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Cultura

IMPERDIBLE RETROSPECTIVA EN EL CENTRO CULTURAL RECOLETA (Nota exclusiva en internet)

Iommi o “el filo” del arte

Cuando un artista cambia, cada década o década y media, a lo largo de toda su trayectoria, sus obras en forma y contenido, podemos decir que estamos ante un auténtico artista; un creador que, contra las corrientes en boga (comerciales), las modas y el conformismo, revoluciona constantemente su obra, buscando ligarla a la vida y a la conciencia del ser humano. Un artista de estas características es sin duda Enio Iommi (n. 1926).

Demian Paredes

23 de septiembre 2010

Cuando un artista cambia, cada década o década y media, a lo largo de toda su trayectoria, sus obras en forma y contenido, podemos decir que estamos ante un auténtico artista; un creador que, contra las corrientes en boga (comerciales), las modas y el conformismo, revoluciona constantemente su obra, buscando ligarla a la vida y a la conciencia del ser humano. Un artista de estas características es sin duda Enio Iommi (n. 1926).

Pionero del llamado “arte concreto” –una de las corrientes artísticas de vanguardia de la década de 1940-, Iommi comenzó con su geometría artística (las “líneas” en el espacio), con materiales provenientes del desarrollo industrial –alambres con alguna base de material “tosco” como la piedra o madera-, para pasar luego a mostrar los “espacios”, pero ya desde los planos “intervenidos” (cortados y articulados) por el artista. Como explicó en un reportaje “Lo que hay que ver en mis obras es cómo yo compongo el espacio, cómo penetra, cómo sale y cómo está puesto adentro de las líneas, de los planos o de la masa” [2].

Iommi aludió luego, desde mediados/fines de los ’70, desde la muestra “Adiós a una época. 1948-1977 al 2000”, a la violencia de la dictadura (con armatostes y dispositivos hechos con alambres, adoquines, maderas)[3] mostrando un “espacio dramático” (Iommi dixit), para seguir luego en los ’80 y ’90 con las “descomposiciones” de objetos de la vida cotidiana: pavas, regaderas, cafeteras, baldes y palanganas, para mostrar el espacio que había allí dentro; y con los lúdicos “ensamblajes” –o assemblage escultóricos- con deshechos varios (cartón, madera), juguetes, etc., metaforizando si se quiere el “estado de la sociedad” que dejó el menemismo –y el neoliberalismo en todo el mundo-.

Una tarde de domingo, a pocos días de inaugurada la muestra, el mismo Iommi estuvo acompañando al público en su retrospectiva –que cuenta con más de sesenta obras-, guiando en cada sector de la muestra, comentando algunos de los sentidos de sus obras, su contexto histórico y algunas anécdotas. También fustigó y renegó de algunos conceptos como el de “arte argentino” o “arte latinoamericano”, que son sólo etiquetas comerciales; de la juventud, que ya no reconoce “maestros” para así buscar ser “originales”, “pioneros”, y vender. Y también hizo una defensa del arte desde una concepción internacional, anti-comercial y, esencialmente, comunicativa.

También planteó –como lo viene haciendo hace algunos años- que el futuro del arte, si quiere renovarse, no repetirse (degradando la actividad del artista a la de un mero “artesano” que repite lo ya hecho), está en que se alíe a la ciencia: y que por ello él concurre seguido a la Comisión de energía atómica para buscar inspiración, conociendo cómo se manipula la energía y el espacio… Aquella fue una interesante e instructiva charla de un artista verdaderamente imparable (e imperdible).

Iommi, además de escultor concreto es un artista político en permanente movimiento y búsqueda de libertad creativa y expresiva.


La exposición de Enio Iommi “El filo del espacio. Obras 1945-2010”, se encuentra en la Sala Cronopios del CCR (Junín 1930), hasta el 24 de octubre, con entrada libre y gratuita.

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