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Neuquén

Organización para terminar con los abusos y el sometimiento

PTS Neuquén

13 de noviembre 2008

El trabajo de miles de trabajadoras/es de “la fruta”, con amplia mayoría de mujeres, se caracteriza por ser de “temporada”, es decir, trabajar algunos meses y el resto del año, como nos cuanta Marta en estas páginas, “hacer lo que se pueda”. Temporada que, en realidad, poco tiene que ver con las particularidades de la fruta sino más bien con la conveniencia patronal y la violación sistemática de los empresarios a los derechos de este sector postergado de la clase obrera de la zona del Alto Valle y donde los abusos patronales son moneda corriente. Un embalador de 64 años y más de 20 temporadas sobre sus espaldas así lo comentaba: “la empresa siempre hizo lo que quiso, nunca pagaron las vacaciones y aguinaldo como correspondía.”

Las condiciones laborales en los galpones son deplorables, con lugares de trabajo donde los cambios de temperaturas son abismales y los accidentes laborales y los problemas de salud se repiten. Muchos de ellos ni siquiera son denunciados por las propias compañeras y compañeros por temor a no volver a trabajar, y mucho menos por las patronales que no quieren pagar más caro por la cantidad de accidentes. De los denunciados unos pocos son reconocidos por las ART`s, donde la “salida” que ofrecen son cursos de corte y confección o de cocina, ¡a trabajadoras que ya no pueden mover sus manos! Los abusos de todo tipo y el sistemático incumplimiento de las obligaciones patronales se debe principalmente al gran poderío económico de estas empresas, que después de la industria petrolera es la rama industrial más importante de la zona. Una empresa mediana con dos turnos de unos 95 operarios en cada uno (La Flor posee unos 100 empleados y Moño Azul unos 450), reconoce facturar U$S 8.500 por hora. Es decir, más de U$S 2.700.000 por mes, lo que equivale a más de $9.000.000, mientras paga salarios por menos de $400.000, un 4,4% de la facturación.

Pero también al manejo que estas patronales efectúan, con la mirada cómplice de la burocracia sindical, del mecanismo para convocar a las trabajadoras/es, donde no se respetan las antigüedades que imponen el orden de convocatoria, o bien convocan a trabajadores de una determinada categoría y los hacen hacer otras tareas, evitando así ciertas convocatorias o bien les imponen horas extras. Con estas maniobras ilegales, convocan a menos trabajadores y se “saltean” a aquellos que poseen problemas de salud, o a los delegados gremiales combativos o aquellas trabajadoras que no se callan la boca y exigen por sus derechos.

Esta amenaza permanente de no ser convocados a trabajar es la herramienta del terror que utilizan las patronales para disciplinar a los trabajadores. Y que la combinan con una constante persecución a aquellos delegados combativos que, en distintos galpones, hoy sufren juicios de exclusiones de tutela. Hay que terminar con los abusos patronales y el sometimiento mediante la organización desde las bases; acompañando a los nuevos y honestos delegados que van surgiendo, mediante la profundización y extensión a otros galpones de este proceso de organización, y defendiendo a los delegados y delegadas de los ataques patronales y de la burocracia sindical.

Prensa

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