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Entre los guiños a Angela y los rumores de Dilma

“Mi generación creció con el redoblante de las marchas contra el FMI y la deuda externa como bandera política”, dijo Cristina Kirchner cerca del Muro de Berlín. En cambio, podría agregar, a nuestros jóvenes K de hoy los formamos bajo la idea de que pagar a los acreedores imperialistas es una gesta revolucionaria, como supo decir Moyano.

Manolo Romano

7 de octubre 2010

“Mi generación creció con el redoblante de las marchas contra el FMI y la deuda externa como bandera política”, dijo Cristina Kirchner cerca del Muro de Berlín. En cambio, podría agregar, a nuestros jóvenes K de hoy los formamos bajo la idea de que pagar a los acreedores imperialistas es una gesta revolucionaria, como supo decir Moyano.

“La vocación de la Argentina es pagar sus deudas” declaró la presidenta en Alemania, haciéndole la venia a la potencia europea de mayor peso entre los acreedores del Club de Paris. No faltarán 6,7,8 periodistas que lo muestren como un acto de soberanía porque rechaza el monitoreo directo del FMI. Cristina almorzó con la canciller ˜ángela Merkel y pidió una “renegociación” de los 6.700 millones de dólares que adeuda el país a ese organismo de usureros internacionales. Una carta que pretenden tener en su mano los K en esa re-negociación es “la situación de las empresas de los países que integran el Club de Paris que se ven beneficiadas con promociones fiscales en Argentina y que giran sus ganancias al exterior”.
Es decir, que pretenden que la jefa del Estado Alemán, que se ha mostrado dispuesta a impulsar brutales ajustes fiscales en los países de Europa para salvar la salud de sus empresas exportadoras, contemple que la casa matriz de Volkswagen o Mercedes Benz descuenten una parte de la deuda del Estado “nacional y popular” que ha sostenido con subsidios y RePro, los salarios que las multinacionales automotrices se negaban a pagar en los temblores de la crisis del 2009.

Aunque hoy los altos precios internacionales de las materias primas, como la soja, y el crecimiento de Brasil donde se exporta la mitad de la producción de autos, son lo que sigue sosteniendo el crecimiento, la vuelta de la crisis puede no estar lejana. Los alertas de una devaluación en Brasil luego que, definitivamente, Lula asegure en la segunda vuelta electoral el continuismo de su gobierno en Dilma Rousseff, significarían un primer golpe. Su Ministro de Finanzas, Guido Mantega, declaró que: “Estamos en medio de una guerra monetaria internacional, un debilitamiento general de la moneda. Esto nos pone en peligro porque nos quita competitividad”.

El dólar cayó cerca del 25% frente a la moneda de Brasil, el real, desde principios del año pasado, perjudicando las exportaciones brasileras. Una devaluación de Brasil obligaría, al gobierno argentino a hacer un ajuste devaluatorio, para mantener la competitividad exportadora y la recaudación estatal para pagar la deuda. Es impensable que esto no multiplique la actual inflación y la pérdida del salario real. Los Kirchner tratarán de evitarlo en un año electoral o, si no les queda remedio, intentarán hacerlo mediante un pacto con empresarios y sindicatos que fije precios y salarios. Como sea, las perspectivas están lejos de la ilusión que intenta recrear Moyano de llegar al “50 y 50” en el reparto de la renta, o “participar (del 10% de) las ganancias de las empresas” como propone el proyecto de Ley del diputado Recalde. Se terminó el momento donde se podían conseguir concesiones, o mantener anteriores conquistas, sin luchas muy duras. La solución del “proyecto nacional” en Paraná Metal, muestra los acuerdos que vendrán con los empresarios y la burocracia de los sindicatos si la crisis golpea de nuevo a la gran industria con este gobierno.

El otro proyecto patronal en danza, aunque no tiene un candidato sólido para las presidenciales del 2011, implica un ajuste directo como reclama la patronal agraria con la baja de las retenciones y el consiguiente recorte del gasto fiscal. Aunque hoy sigan obteniendo altas ganancias, las grandes patronales buscan sacarse a los Kirchner de encima, porque creen ya innecesario mantener un gobierno que vino a desviar las demandas del 2001, que necesita hacer concesiones para mantener su alianza con la CGT, y porque, ante el panorama internacional, se preparan políticamente para tiempos de crisis. “Los Kirchner se van a ir con la cola entre las patas”, alardeó Duhalde en una reunión junto a Martín Redrado, el titular del sindicato de trabajadores rurales Gerónimo Venegas, y el jefe de la CGT Azul y Blanca, Luis Barrionuevo. A falta de candidato propio con posibilidades ganadoras, la esperanza del Peronismo Federal, está en llegar a una segunda vuelta donde se reunifique todo el arco opositor que se mostró aliado a la Mesa de Enlace Agraria en el 2008. El llamado “gobierno de unidad nacional”, donde el peronismo de derecha aporte ministros o asesores “con experiencia de gestión” para blindar a los siempre endebles gobiernos radicales, como el que se postula con el acercamiento de Ricardo Alfonsín y Julio Cobos.

Esta apuesta está basada en que se expresarán contra el gobierno las clases agrarias y medias que entraron en acción en el 2008, y votaron contra el gobierno en el 2009. En el flanco de centroizquierda de este mismo arco, Proyecto Sur de Pino Solanas, aliado de la Federación Agraria y que lleva de las narices al PCR y al MST, puede ser utilizado por la oposición mediática contra los K, como la burguesía opositora de Brasil promocionó a Marina Silva del Partido Verde para impedir el triunfo de Dilma, la candidata de Lula, en primera vuelta. Por su parte, los Kirchner tratan de contrarrestar la decadencia de su ciclo político utilizando a su favor el crecimiento económico y las expectativas de amplios sectores de masas trabajadoras en mejoras evolutivas.

En estos escenarios políticos de final abierto, donde ninguno de los proyectos patronales logra imponer su hegemonía, se inscribe la reciente decisión de la Corte Suprema ante la pelea entre Clarín y gobierno. El tribunal intenta ponerse por arriba y arbitrar, estirando los plazos para que Clarín se desprenda de sus licencias, pero hasta “límites razonables” es decir reconociendo la Ley de Medios, incluyendo el artículo 161 en disputa. Una especie de ‘bonapartismo judicial’, que no falla categóricamente por ninguno de los bandos que no han resuelto la pelea ni en las elecciones del 2011 ni en la relación de fuerzas, y busca preservarse, como institución capaz de garantizar salidas que sean vistas como “imparciales” ante crisis políticas más agudas.

La única perspectiva realista es la preparación de una fuerza política independiente para enfrentar los proyectos que se están alistando contra los trabajadores y el pueblo, que pondrán en claro que la verdadera contradicción es la que se arrastra sin resolverse desde el 2001, y no está entre los dos proyectos patronales en disputa, sino entre los partidos de los capitalistas y las aspiraciones igualitarias de masas que chocarán, una vez más, contra ellos. Aún en medio de la relativa estabilidad económica actual, esas tendencias se han venido expresando incipientemente en el sindicalismo de base, como en las luchas del Subte o de Kraft, donde hemos contribuido a organizar el Plenario de Trabajadores Clasistas y, ahora, crecientemente en el movimiento estudiantil que sigue dando batalla a la izquierda del kirchnerismo y la centroizquierda en la Capital y ha surgido con fuerza en Córdoba.

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