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Los K siguen honrando la deuda

Mientras se sucedían reclamos por cierta ausencia de dinero en los cajeros de algunos bancos, y la oposición patronal sobredimensionaba la desidia del gobierno para agitar los fantasmas del corralito, el Banco Central reunió a su directorio y aprobó la utilización de u$s 7.500 millones para los pagos de la deuda.

Pablo Anino

13 de enero 2011

Los K siguen honrando la deuda

Mientras se sucedían reclamos por cierta ausencia de dinero en los cajeros de algunos bancos, y la oposición patronal sobredimensionaba la desidia del gobierno para agitar los fantasmas del corralito, el Banco Central reunió a su directorio y aprobó la utilización de u$s 7.500 millones para los pagos de la deuda.

Otra “herencia” del neoliberalismo

En diciembre de 2001 en el medio de las jornadas revolucionarias se impuso el default de la deuda. Para la burguesía significó una medida transitoria para superar la crisis.

Antecedida por la regularización y restructuración de pagos con organismos multilaterales (FMI, Banco Mundial, BID) en 2005 se produjo un canje de títulos con una quita de alrededor del 75%. Para muchos de los tenedores de títulos la quita no fue tal en tanto habían comprado los bonos desvalorizados a quienes huían de papeles de un país en quiebra. Una parte menor de los especuladores (alrededor del 25% del total de títulos) optó por no entrar en el canje y mantener litigios en diversos tribunales del mundo, como el de Nueva York.

En 2005 también se canceló la totalidad de la deuda con el FMI con el uso de reservas (u$s 10.000 millones). La deuda quedó en ese entonces en alrededor de u$s 130.000 millones. Había otros u$s 27.000 entre los bonistas que no ingresaron al canje y la deuda con el Club de París.

Volver a los “mercados”

Al permanecer una parte de la deuda en situación de default, el gobierno tuvo dificultades para colocar títulos en los “mercados”. Frente a esto practicó diversas formas de obtener financiamiento. En su momento fueron los préstamos de Venezuela. Luego buscó el aumento de retenciones a las exportaciones de soja, pero con la derrota en el conflicto agrario de 2008 se vio limitado de usar este mecanismo. Es así que nacionalizó las AFJP. Los recursos obtenidos de la recaudación previsional y con los fondos acumulados en el sistema jubilatorio constituyeron una gran masa de recursos a cambio de los cuales el gobierno coloca títulos en la ANSES. El sistema de reparto no actúa a favor de los jubilados, sino para repartirle dinero a los especuladores. Por eso la pérdida de relevancia de los organismos multilaterales en el financiamiento ha llevado a que la mitad de la deuda esté en manos del propio estado al costo de las bajas jubilaciones y de generar las condiciones para futuras crisis en el sistema de reparto. Por último, la situación internacional favorable permitió la acumulación de reservas en el Banco Central que volvieron a utilizarse en 2010 para el pago de la deuda mediante el Fondo de Desendeudamiento.

Un nuevo canje se hizo en 2010 de la mano de Boudou, de tres grandes bancos multinacionales (Barclays, Citibank y Deutsche) y con la aprobación por parte de la Securities and Exchange Commission (SEC), entidad que regula el mercado financiero en los EE.UU.. Entre los principales beneficiados se encontraban fondos buitres que estuvieron comprando los títulos desvalorizados (llegaron a alrededor del 10% de su valor nominal). El gobierno ocultó a los “buitres” detrás de supuestos pequeños ahorristas, como jubilados italianos, que fueron minoritarios en la operación.

La necesidad del gobierno de regularizar toda la deuda para volver a los “mercados” tiene que ver con que los límites al acceso al financiamiento hacen que el estado no pueda contar con un mecanismo fundamental en el capitalismo. Este límite incluso se transmite a las propias empresas que actúan localmente que también tienen inconvenientes para fondearse internacionalmente. Por eso el gobierno también anunció un inició de acuerdo con el Club de París, visto bueno de EE.UU. mediante, para completar la tarea de regularizar todas las deudas.

Una carga insoportable para los trabajadores

A pesar de las sucesivas reestructuraciones, los límites para acceder a los mercados de financiamiento y de todos los pagos realizados, los intereses y capital de la deuda se llevan anualmente un promedio del 10% del PBI (de la riqueza generada por los trabajadores). A la vez, los intereses de la deuda significan alrededor del 10% del presupuesto público. Desde el canje del 2005 la deuda regularizada (sin contar la deuda que continúa en default) pasó de ser algo menor a los u$s 130.000 millones a más de u$s 160.000 millones en Septiembre de 2010. Por eso es una falacia el famoso “desendeudamiento”. La deuda sigue actuando como mecanismo de expoliación imperialista y juega un rol clave para que las empresas extranjeras se lleven las ganancias del país, para que se fuguen capitales y para imponer condiciones de carácter antiobrero.

Los K honran el pago de la deuda, y la oposición burguesa y el establishment económico tienen acuerdo en esto. Incluso plantean como una cuenta pendiente la regularización con el Club de París porque atenta contra la “seguridad jurídica”. A pesar de críticas formales, apoyaron ambos canjes. Ahora, apenas insinuaron un rechazo a la reedición del Fondo Desendeudamiento por cuestiones de procedimiento o porque preferirían que los recursos se saquen de otro lado. Solo la movilización masiva de los trabajadores y el pueblo pobre podrá imponer el no pago de toda la deuda para acabar con esta expoliación.

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