Distinto a los delegados afines a la CGT, como el de AGR-Clarín que pidió plata para “dar un paso al costado” en la lucha, los delegados clasistas, que no se venden, son atacados por las patronales y la burocracia sindical por defender a los trabajadores. Hernán Puddu (foto) de FIAT-IVECO de Córdoba es un ejemplo de ello. Por no aceptar el despido de contratados la patronal de Ratazzi lo acaba de despedir, la burocracia de Omar Dragún del Smata lo persigue con la expulsión del sindicato y ahora le manda la patota para impedir el apoyo de los obreros a su causa. Necesitamos una campaña nacional de defensa de los perseguidos por luchar impulsada por los organismos de derechos humanos, el sindicalismo de base y la izquierda.