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BASTA DE TERCERIZACION LABORAL. TODOS A PLANTA PERMANENTE.

Abajo las leyes esclavistas de las privatizadas

Está claro que la seguridad jurídica "de los 90" se asentó sobre un masivo fraude laboral contra los trabajadores. Pero es evidente también que de ese “fraude” se siguen valiendo todos los empresarios bajo el kirchnerismo.

Lucho Aguilar

19 de agosto 2010

La respuesta a la reunión de la UIA y la AEA que reclamó “seguridad jurídica” y “previsibilidad” al gobierno para seguir haciendo buenos negocios corrió más bien por la vía de los medios oficialistas. Horacio Verbitsky los atacó desde Página 12 acusándolos de “neoliberales” señalando que “en aquellos años 90 fue afectada la seguridad jurídica de los trabajadores, con beneplácito de los hombres de negocios que extrajeron de esa situación enormes beneficios” (15/7). El periodista se refiere a toda la serie de calamidades que el menemismo trajo para la clase trabajadora: trabajo en negro, flexibilidad laboral, pérdida de conquistas, caída de los convenios que regían desde el año 1975. La denuncia está hecha para defender al gobierno de los Kirchner a quien quiere ubicar como el campeón de “reponer” los derechos de los trabajadores. Vayamos entonces a los hechos, y a los números...

Está claro que la seguridad jurídica "de los 90" se asentó sobre un masivo fraude laboral contra los trabajadores. Pero es evidente también que de ese “fraude” se siguen valiendo todos los empresarios bajo el kirchnerismo. Esa seguridad jurídica la siguen teniendo.

Los partidarios del gobierno suelen reivindicar que con su gestión volvieron las paritarias. Lo primero a decir es que esto ni siquiera es así para gran parte de la clase trabajadora, la que está en negro, casi el 40% de la clase trabajadora, cuyas tres cuartas partes ni siquiera llega al salario mínimo de $1500. Verbitsky denuncia el trabajo en negro bajo el menemismo pero de esto se calla la boca.

Repasando los convenios que se han firmado durante el kirchnerismo lo que salta a la vista es que buena parte de ellos han contenido cláusulas que han afectado las condiciones de trabajo... para peor. Un estudio del Observatorio Jurídico Social desnuda que de los 547 convenios firmados entre 2003 y 2007, 259 contienen algún tipo de cláusula que flexibiliza el tiempo de trabajo. Muchos de estos convenios tienen más de un artículo flexibilizador. En 123 se prevé el fraccionamiento de las vacaciones, 181 contemplan la rotación de turnos de trabajo, 37 aceptan jornadas anuales o mensuales y 5 amplían la jornada diaria, se precisa. 274 convenios firmados en los últimos cuatro años contemplan la polivalencia funcional y 88 aceptan modificaciones en las categorías laborales.

En los últimos años sólo el 19% de los 517 convenios firmados durante la década neoliberal, entre 1991 y 1999, fueron reformados.

Lo que sí se encargaron de “reformar” fue en lo que refiere al aumento de aportes y contribuciones a los sindicatos. No es para menos, la burocracia sindical es el principal garante de la flexibilidad laboral y sostén del gobierno. Los empresarios están agradecidos.

Telefónicos: la precarización llama de nuevo

Tomemos un ejemplo caro a la década neoliberal, y veamos cómo está ahora uno de los sectores emblemáticos golpeados por el menemismo, el de los trabajadores telefónicos.

Es sabido que tras la privatización de ENTEL (que dicho sea de paso continúa vigente durante el gobierno “nacional y popular” con toda la “seguridad jurídica” que necesitan estas patronales) se liquidó el convenio de 1975. En 1992 se firma el CCT 201/92, que acababa con la jornada laboral de 7 horas pasando a ser ésta de 8.15 horas, se reducen los días por licencia, enfermedad familiar, estudio, fallecimiento y vacaciones, además de que se eliminan toda una serie de beneficios especiales para los empleados, como la disminución de las tarifas. Es en esta época cuando se avanza con todo con la flexibilización laboral. El personal de planta fue sustituido por trabajadores bajo diversas formas no tradicionales de contratación: en un principio, pasantes, contratados y subcontratados (que cobraban entre un 40 y un 50% menos que los efectivos con una jornada de 10/12 horas). El objetivo: tener un conjunto importante de empleados sin experiencia sindical y flexibilizado disminuyendo, de esta manera, los costos laborales y debilitando la organización gremial. Gracias a esta nueva situación, en 4 años desde la privatización el nivel de productividad pasó de 75 líneas funcionando por cada empleado a 169 líneas con un incremento de utilidades del 125% en sólo 4 ejercicios.

