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Neuquén

La voz de las asociaciones

PTS Neuquén

18 de mayo 2009

Presentamos el intercambio mantenido con distintos protagonistas del quehacer artístico independiente: Nora Revesz y Jorge Chocobar de la comisión directiva de la AMI (Asociación de Músicos Independientes); Raúl Toscani, presidente de La Conrado-Centro Cultural; Alejandra Prada, presidenta del Centro de Estudiantes de Bellas Artes; y Matías Giusti, tambi én de Bellas Artes y miembro de ANAP (Asociación Neuquina de Artistas Plásticos). Si bien la charla dio material para varias páginas, aquí lo más destacado…

 Si uno se deja engañar por la visión que dan los grandes medios regionales sobre el estado del arte y la cultura local, es difí cil tener una verdadera magnitud de lo que signifi ca ser músico, actor, plásti co, en fi n, un arti sta independiente...

Nora Revesz: Creo que desde cada modalidad artística hay disidencias o no respecto a esos temas, porque cada una la sufre desde distintos lugares. Nosotros una gran diferencia que tenemos con respecto a, por ejemplo la gente de teatro, es que no tenemos un instituto nacional (que es por lo que estamos peleando ahora) que de alguna manera nos dé la posibilidad de alivianar ciertos costos en lo que es nuestra producción. La producción del músico siempre es a pulmón, plata que sale de cada uno y tenés que caminarla. Así como es necesario contar con los medios de comunicación, ellos también marcan una línea de la que nosotros quedamos afuera, la gran mayoría de los artistas. Salvo que se hagan grandes empresas en las que obviamente estos medios también tienen intereses, entonces también las divulgan. Desde ese lugar nosotros quedamos bastante relegados y tenemos que movernos muy solos y en otro ámbito, en el cual no alcanzamos a llegar justamente, por más que el diario muchas veces nos hace promoción y promueve ciclos y personas particulares que van y hacen notas. Ni hablar de lo que es a nivel provincial o municipal, de lo que es el destino de los presupuestos para tal fin.

Raúl Toscani: La experiencia indica que en una actividad con instituto tampoco es muy distinto. Nosotros, antes de la ley de teatro pensábamos que el instituto nos iba a solucionar gran parte del trabajo, sin embargo seguimos a pulmón. Por ejemplo, una herramienta de trabajo que el instituto financió en un momento, según la zona del país, fue el espacio pago en una cartelera que nos costaba 18.000 pesos al año, que sacábamos en el diario Río Negro y la Mañana del Sur. Ahora el instituto no lo contempla como una herramienta de trabajo. Pareciera ser que la única herramienta de trabajo es el spot de iluminación, el sonido y se termina ahí; es decir: no la difusión. Entonces, por más que el instituto haya equipado las salas, te financie menos de un cuarto de la producción de un espectáculo, o te fi nancie una gira… pero si no podés difundir… poca difusión es poca llegada también. Pensándolo desde la gente ¿Cómo se entera que estamos funcionando, qué hay, quién toca, qué película se está pasando de cine-arte, o qué muestra hay? Nosotros lo visualizamos como que ya pertenecemos al circuito alternativo. Antes de la gestión Quiroga, había ‘una cultura’ en Neuquén, ahora hay ‘dos culturas’: una cultura de élite que cada vez se está fortaleciendo más con la apertura de los nuevos teatros como grandes obras aglutinantes del gran público; y las salas que ya pertenecemos a un circuito alternativo al de la cultura ofi cial. Es decir, Neuquén no tenía cultura ofi cial, ahora la tiene. Tiene todo el peso del mundo, porque tiene todo el aparato y se liga con la cultura privada, o sea, se emparenta más con el casino que con nosotros, obviamente. Eso implica que tienen aceitada una cadena de difusión, de hecho vean los domingos el espacio televisivo de difusión que tiene la Secretaría de Cultura de la Municipalidad y fíjense cuántos artistas locales están promovidos en ese espacio que pagamos todos. Por eso decimos que la Secretaría maneja la cultura con mayúsculas y la subsecretaría maneja la cultura con minúsculas.

Alejandra Prada: Nosotros desde el año pasado, como Centro de Estudiantes de Bellas Artes, tuvimos la experiencia de salir de la escuela, del ámbito de la defensa de los derechos de los estudiantes y también sumarnos como una asociación más que, en conjunto con las demás asociaciones artísticas que conformamos el frente de Artistas por Zanon, apoyamos la lucha por la expropiación de la fábrica. Producto de eso, durante el verano junto a la red de bandas que surgió en apoyo a los ceramistas, realizamos una serie de varias actividades en distintos puntos de la ciudad y nos tocó vivir el mismo problema: cuando conseguíamos algún espacio en los medios se trataba de un recuadrito chiquitito que nos imponía competir en condiciones desiguales con la difusión que recibía el Casino Magic o el Verano Cultural. Lo que conseguimos es que una cantidad enorme de pibes del oeste que tenían su banda, que hace un año estaban ensayando y nunca podían tocar en ningún lugar, de golpe estaban tocando en su barrio para sus vecinos. Eso nos sirvió para, más allá de ser un Centro de Estudiantes que se ocupa de los problemas de su escuela, poder acercar el arte a otros lugares

