No es sólo el Grupo Clarín el que ataca con prácticas anti-sindicales, también las alimenticias como los yanquis de Kraft y Pepsico, y metalúrgicas como
las de Techint. Moyano y la CGT disputan un lugar bajo el sol de la reelección de Cristina y los jóvenes K ocupan puestos en los directorios de las empresas, mientras las patronales, en su mayoría multinacionales, arremeten con despidos discriminatorios de activistas en las fábricas y con procesos judiciales a los delegados de base. Necesitamos una campaña nacional de defensa común impulsada por los organismos de derechos humanos, el sindicalismo de base y la izquierda.