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Los K y las privatizadas: un “casamiento” sin muchas luces

El día de su casamiento (23/12) Julio De Vido sufrió un hecho que lo iluminó sobre los días que vendrían. A cinco minutos de iniciado su casamiento en segundas nupcias un corte generalizado del servicio eléctrico en Zárate dejó el registro civil a oscuras. Los presentes empezaron a transpirar.

Pablo Anino

6 de enero 2011

Los K y las privatizadas: un “casamiento” sin muchas luces

El día de su casamiento (23/12) Julio De Vido sufrió un hecho que lo iluminó sobre los días que vendrían. A cinco minutos de iniciado su casamiento en segundas nupcias un corte generalizado del servicio eléctrico en Zárate dejó el registro civil a oscuras. Los presentes empezaron a transpirar. Luego los cortes de luz se sucederían en distintos puntos de la Capital, en varias ciudades del Gran Buenos Aires y del Gran La Plata, haciendo transpirar a gran cantidad de usuarios en medio del verano.

Ante esta situación el Ministerio de Planificación tomó la iniciativa de realizar una auditoría a Edesur, Edenor y Edelap para analizar los reclamos realizados por los usuarios, ver en qué medida las empresas cumplieron con las inversiones, además de establecer qué cantidad de personal está destinado para responder a los usuarios, como está siendo realizado el mantenimiento de equipos, etc. El grado de desidia de las empresas será establecido en números recién en un mes, pero mientras en las calles los usuarios ya dieron su veredicto.

Desarticulación energética, subsidios, desinversión, cortes… y muchas ganancias

Desde la privatización de SEGBA el sistema eléctrico quedó fraccionado en empresas dedicadas a la generación de energía eléctrica, otras a su transporte y, por último, las que se encargan de la distribución. En este último segmento es donde operan Edesur, Edenor y Edelap, las involucradas de forma directa en los cortes. Pero los cortes además de ser responsabilidad de las empresas que no muestran ningún interés en realizar inversiones mínimas para el mantenimiento de la red tienen como trasfondo la propia desarticulación del sistema eléctrico.

Es que la mayor influencia del “mercado” en la política energética trajo como resultado una evolución cada vez más anárquica de los diversos componentes del sistema. Mucho menos existe alguna articulación entre la evolución del sistema eléctrico y la dinámica del conjunto de la economía. El gobierno se jacta en estos días que la economía creció más del 80% desde el 2002, pero la potencia instalada para producir energía (ver gráfico) solo se incrementó un 7% en el mismo período. A su vez, el consumo de energía aumentó un 38% entre el 2002 y 2008 (último año con datos). Esto implica una mayor carga de generación sobre una potencia que crece lentamente. Por eso no es como dice De Vido que el problema es sólo la distribución. Durante el kirchnerismo el incremento de la potencia instalada es incluso menor que durante el gobierno de Alfonsín cuando se practicaban los cortes programados.

Por otro lado, desde 2005 para intentar controlar la inflación el gobierno fue estableciendo un esquema de subsidios a las empresas de servicios públicos para no subir tarifas. La inflación continuó su escalada, pero mucho más subió los subsidios a las empresas de energía que en el 2010 superarían los $20.000 millones. Las multas que aplica el Ente Regulador de la Energía Eléctrica por los cortes, además que las empresas no las pagan, resultan ridículas ante la enormidad de lo que reciben en subsidios.

Todo esto ha redundado en grandes ganancias. Según el Instituto Argentino de Mercado de Capitales hasta el 3° trimestre de 2010 las operadoras de la generación habían incrementado sus ganancias un 253% en relación al 2009. Las distribuidoras también ganan: “Edesur quiere mandar sus ganancias por $ 185 millones a los accionistas […] Según la agencia Fitch, Edesur factura $ 2.233 millones anuales, con una ganancia antes de impuestos de $ 302 millones (bajó 25% con respecto a los $ 403 millones de rédito de 2009).” (Clarín, 5/1/2011). Es más, como algunas como Electroingeniería (amiga de los K) actúan tanto en la generación como en el transporte, a través de Transener, obtienen ganancias por ambos lados. Más cuando la inversión en generación por lo general va atada a grandes obras públicas como Yaciretá que cuenta con los recursos del Ministerio de Planificación.

En las ganancias la clave fue la mayor explotación de los trabajadores de la energía. Otro pilar del neoliberalismo intocado por los K pervive en la precarización y flexibilización laboral. A una gran cantidad de contratistas tercerizados, que además de tener malos salarios no están incorporados en la planta permanente como deberían, se suma que cada trabajador de la energía soporta una carga mayor de tareas. Por ejemplo, en Edenor la relación de clientes por empleado pasó de 858 a 998 entre el 2002 y el 2007 y los MWh vendidos por empleado pasaron de 5.020 a 7.231.