Matías Giusti: Nosotros, el análisis que hacemos es que en realidad lo que pretende el Estado con su política hacia la cultura es generar un espacio de nivel internacional que se pueda equiparar al valor que tienen los glaciares del sur de la Argentina. Entonces un turista extranjero, en su recorrida por la Patagonia, hace una paradita en Neuquén, ve a Rembrandt o a Picasso y pasado mañana está en los glaciares tomándose un whisky mientras ve cómo se deshiela. Esto se despega del proclamado rol del Estado de garantizar y promover el desarrollo de la cultura, de nuevos espacios, de nuevas visiones. Eso no sucede, de hecho los requisitos para la habilitación de un espacio cultural es prácticamente la misma que para un comercio. Es el mismo cuervo de la Municipalidad el que controla la habilitación de un comercio y el que te cierra una sala de arte. Entonces, fueron varios los espacios que tuvieron que cerrar y uno de los pocos que subsiste es La Conrado, porque se abrió a todos los amigos del arte y la cultura y así se pudo refl otar, no por iniciativa de algún gobierno. Fuera de eso no hay muchos lugares que no sean el casino o el museo, o sea: o es Ricky Martin o Picasso. Cualquier artista local de menor talante no tiene dónde mostrar. Ni hablar de un estudiante que se proyecta como artista: la academia se encarga de martirizarlos diciéndoles “vos no vas a ser artista hasta que no tengas el título”.

Jorge Chocobar: Para hacer una lectura sobre dónde estamos ahora, es interesante ver, por ejemplo, que cuando se organiza SADAIC en 1930, un letrista al que le usaban su letra podía cobrar un derecho de autor, aunque no hiciera recitales de poesía donde cobrara una entrada. A los recitales los hacía Gardel, no Lepera; pero cada vez que cantaba Gardel cobraba Lepera también. Sin embargo siempre hubo gente que se quedó afuera, vanguardias y retrasados, y las políticas que se aplican no alcanzan a tener la lectura de lo que necesitan los músicos, los artistas. Luego, con la aparición de nuevos medios como las computadoras, ahora yo puedo grabar un disco en mi casa, entonces desaparece el sello discográfi co. Entonces se genera la figura del músico independiente, pero no como una política previamente elaborada, sino como el resultado de que alguien se compró una computadora y pudo grabar. Ahora puedo grabar mi disco y lo puedo vender, hacer un recital auto gestionado. Entonces empieza a aparecer esta fi gura del músico independiente que hace su movida propia, que no está esperando nada ni del Estado ni de nadie; que alquila el lugar, compra la cerveza, pone el escenario y labura todo el día para tocar y termina hecho bolsa. Y a partir de esa actitud va quedando fuera de los sistemas instaurados anteriormente. Por ejemplo, ya no cobra SADAIC si el tipo graba en su casa y ni siquiera está inscripto en SADAIC, ignora que hay un sistema que se puede usar. Entonces SADAIC termina robando, porque a La Conrado le cobra, al pelotero le cobra, a Piñón Fijo le cobra (bueno, Piñón Fijo la tiene clara con SADAIC), al Ruca Che le cobra, a las bailantas, a los boliches, a los cumpleaños de 15, cobra todo. Por cada pasada de disco en la radio SADAIC tendría que cobrar y pagarle al músico. Pero el músico independiente es tan independiente que ni se lo plantea. Si bien no surge como una posición política, lo termina siendo porque no le queda otra. Hay varios sistemas que contienen la actividad del músico. Están los productores, los intérpretes, los autores y compositores.
Cada cual es responsable de conocer sus derechos legales. Vos hacés cosas, producís, pero si no sabés qué ley y qué artículo te tiene que defender, es al cuete todo lo otro. O sea, vos tenés que tener el mismo nivel de conocimiento de todas las partes que inciden en lo que hacés, no sólo ir, subir y tocar; sino, cómo hacés para llegar a esa fecha.

 Frente a este panorama: ¿Cómo evalúan la situación de las asociaciones?

