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Neuquén

A PROPOSITO DE UN TALLER DE FORMACION SINDICAL DE ATEN CAPITAL

Teoría y práctica del programa mínimo

El 5 y 6 de septiembre se realizó una actividad de formación política y sindical impulsada por la conducción de Aten Capital. En esa oportunidad invitaron al economista marxista Rolando Astarita quien primero dictó una conferencia sobre la economía argentina actual y el sábado realizó un taller sobre las ‘estrategias de la izquierda en el movimiento sindical’, a este último nos referiremos en este artículo

PTS Neuquén

15 de septiembre 2008

El 5 y 6 de septiembre se realizó una actividad de formación política y sindical impulsada por la conducción de Aten Capital. En esa oportunidad invitaron al economista marxista Rolando Astarita1 quien primero dictó una conferencia sobre la economía argentina actual y el sábado realizó un taller sobre las ‘estrategias de la izquierda en el movimiento sindical’, a este último nos referiremos en este artículo.

Una caricatura de la izquierda

Partiendo de dividir a la “izquierda sindical” en dos grandes “agrupamientos ideológicos”, Astarita hace un recorrido por las principales posiciones de los partidarios de la “ofensiva permanente y huelga general revolucionaria” entre quienes encuentra a toda izquierda partidaria, sin distinción alguna, que sería ultraizquierdista y vanguardista, ve la revolución a la vuelta de la esquina y como traidores y burócratas a todas las conducciones sindicales por igual, mientras los defensores de la “lucha sindical, resistencia y acumulación de fuerzas” entre los cuales se inscribe, expresarían la cristalización de la sensatez, que pondera correctamente la relación de fuerzas actual dentro del capitalismo y que, en consecuencia, ajusta su táctica a la lucha sindical y al programa mínimo.

En primer lugar, consideramos que englobar homogéneamente las posiciones de todos los partidos de izquierda en una caracterización tan simplista es un error de método ajeno a la complejidad de todo análisis marxista serio. Más aún, la superfi cial y caricaturesca división de estrategias que marca Astarita no concuerda con la realidad del complejo mapa de posicionamientos que recorre a la izquierda, que sufrió serios realineamientos a partir de la puja entre el gobierno y “el campo”. Es más, al trazar una continuidad mecánica entre las caracterizaciones febriles y la política ultraizquierdista, no da cuenta de corrientes como el MST, integrado a la conducción de ATEN capital, que con caracterizaciones febriles (por ejemplo que en Venezuela hay una “revolución”) defienden una política de centroizquierda (integrarse al chavismo) o directamente pro-patronal (apoyar el lock-out de las entidades agrarias).

El autor no sólo no dice qué corrientes formarían parte de cada “agrupamiento”. Todos los “razonamientos” y argumentos del artículo en cuestión se encuentran en un punto: no hay ninguna especifi cación sobre qué organizaciones está debatiendo. Los interrogantes ¿quién?, ¿dónde? y ¿cuándo?, quedan completamente sin respuesta.
Tomando abstractamente los debates sobre el 2001, Astarita sostiene que la izquierda partidaria se encandiló con la intervención del movimiento de masas de diciembre de 2001 y no pudo ver que se trataba sólo de una “crisis política”2. En el otro extremo, otros hablaron de una “revolución de las cacerolas” o del “nuevo sujeto piquetero”.

Desde el PTS, cuestionamos ambos enfoques y planteamos que la intervención del movimiento obrero de la industria y los servicios podía inclinar la balanza de la nueva etapa que se abría. Pero señalábamos que de no producirse esta intervención, la burguesía lograría pasivizar el descontento de las masas y dar pasos en el reestablecimiento del régimen de dominio, como fi nalmente ocurrió. Sin embargo, esas “jornadas revolucionarias” constituyeron un hito central en el lento pero constante proceso de recomposición de la subjetividad de la clase obrera y el movimiento de masas, que luego se expresó en luchas de la clase obrera ocupada a partir de la reactivación económica, dando lugar a importantes proceso de organización, como en el Subte y las fábricas de Zona Norte del GBA entre otros.3. No sabemos si es que Astarita, por falta de inserción, directamente no se percató de este pequeño detalle o es que su escepticismo le prohíbe siquiera analizarlo para mejor sostener sus abstracciones.