Aunque las tarifas se encuentran bajas en términos comparativos sufrieron subas en varias oportunidades. Pero esto lejos de ser una política para beneficiar a los usuarios es una política en beneficio del conjunto de los capitalistas que en sus fábricas consumen una gran parte de la energía total. Además, la contención de las tarifas de los hogares siempre fue en función de frenar los aumentos salariales.

En todos estos años el kirchnerismo no ha tocado lo esencial de la privatización del sistema energético. Simplemente ha emparchado el sistema para garantizar las ganancias empresarias. El escaso avance del potencial de generación ha llevado a la necesidad de importar energía, unos 4.500 millones de dólares en 2010, afectando incluso uno de los pilares del esquema económico K: el superávit en el comercio exterior.

Redistribución “nacional y popular” de los negocios y “mercado”

El sistema eléctrico del neoliberalismo el kirchnerismo nunca se propuso cambiarlo, ahora ante los problemas ha lanzado una serie de presiones sobre las empresas de distribución con auditorías y multas para abrir la posibilidad de que un empresario “nacional y popular” se cuele como accionista. Se mencionan entre los candidatos a la empresa Electroingeniería, a Eduardo Eurnekián, al “apostador” Cristóbal López y hasta al último jefe de Gabinete de De la Rúa, Chrystian Colombo, dueño de la Empresa de Energía de Río Negro S.A.. Si avanzará este último se daría la paradoja que los K traerían para calmar a los usuarios que cacerolean a uno de los funcionarios que contribuyó el cacerolazo más grande de la historia del país. Sería otro paso en la “distribución”… de los negocios entre los empresarios amigos.

Esta perspectiva es alentada por el dirigente de Luz y Fuerza, Oscar Lescano, quien dijo a la radio que: “Yo no estoy de acuerdo con una estatización (de Edesur). La estatización va a traer desbordes de todo tipo, va a haber problemas de todo tipo, no me gusta. Me gusta que sean privados, pero me gustaría que sean argentinos, que sean empresarios argentinos, no empresarios extranjeros.” (Clarín, 5/1/2011). Esto no sólo es una muestra que el “gordo” Lescano prefiere a los empresarios, ni siquiera de su temor a que una eventual estatización abra la discusión entre los trabajadores de quién gestionaría la empresa (si hasta capaz que se les ocurre que ellos mismo podrían), sino que además, muestra la defensa férrea de las acciones que se quedó cuando facilitó las privatizaciones en los ’90.

Esta opción “nacional y popular” ya fue jugada por el gobierno con el ingreso de Eskenazi como accionista de YPF a lo que siguió la escalada de los precios de las naftas para mejorar el esquema de ganancias de los accionistas locales y extranjeros.

Desde la oposición patronal y mediática se dejaron oír las voces de aquellos que plantean eliminar los subsidios. Aunque no de forma explícita la crítica a los subsidios es seguida del planteo que sea el “mercado” el que determine las tarifas. Los usuarios populares y trabajadores tenemos que estar alertas ante esto porque lleva directo a la suba. Es que con las tarifas contenidas se estaría desincentivando la inversión. Esto es una falacia cuando la inversión crece escasa o lentamente en muchas ramas productivas donde el “mercado” sí define los precios. El reclamo de fondo de estos sectores, es que suban las tarifas para que estén a “nivel internacional” las ganancias.

En lo esencial de mantener las privatizaciones y la desarticulación del sistema eléctrico todos, oficialistas y opositores, están de acuerdo.

Un programa obrero

Lo que se puso de manifiesto con los cortes de luz son los problemas estructurales que el “progresismo” argentino no pudo resolver. En la distribución de electricidad los capitales italianos controlan Edesur y los yanquis a Edelap. Por eso, además de hacerse visible la continuidad de lo esencial de las privatizaciones, la desarticulación del sistema junto con la precarización y flexibilización laboral, los cortes de luz son una muestra ostensible de la preponderancia del capital imperialista en el control de los recursos estratégicos del país. Los límites que ha alcanzado la producción de electricidad tienen que ver con una clase capitalista cada vez más desligada de los intereses nacionales. Esto también ocurre en la producción de energía en general, en los recursos mineros y en gran parte de los negocios agropecuarios e industriales. Es decir, en lo fundamental del aparato productivo del país.

Frente a esto la única respuesta puede venir desde los trabajadores planteando la nacionalización y estatización de todos los recursos del sistema eléctrico para que sean integrados en un plan único bajo gestión de los trabajadores, con control de las organizaciones obreras y comités de usuarios populares. Contra el planteo de eliminar los subsidios y subir las tarifas, hay que acabar con las grandes ganancias de los capitalistas para destinar esos recursos a la ampliación de la infraestructura y de la generación eléctrica.
También está planteada la lucha por tarifas reducidas o gratuitas para todos los usuarios trabajadores y el pueblo pobre, y el incremento a las grandes empresas consumidoras de electricidad. A la vez, es urgente el pase a planta de todos los trabajadores tercerizados y terminar con las condiciones de flexibilidad laboral en las empresas.

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