¿Qué ha cambiado bajo el gobierno de los K? El convenio actual de FOETRA, data de 2003, y no difiere sustancialmente del firmado durante el menemismo, y las condiciones de flexibilización no sólo perduran sino que han aumentado. Al día de hoy los trabajadores telefónicos se dividen entre efectivos, contratados, subcontratados y de los call centers. Los contratados y subcontratados están bajo los convenios de UOCRA y UECARA, y reciben por salario un 40 a un 55% menos que los efectivos.
Son convenios basura, donde los empleados funcionan con libreta de desempleo, que implica un descuento mensual que se va acumulando, y cuando el trabajador es despedido recibe en razón de indemnización el dinero que acumuló mientras estuvo ocupado. Gozan de menos beneficios que los telefónicos, menor cantidad de días por vacaciones o enfermedad, los que trabajan a producción no tienen vacaciones, y tampoco cuentan con los elementos de seguridad laboral.

Los trabajadores de los call centers están convencionados en Comercio donde prácticamente dependen de la ley de contrato de trabajo y nada más, o sea que los derechos que tienen son mínimos, sin ninguna conquista como telefónicos, por ejemplo tener descansos visuales y auditivos.

Seguridad para ellos

Hagamos un repaso: inseguridad para los 4,3 millones de trabajadores que están en negro, dos tercios de los cuales no llegan a cubrir el salario mínimo de 1500 pesos. Sin derechos laborales, sin paritarias ni cobertura médica para el trabajador y su grupo familiar, sin futuro previsional.
Inseguridad de trabajar bajo contratos basura, por meses, con menos derechos y menos salario. Inseguridad de trabajar en las agencias eventuales o las tercerizadas, sin estabilidad, derechos ni indemnización.

Inseguridad para los miles de trabajadores contratados por el mismo Estado, bajo los regímenes de contrato de locación de obra o de servicio, como monotributistas. Sin vacaciones, aportes jubilatorios, sin estabilidad, y con el peso de tener que pagarse hasta la obra social. Bajo esta situación está el 49 % de los trabajadores del Ministerio de Trabajo, supuesto encargado de velar “por la seguridad jurídica” de los trabajadores.

Las luchas “por recuperar lo perdido”, del 2001 a esta parte, permitieron dejar atrás algunas de las conquistas del menemismo, pero estos números demuestran la permanencia de la mayoría de esas condiciones.
Fue contra ellas que surgieron muchas de las rebeliones obreras de los últimos años: contra las tercerizadas del subte y Metrovías; los petroleros de Las Heras y el norte de Santa Cruz; los empleados de las contratistas de Telefónica; los ferroviarios del Roca: la lucha por el pase a convenio y planta permanente fue su grito de igualdad.

La burocracia sindical ha sido cómplice, de la entrega primero y de la permanencia después, de todas estas condiciones. En muchos casos se convirtieron en socias de los negocios empresarios y la explotación obrera, como los dirigentes de Luz y Fuerza o Petroleros que montaron empresas contratistas, o los dirigentes de la UOCRA que participan de la tercerización de sus afiliados.

¿Quién repone los derechos arrebatados?

Hace pocas semanas, el Encuentro de trabajadores que se reunió en la zona norte del Gran Buenos Aires deliberó con la participación de trabajadores ferroviarios, aeronáuticos, del subte, de la alimentación y telefónicos, los que encarnan una verdadera lucha por “reponer los derechos arrebatados a los trabajadores”.

Por eso el encuentro votó impulsar una campaña unitaria en apoyo a todos los trabajadores precarios que luchan por igual trabajo, igual salario. Porque la lucha contra las leyes laborales esclavistas que perviven desde los ‘90, por acabar con el trabajo en negro, por la efectivización de los trabajadores contratados, por el pase a mejor convenio de todos los tercerizados, es hoy una necesidad que hace a la vida misma de la clase trabajadora.

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