Raúl Toscani: Precisamente ahora que se va a discutir el tema de la Ley de Mecenazgo, el problema, justamente, es la defi nición de artista. Y si hay algo que las asociaciones vamos a discutir es que antes que ser artistas, tenemos una rama. Yo soy actor, ella es música, es decir, antes que artista está el gremio. Leonardo Da Vinci estaba, primero, agremiado. Después el mecenas, el sponsor, lo llevó a la categoría de artista. No había distinción entre el gremio de los panaderos, el gremio de los picapedreros. Luego la burguesía toma eso en sus manos y lo eleva a una categoría inalcanzable al conjunto, para disolver al conjunto. En realidad, hemos recuperado el tema de las asociaciones porque es de lo único que nos dejaron agarrar, han disuelto todo. Como única islita de supervivencia manoteamos la figura imperfecta de la asociación sin fines de lucro. Pero que debemos ir a recuperar el terreno del gremio, eso es así, es definitivo. Hay que empezar a dar ese debate. Y bueno, estarán quienes se defi nan como artistas, esa cosa que no sabemos muy bien qué es, medio confusa. En principio soy actor, y si ese hecho teatral mío logra la categoría de arte, bueno… en buena hora. Pero en principio soy actor y como actor no soy diferente a los obreros de Zanon, ni a los obreros de la construcción, ni a los obreros del petróleo y quiero mi guita… por lo que hago, alquilar mi fuerza de trabajo, quiero cobrar. Es decir que esta elitización del concepto no ha sido caprichosa, ha ido a tono con el hecho de decir “no hay ninguna cantidad de dinero que se pueda medir en relación a una obre de arte”. En cambio, yo estoy tres horas arriba del escenario, la sala tiene que funcionar, el iluminador prende las luces, el sonidista hace el sonido, bueno… eso tiene un costo. Estamos en un régimen enteramente capitalista y tiene un costo. Entonces, no sé por qué tenemos que hacerlo por amor al arte. Me parece que justamente este tema que introdujo la Legislatura ahora, de discutir esta mal llamada Ley de Mecenazgo, porque mecenas era aquel que ponía la plata y no desgravaba en impuestos. Acá no es Ley de Mecenazgo, es facilitarle a las empresas que no evadan impuestos. Desde ahí, hemos conversado entre las asociaciones para rechazar ese término de mecenazgo y proponer una ley de protección, de fomento a la actividad artístico-cultural.

Jorge Chocobar: Siempre falta, no es lo ideal cómo está la AMI, no sé el resto de las asociaciones. Tampoco la AMI se arroga la representación de los músicos que no están adentro de la asociación, que no se acercan, no participan, no aportan o tienen otros intereses. Nosotros estamos agrupados en la AIA (Artistas Independientes Asociados), donde se debate por ejemplo qué hacer frente a temas como esta Ley de Mecenazgo. Después hay distintos grupos, como Artistas por Zanon que se están organizando por otros lados, que supongo podrán tomar alguna otra forma.

Matías Giusti: En el caso de Artistas por Zanon, es una asamblea integrada por artistas asociados y no asociados, en pos de luchar por la expropiación defi nitiva de la fábrica. No reemplaza, bajo ningún punto de vista, el rol de las asociaciones. Yo lo que veo en este último año en que estuve participando de ANAP (Asociación Neuquina de Artistas Plásticos) e históricamente en el Centro de Estudiantes de Bellas Artes, es que tenemos un déficit en cuanto a la cantidad de gente que integra nuestras asociaciones. Es como que en las diferentes ramas el posmodernismo configuró una fragmentación total. En este sentido es que muchos vemos el tema de apoyar la lucha de Zanon, porque no solamente se trata de la defensa de la fábrica si no que vemos un ‘cómo’ organizar la producción sin patrones y en ese sentido queremos ir los artistas que nos vinculamos ahí, y que también formamos parte de las asociaciones. No es lo mismo hoy que hace cinco años; las asociaciones vuelven a existir y a debatir, y aunque esto aún sólo sea patrimonio de los asociados, no podemos desconocerlo. La tarea es llenar esas asociaciones para no luchar fragmentados, sino unifi car los reclamos sectoriales en una gran lucha común, o un sindicato, o una gran asociación de artistas.

Nora Revesz: La mayor conquista es que desde cada lugar cada uno reconozca y sepa bien cuál es su trabajo. Y en ese caso todas las asociaciones, lo que estamos haciendo en realidad, es docencia entre nuestros compañeros, con la mínima experiencia que tenemos nosotros que es la del trabajo independiente. Tratando de no quedar tan afuera, pero es un trabajo independiente, de autogestión y de un montón de cosas. Por eso digo que ese es el mayor desafío, porque si no, nos subimos a esto de querer generar cosas sin saber realmente cuáles son las variables mínimas que tenemos que tener en cuenta a la hora de decir “mi trabajo vale esto, yo trabajo tantas horas…” Porque si nosotros mismos no le damos ese valor, seguimos en esta idea de que el artista es ad honorem, por amor al arte, un hobbie. Y, de última, todos nos formamos durante cinco años hasta que saliste a la calle a hacer por primera vez tu espectáculo, y todo eso tiene un valor.

Raúl Toscani: Totalmente. Y es la única forma de reconciliarse con la clase trabajadora, que fue y es la que paga para que funcione la Escuela de Bellas Artes, la Escuela de Música. Yo me reconozco actor, me reconozco trabajador, me reconozco un par con el otro. Porque, tampoco nos vamos a engañar… ¿Por qué estamos tan distantes del conjunto de los trabajadores? Porque no estamos cerca; estamos lejos, lejos como nunca. ¿Por qué? Porque dejamos de reconocernos como tal, como un trabajador más.

Alejandra Prada: Yo, tomando el hecho histórico de que las asociaciones se reunieran todas por primera vez en el marco de la campaña por la expropiación de Zanon… fue como un muro grandote
que vino avanzando hacia nosotros y llega un momento en que nos impone la necesidad de debatir varias cosas, como cuál es el rol del artistas, esto de si somos o no trabajadores. Se abrieron varias discusiones que no están saldadas y se van a seguir dando.

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