiento obrero argentino. La de los anarquistas del principio del siglo XX que preferían morirse de hambre antes que tocar un centavo del dinero del sindicato. La de los delegados clasistas de los ‘70 que ante los despidos rechazaban las indemnizaciones y seguían luchando junto a sus compañeros por la reincorporación.

La segunda bandera de lucha contra la burocratización es la independencia política de los trabajadores. Esto no significa que los trabajadores se mantengan al margen de la política, sino, por el contrario, que encaren una lucha política contra los capitalistas, los grandes corruptores de una capa acomodada que sale del movimiento obrero para convertirse en un agente de la patronal, la burocracia sindical. Una lucha consecuente contra los patrones, sus partidos y su Estado: por un partido propio de la clase trabajadora, dirigente de todos los explotados.

En este sentido, es que desde el PTS impulsamos una corriente obrera militante junto a los sectores clasistas del sindicalismo de base con el periódico Nuestra Lucha y peleamos por presentar en estas elecciones un frente que postule candidatos trabajadores junto a los principales referentes socialistas y de la izquierda.

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