Una naturalización del sindicalismo corporativo contra el Programa de Transición

Según Astarita, el error de la izquierda sería que de sus caracterizaciones afiebradas desprendería un programa “transicional” 4 que sería incorrecto por que la realidad no responde a esas caracterizaciones. El autor plantea una vuelta a la división socialdemócrata entre el programa mínimo (aumento salarial, mejores condiciones de trabajo, etc.) y el programa máximo (la lucha por una sociedad socialista sin explotados ni explotadores), ya que las masas no están dispuestas a llevar adelante ninguna consigna transicional y “sólo deben resistir”.

¿Cuáles son las consecuencias de esta posición? En el caso de ATEN, esta división, lleva a las conducciones a levantar, por ejemplo, aumento de salarios, mejores condiciones laborales, etc. separado de una lucha seria contra el deterioro de la educación en su conjunto para ganar el apoyo de la comunidad y unificar demandas con los otros sectores de trabajadores, lo que permite al gobierno introducir divisiones entre los docentes, los padres y la comunidad. Tomemos otro ejemplo emblemático en Neuquén como es el de Zanon. La vuelta al programa mínimo que pregona, llevaría a plantear en Zanon, la necesidad de la vuelta de la patronal – “para luchar, resistir y acumular fuerzas”- en lugar del programa levantado por los obreros –expropiación sin pago y bajo gestión obrera-, que es parte, de un programa de transición ya que busca la unidad de las fi las obreras y la hegemonía sobre el resto de los sectores subalternos planteando sus reivindicaciones más sentidas como plan de obras públicas, construcción de viviendas, escuelas, etc. Fue justamente este programa “transicional” una de las claves del apoyo ganado por los obreros de Zanon entre la comunidad de Neuquén y a nivel nacional e internacional.

A modo de conclusión

Para fi nalizar, creemos que la caricaturización de los programas y caracterizaciones de la izquierda que propone Astarita sólo sirve para llevar confusión al movimiento sindical y para alimentar la idea de que no es necesario que los trabajadores hagan política, ni la construcción de un partido de trabajadores revolucionario.

Respetamos la trayectoria de Astarita, quien fuera militante en los años 70, lo que le valió estar detenido-desaparecido durante la dictadura, aunque lamentamos que para evitar caer en análisis “impresionistas” termine siendo tributario de un completo escepticismo de la clase obrera y de sus potencialidades históricas, que a su vez coincide con el interés de ciertas conducciones que defienden una práctica sindicalista corporativa.


1 Rolando Astarita es un ex militante trotskista que militó durante los 70 en el PST, fue detenido-desaparecido durante el golpe de 1976 y fue fundador del MAS en los 80, en el que ocupó lugares de responsabilidad dirigente junto al fundador de la corriente, Nahuel Moreno. Después de romper con el MAS a fines de los 80, y de un fugaz paso por el PTS , se alejó del trotskismo, iniciando una profunda revisión teórica y política del mismo. Ver www.rolandoastarita.com

2 El autor cuestiona en 2008 a quien caracterizó a los acontecimientos del 2001 como un “levantamiento de masas”, sin embargo en un escrito de su autoría de abril de 2002, utiliza la misma terminología para caracterizar lo sucedido. Ver www.rolandoastarita.com
3 De los “tres momentos” que distingue Gramsci en la conciencia de los trabajadores, podríamos decir que sectores de la clase obrera argentina comenzaron a transitar por el segundo momento, aquel en que se logra la conciencia de solidaridad entre los miembros del grupo aunque sólo en el plano económico corporativo. Según Gramsci un primer nivel sería el de la lucha de los obreros aislados y el tercero el momento donde se da la superación de los límites corporativos y se emprende la construcción de un partido revolucionario que tome las demandas de los demás sectores oprimidos y hegemonice la lucha por la transformación revolucionaria de la sociedad.

4 El ‘Programa de transición’ fue el documento político fundacional de la Cuarta Internacional, sancionado en la conferencia inaugural de 1938. Recientemente el Centro de Investigaciones y Publicaciones “León Trotsky” ha publicado una reedición ampliada del mismo, acompañada con una docena de documentos y artículos inéditos en castellano, ver www.ceip.org.ar .

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